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Alimentos: el envase también cuenta

Asegurar la máxima calidad y seguridad depende de un cuidado exquisito no solo del contenido, sino también del continente

SONIA S. FERRI

En una sociedad donde los cánones que marcan un estilo de vida saludable pasan en primera instancia por una revisión de la industria alimentaria , se hace inevitable regular elementos que juegan un papel crucial dentro de esta larga cadena que integra también el sector de los envases .

Requisitos como la calidad, el compromiso con el medio ambiente, la capacidad de conservación y la versatilidad de los materiales se cuidan a diario con el fin de satisfacer la demanda de un consumidor, que cada vez se vuelve más exigente y que ya lidera un ranking europeo de preocupación por la seguridad alimentaria . Así lo revela un estudio realizado por la consultora Sitges, con participantes de 11 países y del que se desprende que aspectos como la migración y la contaminación de componentes químicos en los envases de los alimentos preocupan, y mucho.

Falsos prejuicios

Y es que, los consumidores siguen mirando con recelo el uso del plástico cuando se trata de conservar alimentos , decantándose más por el vidrio para mantenerlos. Rafael Gavara , especialista en polímeros en el laboratorio de envases del Instituto de Agroquímica y Tecnología (CSIC) de Valencia explica que, actualmente el uso de plásticos para el envasado de alimentos no entraña un riesgo para la salud , aunque la polémica surgida respecto a envases elaborados con PVC (policloruro de vinilo) sigue dando coletazos y esta premisa no termina de convencer al consumidor.

Según el investigador, « lo que verdaderamente debe preocupar es el control de la migración de materiales », un fenómeno químico que puede potenciarse al calentar ciertos envases de plástico trasladando los compuestos a los alimentos, y que, aunque también se da en el caso de otros materiales, como el cristal o el cartón, suele ser más frecuente en los polímeros. «Normalmente este fenómeno viene asociado a un mal uso por parte del consumidor», aclara José Juan Rodríguez Jerez , director del grupo de investigación AMIcS (Análisis Microbiológico de Superficies y Evaluación de Biofilms) de la facultad de veterinaria de la Universidad de Barcelona, « es fundamental fijarse en el etiquetado, ya que cada fabricante ajusta la composición del envase al uso previsto ». La legislación vigente en la Unión Europea , y que viene recogida en web de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), establece que, todo material que vaya a entrar en contacto con los alimentos no puede, en ningún caso, dar lugar a una migración que pueda representar un peligro para la salud humana, modificar la composición o alterar sus características organolépticas o sensoriales.

Los fabricantes han tratado de darle la vuelta al asunto de la migración de materiales tratando de sacar el lado positivo con una apuesta por la innovación en el desarrollo de tecnologías de envases activos. A diferencia de los envases tradicionales, éstos interaccionan con el producto y con el entorno con el objetivo de mejorar la calidad del alimento, aumentando su seguridad y alargando el tiempo de conservación. Estos envases son capaces de extender la vida útil de un alimento incluso el doble de tiempo. Un ejemplo de este tipo de envase lo encontramos en la patente que el Centro Tecnológico ITENE ha desarrollado para la carne roja y que es capaz de aumentar de 7 a 12 los días de vida útil.

Reciclado y reutilización

La gran cantidad de envases que se utilizan a diario hace casi obligatorio asumir un compromiso con el Medio Ambiente. Actualmente cerca de 12.000 empresas forman parte de ECOEMBES e identifican sus envases con el símbolo verde cumpliendo con sus compromisos medioambientales. El consumidor también es cada vez más consciente de la importancia de darle a los envases una segunda vida , lo que se refleja en los últimos datos recogidos por esta organización correspondientes a 2014, que señalan que, casi 1,3 millones de toneladas de envases ligeros (contenedor amarillo) y envases de cartón y papel (contenedor azul) fueron depositados en uno de los 553.115 contenedores que hay en nuestro país.

Precisamente, este compromiso ha abierto la puerta a la implantación en nuestro país de medidas que se encuentran muy asentadas en países nórdicos y en Alemania como es el caso del uso de envases rellenables con sistemas de recogida selectiva. Una opción que permite seleccionar con mayor detalle los materiales para su reciclado y que, en teoría, permite un retorno de los mismos casi al 100%. Sin embargo, estas nuevas vías todavía no terminan de encajar en nuestro país y abren el debate sobre su eficacia. De hecho, un estudio reciente elaborado por la Asociación de Latas y Bebidas (ALB) ha analizado la evolución del envase rellenable en estos países donde hay un sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) fuertemente implantado, concluyendo que en todos ellos el descenso en el consumo de bebidas en envase reutilizable ha ido en paralelo con el desarrollo de los SDDR, o bien ha sido acelerado por su implantación.

Opciones hay muchas y variadas para no tener excusa con este compromiso social, sin embargo, todavía hay gente que es reticente al reciclado y reutilización de ciertos materiales para el uso alimentario, por miedo a que este gesto suponga un riesgo para la salud.

Cuidado al lavarlos

Por ello, los expertos siguen en su empeño de desmitificar ciertos miedos, sobre todo en el uso de materiales como el plástico que tarda unos 700 años en degradarse haciéndose más necesario, si cabe, este tipo de actuaciones. « Las botellas de plástico se pueden usar tantas veces como se quieran , ya que este gesto no entraña un riesgo de seguridad alimentaria que se derive de una migración de materiales. El material con el que se fabrican la mayoría de botellas en España, PET, es lo suficientemente resistente para evitar el paso de sustancias tóxicas al interior del agua », explica José Juan Rodríguez Jérez. «El gran problema viene por un tema de intoxicación, si se añaden líquidos tóxicos, como detergentes, lejía o similares y no se marca de forma clara». Además, es importante saber que al beber o tocar la botella podemos contaminar el contenido con las bacterias de nuestra boca y piel». El experto recomienda también no lavarlas, puesto que los detergentes pueden forzar la salida de componentes químicos del plástico al exterior.

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