demografía
España va camino de convertirse en el país de la UE con más octogenarios
Nuestro país vuelve a perder población por el regreso de los inmigrantes y la salida de los españoles por la crisis. Pero también por su baja natalidad
España va camino de convertirse en el país de la UE con más octogenarios
Hace más de siglo y medio que Augusto Comte afirmó que la demografía es el destino. Un destino desigual que combina excesos en muchos países en desarrollo, con escaseces preocupantes en nuestras sociedades. Esta es la situación de España donde tras un periodo en que ... la acción combinada de la inmigración y su impacto favorable sobre la natalidad nos permitió superar la cifra mítica de 40 millones y llegar a los 47, para entrar ahora en una fase de crecimiento negativo. En el primer semestre de 2013, perdimos casi 120.000 habitantes , una cifra que intensifica el descenso iniciado el año anterior. Crecer poco no es bueno, pero decrecer supone además de una ruptura de tendencia, la inclusión de España en el reducido grupo de países que no son capaces de renovar sus propia población.
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La fecundidad española se sitúa en 1,32 hijos por mujerDurante los primeros seis meses del 2013, aún tuvimos un crecimiento vegetativo (diferencia entre nacidos y fallecidos) favorable, aunque muy pequeño. La razón fundamental de esa diferencia exigua es la sistemática caída de la natalidad a partir del 2009. ¿Un reflejo de la crisis? Sin duda, esta ha jugado un papel no despreciable, pero el descenso tiene otros componentes. Ante todo la disminución del número de mujeres en edad fértil como consecuencia de la llegada a las edades habituales de ser madres de las féminas nacidas en una etapa anterior de caída de la natalidad. A ello se añade la disminución de la fecundidad, que hoy se sitúa en 1,32 hijos por mujer, lejos del valor de 2,1 exigible para mantener las generaciones. Además, las madres tienen a sus hijos a edades cada vez más tardías lo que significa, al final, menos hijos.
Involución demográfica
Los años en los que hoy se concentra la cifra más alta de alumbramientos son los 32-34 y una quinta parte de las madres dan a luz por encima de los 35. A todo ello hay que añadir que las madres extranjeras, al ser menos, han tenido menos hijos y que su fecundidad también ha bajado. En la natalidad española todo se está produciendo con escasez y demora. La familia de un solo hijo se ha hecho modal, pese a que el número «deseado» por las madres siga siendo dos. Y a ese escaso margen que deja el balance natural, hay que añadir el saldo, claramente negativo, que tienen las migraciones. En el primer semestre del 2013 fue de 125.000 personas, tanto extranjeros que retornan a sus países, como españoles que han vuelto a hacer las maletas del éxodo. Así pues, la baja natalidad y la nueva emigración nos han conducido por el camino, nada recomendable, de la involución demográfica.
Seremos menos y seremos más viejos¿Y el futuro? Ese futuro a corto plazo que dibuja la reciente proyección del INE para el año 2023 . El primer hecho a destacar es que seguiremos perdiendo población (habrá 2,6 millones menos en los próximos 10 años). La natalidad continuará cayendo y la mortalidad aumentará por el envejecimiento hasta tal punto que en el 2017 las muertes excederán a los nacimientos. En cuanto a las migraciones, si las previsiones del INE se cumplen, España perderá 2,5 millones. En pocos años ni creceremos por el saldo natural, ni por un balance migratorio favorable. Seremos menos, pero sobre todo seremos más viejos, debido al imparable proceso de envejecimiento.
En 2023 habrá en España casi 10 millones de mayores de 64 años, 1,8 millones de octogenarios, y casi 25.000 centenarios. Envejecer es positivo y hacerlo bien una posibilidad. Pero el envejecimiento demográfico no es un fenómeno neutro. En juego están el pago de las pensiones, el de los gastos sanitarios y el de la dependencia. Y en este panorama de escaseces , ninguna Comunidad Autónoma (salvo Canarias) se va a librar del declive. En 10 de las 17 el volumen de fallecimientos superará al de nacimientos y en 16 (con la excepción de Canarias otra vez), habrá un saldo migratorio negativo. Y todas por supuesto, estarán envejecidas.
la mayoría de los españoles desea tener dos hijosEl panorama descrito no es ciertamente muy optimista, pero será una realidad inevitable si se mantienen las tendencias demográficas actuales. ¿Cabe esperar un panorama diferente? Los demógrafos no tienen una bola de cristal para escrutar el futuro, ni una varita mágica para moldearlo a su antojo, pero no yerran mucho en sus previsiones. No obstante, algunos de los pronósticos enunciados son más seguros, y otros más inciertos. No van a disminuir las defunciones, ni se van a modificar mucho las cifras del envejecimiento, entre otras cosas porque los mayores que habrá dentro de 10 años hace tiempo que han nacido. Por el contrario, sí podría mejorar algo la natalidad en un proceso de acercamiento de los hijos habidos (1,3) a los deseados (2). Y si el panorama económico escampa, podría volver a invertirse el signo de las migraciones con nuevos extranjeros que lleguen y el retorno de los españoles que ahora salen.
Falta política familiar
Ojalá las cosas puedan ser así. Este cóctel de crecimiento positivo sería un bálsamo para nuestra castigada demografía. Pero no lo podrá ser si estas posibilidades no se encauzan debidamente. La hipotética subida de la natalidad necesita de una auténtica política familiar, no sólo basada en medidas económicas puntuales, sino en instrumentos permanentes de ayuda: para facilitar el acceso a la vivienda de las parejas jóvenes, para crear suficientes guarderías con horarios y precios asequibles y, sobre todo, para establecer una política correcta de conciliación entre vida laboral y familiar.
Hay que prever que volverán los inmigrantes y definir en ese caso un nuevo marco regulatorio que favorezca las corrientes legales necesarias, dificulte el tráfico de personas, respete sus derechos, haga cumplir las normas y favorezca la integración. Y debemos recuperar el talento con medidas que favorezcan su vuelta.
La mayor longevidad obligará a un mayor gasto sanitarioNo podemos olvidar que el envejecimiento es un fenómeno irreversible que exige políticas activas para aprovechar sus ventajas y enfrentar sus consecuencias. Seguramente habrá que pensar en un nuevo retraso de la jubilación, hacer más sostenibles las pensiones con sistemas mixtos de reparto y capitalización y prever el aumento de los gastos sanitarios y de atención a la dependencia. Las esperanzas de vida previstas (82 años para los varones y 87 para las mujeres, en 2022) harán necesaria una mayor inversión en salud.
Sé que no son buenos tiempos para establecer medidas como las mencionadas. Pero sé también que si estás cosas no se prevén con tiempo acabarán estallándonos entre las manos.
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