España cierra el grifo para afrontar el agosto más seco desde 1995

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Érika Montañés

En la zona acotada por las restricciones ordenadas desde la Generalitat señalan que va a ser difícil controlar los incumplimientos. No son, dicen, un Gran Hermano que vigile si un vecino lava el coche o riega el jardín

La noticia no es nueva, ya no sorprende, lamentan quienes manejan cada día los indicadores pluviométricos e hídricos, porque la sequía es cíclica, pero librar la batalla contra la escasez de agua es una tarea que exige cada vez más previsión por parte de las autoridades -apremian- y cuando eso atañe a cortarla en los hogares y el campo, entonces sí se da importancia a las restricciones, que son ciertamente muy impopulares.

Las cuencas se preparan desde la Ley del Plan Hidrológico con planes de gestión de la sequía para afrontar los peores escenarios, de manera que cada demarcación tiene la obligación de garantizar el agua de boca, asegura el director de ese mismo laboratorio, Jorge Olcina, y activar medidas cuando el suelo cuarteado toca a cada una de estas zonas. Cada ayuntamiento decide después si activa otras restricciones adicionales.

Acaba de ocurrir en una zona acotada de Cataluña, donde 24 municipios abastecidos por un río y un acuífero en mínimos históricos, el Fluvià-Muga, tendrán que cumplir -si no quieren pagar sanciones- una serie de limitaciones impuestas desde la Agencia Catalana del Agua (ACA) al decretar el estado de emergencia por sequía máxima, que entra en vigor mañana.

Cataluña «se adelanta», dice Espín, pero no va a ser la única cuenca que tenga que mirar al cielo. Los embalses españoles se encuentran a un 42% de capacidad, 16 puntos por debajo de la media para esta semana, según el Ministerio de Transición Ecológica, y la aridez está cercando muchas otras zonas del país, lo que está obligando ya a más de 600 municipios -una cifra de Greenpeace- a limitar el consumo de agua en estos momentos. Otros dos ejemplos son de ayer: Málaga cierra las duchas en las playas, por lo que se suma a otra treintena de localidades en la provincia y Cádiz que lo hacían; y Deià, en Mallorca, restringe los suministros en hoteles y urbanizaciones. Estas decisiones deben tomarse en lugares castigados por la sequía como el litoral andaluz que triplican su población en periodo estival y que caminan en el difícil equilibrio entre mimar al turismo y no agravar aún más el déficit que atraviesan.

Se podría decir que esta situación de escasez se prolongará al menos hasta noviembre, aunque los modelos de predicción no se ponen de acuerdo, destaca el profesor Olcina, si bien remarca que el organismo meteorológico norteamericano (la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica o NOAA, en sus siglas en inglés) prevé que será un otoño seco. Tal vez haya lluvia pero en forma de episodios violentos e intensos, dicen otros modelos en base al comportamiento del fenómeno del Niño en el Pacífico.

En el mismo laboratorio, el climatólogo Espín repasa los indicadores que arrojan los embalses y acuíferos nacionales, que «ya recuerdan al peor verano reciente, el de 1995», por lo que el país afronta dos meses de escasez hídrica. «Si no se toman medidas, al final del año estaremos ante una situación muy preocupante», añade.

Este año «no solo -completa- acusan el déficit de agua las cuencas habituales, sino también, curiosamente, en la zona oriental de Asturias y occidental de Cantabria». Pero las que más preocupan a expertos y ecologistas son dos: Andalucía y un área que abarca parte de Gerona y Lérida.

Las cuencas andaluzas son las que peor están, con un 23%, 31 puntos por debajo de la media para esta semana. Desde la Consejería de Agricultura de la Junta afirman que se está rearmando con tres decretos contra la sequía (dos de ellos al 75% de ejecución) con iniciativas que palíen la grave situación que atraviesan y faculten obras hídricas para minimizar el riego agrícola, además de activar trasvases de agua entre cuencas (ya se está haciendo de Málaga al área seca de La Axarquía) y utilizar el agua regenerada en lugares como Marbella. No obstante, recuerdan fuentes del Ejecutivo autonómica a ABC, la gestión regional es solo de tres cuencas (Tinto-Odiel-Piedras; Guadalete-Barbate y cuencas Mediterráneas Andaluzas), un 33% del territorio, frente al resto (demarcación del Guadalquivir) que es de competencia estatal.

Por su parte, desde la Consejería de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat, a través de la Agencia Catalana del Agua, se abunda en que arrastran más de 29 meses de déficit hídrico y una situación de excepcionalidad declarada para casi todos los catalanes, incluidos más de seis millones en el área de Barcelona. Con el nuevo escenario se sube un peldaño más en las restricciones, que suponen la limitación a 200 litros por persona y día el consumo doméstico, además de cortar el grifo al riego agrícola en un 80% y en un 25% a los usos industriales.

Desde la ACA subrayan que no será difícil que los afectados se adapten a la nueva situación por cuanto el consumo óptimo de agua de una persona no debe estar por encima de los 90 litros al día. Limitar la presión del grifo en casa es un gesto individual, por ejemplo, que tiene un efecto inmediato en el consumo, aseguran los expertos, que ven con buenos ojos la decisión de la Generalitat. «Han sido responsables en actuar preventivamente», coinciden Olcina y Espín. Es una «señal de aviso para el resto del país».

Asiente el responsable de Aguas de Ecologistas en Acción, Santiago Martín, quien pide medidas que vayan más allá, sobre todo en las dos comunidades castigadas. «El riego por regadío tiene que estar prohibido por completo en Andalucía, también en Extremadura o Castilla-La Mancha», señala. «No se puede vivir al día con el agua -observa-; es como si en una casa entran 1.500 euros al mes y gastan 1.475 euros». Para Olcina, «la sequía es un riesgo silencioso, pero constante. A veces no notamos que se manifiesta, pero sin darnos cuenta pasan las semanas y los recursos se agotan. No se puede derrochar».

Martín insta a los ayuntamientos a adoptar precauciones que -a pesar de resultar desagradables- tienen un gran impacto en el ahorro inmediato de agua. Por seguir con el ejemplo de las duchas de las playas y los lavapiés, medida que muchos consistorios adoptan desde el año pasado en sus arenales, calcula que solo esta iniciativa puede ahorrar unos 120.000 litros en un año, y además es agua que a diferencia de las residuales o pluviales no se puede recuperar ni reutilizar, se pierde. También limitar el riego en superficie de césped tiene un efecto muy positivo, asevera. Cada metro cúbico consume 1.500 litros de agua al año.