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religión

Quiere abordar en los dos Sínodos de Obispos de 2014 y 2015 todos los problemas de la familia

efe

juan vicente boo

La decisión del Papa Francisco de convocar dos Sínodos consecutivos sobre la familia en 2014 y 2015 no tiene precedentes, pero en cambio las consultas a todos los obispos del mundo forman parte del trabajo normal, y suelen ser muy extensas, según precisaron el secretario general del Sínodo, Lorenzo Baldisseri , y el relator general, cardenal Peter Erdö , en la presentación del Documento Preparatorio.

El Sínodo «especial» de octubre del 2014, en el que participan sólo los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo y los jefes de departamentos del Vaticano, estudiará el «estado de la cuestión», a modo de radiografía de la situación de la familia en todo el planeta. En cambio, el Sínodo «ordinario» de octubre del 2015, formado por obispos elegidos entre ellos dentro de cada conferencia episcopal, abordará las «líneas operativas de pastoral de la persona humana y la familia».

No queremos reabrir el debate sobre la doctrina sino buscar soluciones a cuestiones concretasEl arzobispo Lorenzo Baldisseri recordó que «todas las asambleas sinodales comienzan con una consulta», cuyos puntos concretos –normalmente entre una veintena y un centenar– se envían a todos los obispos del mundo, quienes a su vez los distribuyen a los organismos y personas interesadas. El Vaticano los hace públicos siempre. En esa línea, las 38 cuestiones enviadas para el estudio de campo del Sínodo de la familia no constituyen ni «sondeos» ni «referéndums», y todavía menos en terrenos como el matrimonio, el divorcio o los sacramentos, en los que no va a cambiar mínimamente la doctrina.

En vista de la confusión creada por informaciones erróneas –y quizá maliciosas– la semana pasada, el cardenal Peter Erdö, subrayó que «no queremos reabrir el debate sobre la doctrina católica, sino tan sólo buscar soluciones a situaciones concretas».

Como la familia es un tema que afecta a todos los fieles, el Vaticano ha invitado a los obispos a enviar a su vez el cuestionario a los párrocos, para que a su vez mantengan consultas con los fieles. Naturalmente, se piden datos y opiniones sobre situaciones reales, que incluyen ahora en muchos países elevados porcentajes de parejas de hecho, leyes de matrimonio homosexual, leyes sobre reproducción asistida, etc.

No hay cambios de doctrina

Abordan también la ruptura de la solidaridad entre generaciones, la exasperación del individualismo en muchas sociedades, el funcionamiento –a veces demasiado lento– de los tribunales eclesiásticos de nulidad, el problema del exceso de horas de trabajo y de movilidad geográfica de quienes tienen un empleo, las consecuencias del paro sobre la familia, etc. En definitiva, se piden datos y opiniones para un diálogo claro sobre temas que algunos todavía consideran «tabú», porque prefieren ignorarlos. En este sentido, el Vaticano va por delante de algunos ambientes que todavía no se han adaptado a la línea de «puertas abiertas» y de prioridad misionera de este pontificado.

Se piden datos sobre temas que algunos consideran tabúLo que el Papa Francisco desea, en este terreno como en otros, es cambiar las actitudes. En primer lugar, redescubrir –mediante una preparación previa seria, en la que ayuden parejas ya casadas– la importancia del matrimonio religioso, que no es un mero rito social o una ceremonia para contentar a los padres. Al mismo tiempo, animar a los católicos a una actitud activa para resolver los enormes problemas prácticos de las familias, hoy mayores que nunca. Y por último, favorecer una actitud comprensiva y afectuosa respecto a los matrimonios rotos, teniendo presente que la Iglesia acoge con afecto a todas las personas y aprecia la ayuda de todos, creyentes o no.

Algunos párrocos y algunos católicos recalcitrantes no la han entendido todavía, creando en la práctica un clima hostil y de rechazo frente a los divorciados vueltos a casar. El hecho de que no puedan recibir la comunión no significa que no formen parte de la Iglesia, que no puedan colaborar en actividades de la parroquia o que no se les deba tratar con afecto, igual que a los demás fieles, o quizá más precisamente por su situación.

El arzobispo Bruno Forte, secretario especial del Sínodo, subrayó que el proyecto del Papa para este trabajo de revitalización de la familia a lo largo de dos años se caracteriza por «una atención prioritaria a la evangelización» y un «enfoque pastoral».

El prestigioso teólogo italiano precisó que «en definitiva, no se trata de debatir cuestiones doctrinales, explicitadas en el Magisterio reciente, desde el concilio Vaticano a la exhortación apostólica "Familiaris consortio" de Juan Pablo II en 1981, sino de anunciar de manera eficaz el Evangelio de la familia en nuestro tiempo, caracterizado por una evidente crisis social y espiritual».

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