El Papa denuncia en Belén la gravísima explotación de niños como soldados y esclavos
Francisco lamenta que «los menores lloran de hambre y de enfermedad en un mundo que desecha cada día toneladas de alimentos y medicinas»
juan vicente boo
Por quinta vez en día y medio, el Papa volvió a ponerse vigorosamente de parte de las víctimas también durante la misa en la plaza de la basílica de la Natividad en Belén. Después de haber puesto sobre el tapete en Jordania el drama de los refugiados de Palestina, Irak y Siria ... , el Papa dedicó su homilía en Belén a denunciar las formas más salvajes de explotación infantil: los niños soldado y los niños esclavo, sin olvidar los que sufren por falta de alimentos y medicinas en un mundo que las tira cada día a la basura por toneladas.
En una plaza soleada y alegre, el Papa recordó a varios miles de fieles que “los niños son un diagnóstico para evaluar el estado de salud de una familia, de una sociedad y del mundo entero”.
A pocas docenas de metros del lugar del nacimiento de Jesús, Francisco recordó que también aquel niño sufrió en seguida persecución y exilio forzado por amenazas de muerte.
Pasando a peligros del mundo actual, el Papa afirmo que “también hoy los niños necesitan acogida y defensa, ya desde el seno materno”.
El Papa considera hiriente que “en un mundo que ha desarrollado las tecnologías más sofisticadas, hay todavía tantos niños en condiciones inhumanas al margen de la sociedad, explotados, maltratados, esclavizados, víctimas de tráficos ilegales”.
Afirmó que “hay demasiados niños en exilio forzado” y, en una clara referencia a quienes intentan llegar a Europa, “demasiados refugiados que a veces se ahogan en el mar, especialmente en las aguas del Mediterráneo”. Con tristeza pero con gran energía, declaró: “¡De todo esto nos avergonzamos hoy delante de Dios, de un Dios que se hizo Niño!”.
Aparte del caso especialmente dramático de los refugiados, el Papa se refirió a “los niños que lloran por hambre, por frio, y enfermedades fácilmente curables… en un mundo que desecha cada día toneladas de alimentos y medicinas”.
Lamentó también que “en una época en la que se proclama la protección de menores, se comercia con armas que terminan en las manos de niños soldado y con productos fabricados por niños esclavo”.
El Papa había subido al altar llevando una cruz de madera, elaborada por presos, y celebró la misa ante un original retablo. Una Adoración de los Magos en la que Jesús, María y José visten como palestinos, y los tres Reyes Magos son los Papas peregrinos anteriores: Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Le acompañaban muy cerca el rabino Abrahán Skorka y el líder musulmán Omar Abboud, amigos suyos de Argentina y compañeros desde hace tiempo en el esfuerzo por mejorar la armonía entre las religiones. En el momento del gesto de paz, el presidente del Estado Palestino, Mahmoud Abbas, subió al presbiterio para dar un abrazo al Papa entre los aplausos de los fieles por toda la ciudad.
Debido a la necesidad de dejar corredores de seguridad, en la plaza central de Belén podían asistir a la misa tan sólo algo más de dos mil personas. Otras diez o quince mil seguían la ceremonia desde pantallas y altavoces situados en otros puntos de la ciudad.
Pero la mayor parte de los cristianos de Palestina e Israel viven en Nazaret, el lugar de la Anunciación y de la vida oculta de Jesús. El Papa dio una alegría enorme a los cristianos de Galilea anunciado, durante el rezo del Regina Coeli, que “mi pensamiento va espontáneamente a Nazaret, que espero poder visitar, si Dios quiere, en otro ocasión más adelante”.
Este viaje relámpago de tres días a Jordania, Palestina y Nazaret responde a un objetivo ecuménico: celebrar el 50 aniversario del histórico abrazo de Pablo VI y el Patriarca Atenágoras. Con un programa tan apretado, está quedando muy poco tiempo para encuentros masivos con los fieles y para visitar el resto de los Santos Lugares. Francisco lo hará en su próximo viaje.
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