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Incendios Forestales

Antes y después de un incendio: el bosque perdido y el bosque por recuperar

Comprueba el devastador paso del fuego y el largo camino para regenerar la flora

Paloma Ruiz del Pozo

Los incendios calcinan cada verano bosques españoles. El último, en la Serra d’Espadà en Castellón, donde han ardido 1.400 hectáreas , dejando un paisaje quemado que tardará años en recuperarse. A lo largo de este reportaje, se pueden apreciar imágenes de diferentes grandes incendios ocurridos en la última década. Comprueba el grado de destrucción comparando el antes y el después del paso del fuego en las imágenes de ortofotografía aérea obtenidas del Instituto Geográfico Nacional.

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Benicolet (Valencia), en 2008 y 2014. 1.448 ha quemadas en 2011.

Regeneración de los bosques

Una vez que la zona ha sido arrasada hay dos alternativas, la regeneración natural o la repoblación forestal . Expertos como Miguel Ángel Hernández, coordinador de Ecologistas en Acción en Castilla-La Mancha , defienden que es mucho mejor para el medio ambiente una regeneración natural de los bosques, ya que es «la forma más económica y rentable». Además, las zonas que se han dejado que se regeneren por sí mismas están en «mejor estado que en las que se ha intervenido», explica Hernández. La regeneración natural, combinada con acciones puntuales del hombre, permite que no empeore la zona y evita problemas como la erosión.

Para que esta regeneración natural se produzca, hay que tener en cuenta varios factores, como la velocidad del fuego o las especies de los árboles. Si el fuego es rápido, la capacidad de regeneración de la zona es alta. Por el contrario, si es lento y se quema mucho el terreno, puede llegar a destruir todos los árboles y disminuir su capacidad de regeneración, dependiendo de la especie.

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Benuza (León), en 2006 y 2014. 950 ha quemadas en 2010.

En contraposición, Eduardo Rojas, decano del Colegio de Ingenieros de Montes , asegura que los extremos no son viables en los incendios. Asegura que ni se puede dejar que se recupere la zona por si sola en su totalidad, ni una intervención exhaustiva del hombre: «Primero hay que quitar la madera quemada, podar los árboles quemados y revisar constantemente la zona. Tras tres años, si no funciona, se procede a la plantación». Todo este proceso hay que llevarlo a cabo teniendo en cuenta la zona geográfica y las especies, por lo que hay que ir caso por caso para decretar qué tratamiento se va a seguir.

A esta posición se une Raúl de la Calle Santillana, secretario general del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales . Asegura que «la madera quemada hay que quitarla porque es precursora de plagas forestales». Esto se tiene que llevar a cabo antes del 1 de abril del año siguiente del incendio para que no se junte con la época de replantación. Santillana explica que la reforestación ha de plantearse tras hacer una valoración inicial, y si no es posible que el bosque se regenere de manera natural, hay que plantearse la repoblación forestal. Esta se debe llevar a cabo en función de lo que se quiera tener en la zona, si mantener la especie que había, si cambiarla, etc. y depende de cada caso en particular.

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Aliaga (Teruel), en 2006 y 2012. 6.678,39 ha quemadas en 2009.

Pero esta medida no siempre es la más conveniente y depende de las zonas incendiadas, ya que a veces puede tener efectos negativos sobre el terreno explican desde Ecologistas en Acción.

Los factores que avalan que no sea la medida más adecuada son variados. Para que se lleve a cabo una reforestación siguiendo las normas, «las semillas o plantones que se usen deben estar certificados y ser de variedades propias de la zona, pero puede haber casos en los que no se cumpla», comenta Hernández, de Ecologistas en Acción.

Otro de los factores puede ser que las semillas foráneas del vivero no se sepan adaptar al medio natural y terminen muriendo y no se llegue a producir la sucesión ecológica normal, porque estas semillas del exterior son más vulnerables al medio natural o puede que no sean las adecuadas.

Es por ello que esta medida genere tanta controversia, porque los terrenos repoblados por la acción del hombre muchos de ellos están mucho peor que los que se han dejado actuar solo a la naturaleza. Además, la regeneración natural es una medida cada vez más extendida debido a «la falta de presupuesto», expone Hernández.

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Cerdedo (Pontevedra), en 2004 y 2008. 7.316,77 ha quemadas en 2006.

