Alemania, sin medios para tratar la epidemia de salud mental en niños
En un país que no tiene listas de espera, ya no se consigue plaza para las terapias infantiles
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Iniciar sesiónLena se preparaba para los exámenes de Selectividad cuando la pandemia obligó a cerrar los colegios en febrero de 2020. Privada desde entonces de las clases y del contacto con sus amigos, desarrolló una ansiedad crónica, aumentó considerablemente de peso y perdió la rutina ... del sueño. Inmersa en la bulimia y sin poder continuar sus estudios, ha comenzado a autolesionarse . Por eso ha sido incluida por vía de urgencia en un programa de terapia en el que no hay plazas inmediatas para todos los casos que se presentan. La prensa alemana se hace eco de estos procedimientos de triaje en la psiquiatría infantil y juvenil a causa de las masivas consecuencias psicológicas de la pandemia en la franja de población de menor edad. Los médicos se ven obligados a decidir quién es tratado y quién no en las clínicas psiquiátricas infantiles, que no están preparadas para semejante demanda. «Hay enfermedades psiquiátricas en una escala que nunca antes habíamos visto», dice el doctor Jakob Maske, portavoz de la Asociación de Pediatras de Berlín. «La psiquiatría infantil y adolescente está llena, no podemos con tantos pacientes a la vez y se está llevando a cabo un triaje». Esto significa, según Maske, que aquellos niños y adolescentes en los que no se aprecia un riesgo de suicidio y que «solo» padecen depresión , tienen que esperar para recibir tratamiento.
«Tenemos significativamente más casos en tratamiento que antes de la pandemia», reconoce Gunter Joas , médico jefe de la Clínica de Psiquiatría, Psicosomática y Psicoterapia Infantil y Adolescente de Esslingen, que menciona como muy frecuentes los diagnósticos de ansiedad, depresión, quejas psicosomáticas, y que atribuye la mayoría de estas dolencias a la gran y prolongada presión a la que los niños están siendo sometidos. En Alemania, un país en el que no existen las listas de espera, no se consigue ahora plaza para estas terapias hasta dentro de un año. «Los niños sufren y, a menudo, no pueden encontrar un lugar para recibir tratamiento», constata la psicóloga Melanie Eckert, que relata con pesar: «Niños y jóvenes que tienen pensamientos suicidas nos contactan todos los días».
Eckert trabaja al frente de un equipo de voluntarios que recibe una formación básica y que colabora con la iniciativa Krisenchat.de , una empresa sin ánimo de lucro que surgió de un proyecto de tres alumnos de secundaria del colegio Canisius de Berlín, Jan Wilhelm, Julius de Gruyter y Kai Lanz. Bajo la supervisión de Eckert, ofrecen un chat de WhatsApp al que pueden acudir de forma anónima niños y jóvenes de hasta 25 años que quieran hablar de lo que les pasa, se sientan mal o piensen que necesitan ayuda. Veinticuatro horas al día, siete días a la semana y sin llamadas de teléfono, un medio de comunicación con el que los adolescentes no se sienten cómodos.
«No tengo fuerzas para levantarme de la cama»
«Simplemente, no puedo dormir por la noche. Y después pierdo todo el día porque no tengo fuerzas para levantarme de la cama. ¡A la mierda con la educación online! Me siento como un perdedor que no puede conseguir nada. Y mis padres están completamente estresados y no saben cómo ayudarme», les escribe Paul, de 17 años , desde Baviera. También reciben a menudo mensajes que derivan a psicólogos titulados para que continúen la conversación, como el de Ayla, de 14 años y de Berlín: «He estado sufriendo demasiado tiempo. Ya no puedo soportarlo más. Estos pensamientos en mi cabeza siguen diciéndome que termine con todo de una vez. Ahora voy camino del puente. Probablemente esta vez sea capaz de saltar». Estos casos, una vez advertidos los servicios sanitarios, obtienen prioridad. «Cualquiera que no esté clasificado como una emergencia psiquiátrica aguda tiene actualmente pocas posibilidades de un lugar de terapia», lamenta Eckert.
«Me siento como un perdedor que no puede conseguir nada. Y mis padres están completamente estresados y no saben cómo ayudarme»
El pediatra de Berlín Martin Karsten confirma que «con regularidad recibo a niños que se hacen cortes o que han desarrollado trastornos alimentarios. Adolescentes que dicen algo parecido a «'Ya no quiero vivir en estas circunstancias, ¿qué sentido tiene si no puedo ver a mis amigos?'». A menudo son los padres los que intentan contactar con pediatras o psicólogos, quejándose de que los adolescentes en casa no se despegan de la pantalla o del móvil, están de mal humor, no quieren vestirse ni lavarse y se muestran agresivos. «He llamado a más de veinte consultas y en ninguna me atienden, me dan cita para después de Navidad y yo sola no sé cómo ayudar a mi hija, ya lo he intentado todo», dice Isobel, madre de una niña de 13 años que se niega a quitarse el pijama y a volver al colegio.
Algunos especialistas consideran que, a pesar de estos incidentes, la situación está bajo control, como el profesor Marcel Romanos, de la Sociedad de Psiquiatría del Niño y el Adolescente, no cree que se pueda hablarse con propiedad de triaje. «Básicamente, todas las emergencias se atienden a nivel nacional, aclara, «aunque es cierto que la situación de estrés psicológico que ha creado la pandemia se ve reflejada en los tiempos y plazos de atención». Pero advierte que «si los niños van ahora a compensar sus déficits escolares bajo presión, entonces veremos una ola de enfermedades mentales provocadas por demandas excesivas crónicas».
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