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Más de cien españoles subsisten en Erfurt tras haber sido engañados por unas empresas intermedias

Dos empresas, que dicen ser intermediarias del Gobierno alemán, les ofrecieron un puesto de trabajo que no existe

Más de cien españoles subsisten en Erfurt tras haber sido engañados por unas empresas intermedias andreu jerez

andreu jerez

Pese al cansancio que desprenden sus caras, Diego López y Antonio Pérez (éste último, un nombre ficticio) no pierden el buen humor. «A este paso me voy a hacer famoso», asegura entre risas algo amargas Diego, un auxiliar de enfermería toledano de 21 años quien ha atendido a numerosos medios españoles e internacionales en los últimos días. Su colega Antonio, electricista que supera la treintena, prefiere mantener su identidad en secreto para «no preocupar a la familia».

Estos dos castellanomanchegos llevan desde el pasado 28 de septiembre en Erfurt, capital del Estado de Turingia. Forman parte de un grupo de 128 españoles procedentes de Castilla-La Mancha, Madrid y Canarias que siguen varados en la región germanoriental. Aproximadamente la mitad de ellos todavía no tiene un contrato, aunque sí muchas promesas tanto de las instituciones alemanas como de las españolas, porque de las dos empresas (Sphinx Consulting y K.S.P. AV) que los trajeron a Alemania han dejado de tener tener noticias.

Para Diego todo comenzó en agosto cuando fue a registrarse como desempleado en una oficina del INEM de Toledo . Al llegar, el joven vio un cártel que anunciaba MobiPro EU, un programa del Ministerio de Trabajo de Alemania para reclutar a jóvenes que desean realizar una formación profesional en el país centroeuropeo: Berlín quiere cubrir así la necesidad de mano de obra cualificada que padece su economía y ayudar a los países más golpeados por el desempleo juvenil.

«Hablé con el orientador del INEM y me informó de que el plazo de inscripción ya había finalizado», cuenta Diego. «Le dije que hablaba un poco de alemán, porque había estado en Berlín. Entonces me aseguró que eso me daba más opciones para conseguir una plaza y que iba a enviar mi solicitud por si acaso». A los dos días, Sven Knierenschild, titular de la empresa Sphinx Consulting con sede en Madrid, llamó a Diego, le hizo una breve entrevista telefónica en alemán y acto seguido le dijo que había sido seleccionado para el programa MobiPro EU. Diego le preguntó si tenía que firmar algún contrato o documento. Sven contestó que no, que él se ocupaba de todo.

La llegada de los españoles a Erfurt en diferentes oleadas destapó un caos absoluto: las dos empresas alemanas no tenían preparada una infraestructura para absorber a tantas personas, los contratos de formación y las prácticas en el marco del programa MobiPro EU no existían, los alojamientos no correspondían con lo prometido por los intermediarios. De hecho, Diego, Antonio y otra veintena de jóvenes españoles siguen viviendo en unas salas comunes con literas en un destartalado e insalubre edificio de la antigua República Democrática Alemana.

Se les fue de la mano

La situación se les fue de las manos a las empresas intermediarias. Así lo aseguran trabajadores del Welcome Center, una oficina pública situada en el centro de Erfurt, cuyo objetivo es orientar a extranjeros que quieren abrirse paso en el mercado laboral de Turingia y que se ha volcado para solucionar la situación de los 128 españoles varados.

Pero, ¿cómo pudo convertirse un aparente programa de movilidad laboral financiado por el Gobierno alemán en un caos tan tremendo? Tanto la Cámara de Comercio e Industria como la de Cámara de Oficios de Erfurt niegan haber llegado a algún acuerdo formal o informal con las empresas intermediarias . Sólo reconocen que mantuvieron reuniones puntuales con ellas. Desde la Consejería de Empleo y Economía de Castilla-La Mancha aseguran que los intermediarios dijeron participar en el programa MobiPro EU, coordinado por los Gobiernos español y alemán, y que no lo comprobaron porque venían con muy buenas referencias.

Mientras, tanto Sven Knierenschild, de Sphinx Consulting, como Kerstin Schmidt, titular de K.S.P. AV, afirman que no han solicitado subvención alguna del Estado alemán: la señora Schmidt reconoce al teléfono que su negocio consistía en recibir dinero de cada unas de las empresas alemanas en las que conseguía colocar a un joven español. Eso era todo. De los contratos de formación, de las prácticas, de las subvenciones públicas y del programa MobiPro EU no hay nada de nada.

En cuanto a la embajada española en Alemania, su consejería de Empleo admite haberse reunido con los representantes de las empresas intermediarias a principios de este año, pero niega haber firmado un convenio de colaboración con ellos. En definitiva, nadie parece querer asumir responsabilidad alguna sobre el engaño ejercido por los intermediarios a los jóvenes españoles, en el caso del grupo manchego con el auspicio del Gobierno regional. Pese a la desesperación vivida estas semanas, Diego y Antonio no pierden la esperanza de que t odo se acabe solucionando, ni tampoco de que se depuren responsabilidades. Y tienen una cosa clara: a España, de momento, no piensan volver.

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