epidemia en áfrica
La capital de Guinea lucha por contener el virus del Ébola
Aumentan los casos registrados en Conakry, donde decenas de miles de personas viven en barrios sin luz ni agua corriente
eduardo s. molano
El brote de ébola que, desde febrero, asuela el oeste de África continúa con su mortal avance. En la capital de Guinea, Conakry, se han registrado al menos ocho casos de fiebres hemorrágicas, incluyendo una muerte, en los últimos tres días, según un informe del ... Ministerio de Salud del país africano y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Con ello, el número de casos sospechosos asciende a 111, con al menos 70 fallecidos (tasa de mortalidad del 63%). La gran mayoría de los incidentes se registraron al sur del país, considerado el epicentro de la epidemia, especialmente Guékédou (51 muertes de cada 73 casos) y Macenta (12 de cada 22). De igual modo, la epidemia también afecta a las vecinas Liberia y Sierra Leona, y este sábado, Senegal decidía cerrar sus fronteras con Guinea.
En virtud de la crisis, el viernes, la Comunidad Económica de los Estados del África Occidental ( Cedeao ) denunciaba que la crisis representa ya «una grave amenaza regional».
Aunque la mortalidad es más alta que en otras enfermedades (en algunos de casos es cercana al 70-90 por cien), en la actualidad, es posible dar un tratamiento de soporte oral e intravenoso para evitar que otras enfermedades compliquen la evolución del paciente y sus posibilidades de sobrevivir. En este sentido, el control de las comunidades que han servido de epicentro del brote es fundamental.
Los síntomas de la enfermedad incluyen fiebre repentina, debilidad intensa, dolor muscular y de cabeza e irritación de garganta, seguidos de vómito, diarrea, sarpullidos, fallos renales y hepáticos y hemorragias, tanto internas como externas.
De igual manera, ante el imaginario colectivo que vincula esta enfermedad con el consumo de homínidos, lo que sí se ha comprobado es que muchos de estos brotes comienzan con el contacto de una persona con un animal contaminado, caso de monos o pequeños mamíferos (esta semana, el ministerio de Sanidad de Guinea prohibía la comercialización y consumo de murciélagos en virtud de la crisis).
Precisamente, una de las críticas más comunes por parte de la población local es la demora en la resolución de estas epidemias. Éste es el caso de uno de los últimos brotes conocidos por el hombre, el ocurrido en la localidad de Bundibugyo, en la frontera entre Uganda y República Democrática del Congo.
«A finales de septiembre de 2007, y sin previo aviso, decenas de personas comenzaron a enfermar. Unos hablan de un chamán infectado proveniente del Congo, mientras que otros lo hacen de un vecino local que cogió el virus al ingerir carne de mono», aseguraba recientemente a ABC David K. Ssessanga, doctor en esta localidad y quien también se vio afectado por el virus.
El caso no fue menor. Durante los cerca de seis meses que duró la epidemia, al menos ciento cincuenta personas inocularon esta terrible enfermedad, mientras que cerca de una cuarentena fallecieron.
«Solo unos días después de iniciarse el primer caso, comencé a desarrollar los síntomas: fiebre, dolor abdominal, migrañas. Así que tomé la decisión de encerrarme en casa y avisar al equipo médico desplazado desde la capital del país, Kampala. Un mes después, me recuperé», reconocía Ssessanga.
Ahora, tras los casos de República Democrática del Congo y Uganda, la crisis se extiende al otro lado del continente.
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