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Una enfermera, acusada de matar a 38 pacientes en un hospital italiano

Les inyectaba cloruro de potasio y se hacía fotos sonriendo ante el cadáver de una de sus víctimas

Una enfermera, acusada de matar a 38 pacientes en un hospital italiano CORRIERE DE LA SERA

ángel gómez fuentes

Daniela Poggiali, de 42 años, ha sido detenida como presunta autora de la muerte de 38 pacientes, a los que habría inyectado cloruro de potasio por considerarlos «molestos». El rotativo italiano «Corriere della Sera» publica una foto increíble en la que aparece la enfermera del hospital de Lugo di Romagna (Ravenna) con los pulgares en alto y sonrisa divertida junto al cadáver de una anciana a la que habría suministrado una inyección letal. Ésta y otras fotografías horripilantes han aparecido igualmente en diversos medios.

El caso fue descubierto tras la muerte de una mujer de 78 años, cuya autopsia aclaró que había muerto por una alta dosis de cloruro de potasio. La fiscalía tiene firmes sospechas de que el mismo tratamiento han tenido 38 pacientes, porque este es el enorme número de muertes que se ha producido en cuatro meses en el departamento en que trabajaba la enfermera Poggiali. La motivación que escribe el fiscal en la acusación es sorprendente: «Obtiene placer de la mortificación del próximo», añadiendo que no se excluye la voluntad de la enfermera de querer «librarse de los pacientes de difícil gestión».

Con el móvil de una compañera

Las fotos fueron realizadas con el teléfono móvil de una colega, Saura Pausini, investigada también ella por las fotografías. Pausini ha confesado que su colega solía suministrar a los pacientes laxantes, «para causar problemas a las enfermeras de turnos posteriores».

Artículo de Claudio Magris

En un artículo titulado «La última frontera del narcisismo estúpido», publicado también en el Corriere, el escritor Claudio Magris califica la foto de «imagen perfecta de la imbecilidad además de la atrocidad del mal»: «Esa mujer que se hace fotografiar es un ejemplo extremo del narcisismo estúpido que parece difundirse cada día más, ya sea entre los delincuentes -los violadores que se eternizan mientras realizan su último delito- ya sea gentes poco dotadas inofensivas que sienten la necesidad de comunicar en la red a conocidos y desconocidos qué han cenado la noche anterior o qué camiseta han comprado. Triunfa la aspiración a una eternidad sin ningún valor, una paradójica democratización del culto de la personalidad; cada uno quiere que se sepa todo de él o de ella, como el Jefe Carismático quiere que se sepa cuando coge en brazos durante treinta segundos un niño», concluye Magris.

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