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Alemania cierra sus estaciones de esquí por el Covid y pide lo mismo para el resto de Europa

Merkel clausura sus estaciones hasta, al menos, el 10 de enero y opina que la medida debe extenderse «más allá del suelo alemán»

Apertura de las estaciones de esquí: estos son los planes en España y en Europa

Medidas y restricciones en Navidad | Sigue las últimas noticias sobre el coronavirus

La estación invernal de Zugspite, en Alemania EFE
Rosalía Sánchez

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Una de las nuevas restricciones que ha decidido el gobierno alemán, en consenso con los gobiernos de los Bundesländer, es el cierre de las estaciones de esquí, al menos hasta el 10 de enero . Después de que, durante la primera ola, alguna de las estaciones de los Alpes se convirtiese en un foco «superspreader», Merkel considera que la medida no será eficiente si se lleva a cabo solamente en suelo alemán , por lo que promoverá esa misma restricción entre el resto de países europeos. «Trataremos de conseguir que se apruebe a escala de la UE el cierre del esquí», ha dicho ante el pleno del parlamento, durante la presentación de las medidas. Su frase ha sido recibida con pesar en las vecinas Austria y Suiza.

El suizo Christian Gut, de 60 años, se siente completamente seguro al deslizarse por las pistas austriacas. Pero lamenta que, apenas recién estrenada, la temporada de esquí sea golpeada por el primer anuncio de cierre . «Sinceramente, creo que si se viene a esquiar no hay tanto peligro de contagio, al menos en la montaña. Lo que sí es comprensible que cierren son las saunas, masajes y actividades nocturnas. Es una pena que nos quedemos todos sin poder practicar un deporte de invierno que aporta mucho bienestar y también salud», critica.

Malestar en el sector

En el Tirol se recuerda el trauma de comienzos de marzo, cuando turistas contagiados de Covid-19 partieron de Ischgl y de las estaciones vecinas, esparciendo el virus por el resto de Europa. «Nos devolvieron la vida cuando las estaciones abrieron en octubre. En Austria el esquí se lleva en los genes, es vital, también para la economía . Es un sector que mueve varios miles de millones de euros y el medio de vida de miles de personas», recuerda Gut, en un país en el que un empleo de cada cuatro depende del turismo. El sector volvió a sufrir un duro golpe cuando a finales de octubre el gobierno austriaco dictó el cierre de las pistas para intentar frenar el crecimiento de la pandemia y tanto deportistas como empresarios tenían todas sus esperanzas puestas en la campaña navideña.

La estación de Pitztal había sido una de las primeras en abrir este año, con múltiples medidas de precaución. « Invertimos mucho dinero para permitir a los visitantes disfrutar de la naturaleza y del esquí, protegiendo su salud» , explica Anna Griesser, portavoz de una empresa local de teleféricos. En la semana de apertura, llegaron visitantes austriacos, suizos, alemanes, checos e italianos, en un número más modesto al habitual, y para las vacaciones escolares de Navidad tenían ya reservas procedentes de toda Europa.

Las estaciones se han remodelado de manera que en las filas de espera se garantiza la distancia de seguridad, la mascarilla era obligatoria en los remontes mecánicos y se había reducido el número de pasajeros en el tren que lleva del valle al glaciar. «Todo se había organizado para contener la propagación del virus. Luego llegó la orden del gobierno austriaco de cerrar las estaciones durante un mes y hemos perdido toda esa inversión», se queja Griesser. Numerosas empresas del sector solo podrán sobrevivir con las ayudas de las autoridades , añade Michaela Reitterer, presidenta de la Federación Hotelera de Austria, que no esconde su preocupación. Y si la temporada no se reanuda, el Producto Interior Bruto (PIB) austriaco perderá hasta 1,5 puntos porcentuales, advierte Christoph Badelt, responsable del Instituto Austriaco de Investigación Económica.

En la tristemente famosa estación de Ischgl, donde las autoridades fueron incapaces el invierno pasado de contener varios focos de Covid-19, el modelo de negocio ha sufrido desde entonces una completa remodelación . Ya no se celebran las festivas y exóticas veladas que se organizaban después de las sesiones de esquí, a pie de pista, y que contribuyeron a la propagación del virus. Esta ciudad de 1.600 habitantes, tiene los hoteles de cinco estrellas completamente vacíos, cuando podrían llegar a albergar hasta 10.000 turistas por día.

«Claro que no estaba siendo fácil, pero no estamos sorprendidos por este nuevo confinamiento», señala Andreas Steibl, responsable de la oficina de turismo local, « estamos convencidos de que el número de casos va a caer de aquí a mediados de diciembre y será una pena que se pierdan esas semanas de ocupación , tan vitales para la economía del pueblo».

Vuelta a la actividad en enero

Steibl cuenta con reanudar a mediados de enero la actividad «con total seguridad ». Para su reapertura, cuando se produzca, Ischgl repartirá a sus visitantes protecciones faciales gratuitas y aplicaciones que hacen las filas de espera más cortas. Cuenta con un centro de test, con todo el personal necesario, y un laboratorio que garantiza resultados en 24 horas.

También se están tomando regularmente muestras de agua de la red de abastecimiento para detectar eventuales brotes del virus con el objetivo de ofrecer una experiencia segura y con garantías a los primeros esquiadores a los que el levantamiento de las restricciones permita volver.

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