Los incendios en cifras

Según los datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente el número de grandes incendios, es decir, los de más de 500 hectáreas, se ha reducido en estos últimos diez años, como muestra el siguiente gráfico:

Acorde con los datos del Ministerio, en los últimos cinco años se han producido 108 grandes incendios forestales, de los cuales 17 se originaron en Orense, siendo la provincia más afectada, seguida de Zamora con nueve y León con ocho. En este periodo de tiempo, el año que se registraron un mayor número de incendios fue 2012, con un total de 42, mientras que el menos grave fue 2014, donde solo se registraron ocho. Si se engloban todos los incendios de cualquier tamaño, cada año se registran entre 15.000 y 20.000.

Estos grandes incendios reflejados en los datos del Ministerio se produjeron en su mayoría en verano, pero haciendo alusión a los demás incendios que ha habido en España, «se producen principalmente entre marzo y abril», asegura Rojas , haciendo referencia a los que se producen en las zonas del noroeste, zona que es más propensa a los incendios –tres cuartas partes de los incendios se producen aquí-, pero no de gran envergadura. Rojas explica que los de mayor calibre se suelen dar en Valencia, como el de Cortes de Pallás en 2012 donde se quemaron 28.879,10 hectáreas.

Causas que provocan los incendios

Las causas de estos incendios de estos últimos cinco años , según los datos del Ministerio, son muy variadas, pero la más reiterativa es la intencionada , ya que 31 se produjeron debido a este motivo. En concreto, en el peor año, en el 2012, más de la mitad de los incendios fueron intencionados con un total de 23 fuegos provocados, lo que representa más de la media de estos últimos cinco años. Esta clase de incendios «pueden ser con fines de venganza», afirma Theo Oberhuber, coordinador de proyectos de Ecologistas en Acción.

En términos generales, este tipo de incendios intencionados, generalmente asociados a pirómanos, «representan menos del 5%», argumenta Santillana, por lo que no suponen un valor representativo.

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Meis y Barro (Pontevedra), en 2004 y 2008. 683,90 ha quemadas en 2006.

El tipo de incendios que realmente representan un número significativo son los cometidos por negligencias, «el 95% son provocados por el factor humano debido a negligencias cometidas por los agricultores y ganaderos», prosigue Santillana. Este tipo se produce debido a que queman rastrojos para aumentar el terreno y así cultivar o tener pasto fresco para el ganado.

Seguido de estas causas, hay otras a tener en cuenta como los incendios provocados por accidentes debido a actividades que se desarrollan sin las medidas adecuadas. «Uno de los grandes incendios forestales de Valencia de 2012 se produjo porque una empresa de construcción de carreteras se puso a soldar un quitamiedos bajo unas condiciones de alto riesgo», comenta Eduardo Rojas.

Otra de las causas que destaca Rojas son los rayos secos que representan el 5% de media. Aunque es un valor bajo, esta causa se concentra en áreas muy concretas de España, por lo que representa un porcentaje bastante alto de causalidad para dichas zonas. Estas son «las zonas altas del interior de la península, lo que corresponde con los Pirineos y el Sistema Ibérico», concluye Rojas.

Medidas preventivas

Para disminuir el número de incendios, los expertos consultados coinciden en que la clave es la concienciación y sensibilización de la gente. Oberhuber aboga por la «prohibición de las barbacoas en épocas de riesgo, sanciones económicas, buena gestión de las masas forestales, introducción de ganado para reducir la vegetación y así reducir el riesgo».

A estas medidas, Santillana incide en que «hay que concienciar a los agricultores y ganaderos» para que siempre que quieran realizar ese tipo de actividades en el campo «lo hagan siempre con las autorizaciones previas necesarias para hacerlo de una manera adecuada».

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Torre de las Arcas (Teruel), en 2006 y 2009. 1.436,17 ha quemadas en 2007.

Santillana remarca la necesidad de la prevención en los tratamientos selvícolas , tales como «la creación y mantenimiento de áreas cortafuegos o mantener cuidados en las áreas eléctricas» que estén limítrofes, así como hacer hincapié en la gestión de los bosques, lo que supondría una mayor prevención en la aparición de incendios.

La extinción rápida y efectiva de los incendios requiere, según Rojas, «la actuación efectiva de los bomberos forestales y las unidades especializadas para controlar y extinguir el fuego ya que hay muchos sitios donde hay reticencia al uso de estos cuerpos especializados, y envían en su lugar cuerpos de bomberos urbanos que no están especializados en incendios forestales».

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