ENTREVISTA

«Los pacientes deben tener acceso a lo mejor pero no en la puerta de su casa»

Jesús San Miguel, uno de los hematólogos europeos de mayor prestigio acaba de cambiar 37 años en la sanidad pública por un puesto en la Clínica de Navarra que aúna investigación, docencia y asistencia

«Los pacientes deben tener acceso a lo mejor pero no en la puerta de su casa» ABC

N. RAMÍREZ DE CASTRO

Desde el 1 de septiembre el catedrático Jesús San Miguel es el nuevo director de Medicina Clínica y Traslacional de la Universidad de Navarra, un puesto que deja en sus manos la estrategia científica de la Clínica, el centro de investigación CIMA y la Facultad ... de Medicina. A Pamplona llega con «ilusión», con un reciente premio Jaime I de Investigación y la experiencia de décadas como médico, investigador y profesor. Su reto, imbuir esta triple función a todos los profesionales. «Sólo así meteremos la innovación en la cabeza de los médicos», dice.

–En plena época de ajustes en la Sanidad pública y con las listas de espera disparadas su salida parece una huida del sistema público.

–Todo lo contrario. A veces se reviste la sanidad pública de tintes demasiado oscuros. España goza de un excelente modelo sanitario, aunque puede que en la última década nos hayamos dormido un poco en los laureles a la hora de hacer reformas al modelo de excelencia creado en la década de los 80. Entonces la Sanidad pivotaba sobre los médicos, había una dedicación muy intensa a los hospitales y una gran ilusión. Todo ello facilitó la creación de un sistema sanitario coste-eficiente.

-En esa época la sanidad pública no estaba transferida a las comunidades autónomas. ¿Deberíamos volver a centralizar la sanidad?

-Creo que la sanidad de entonces tenía muchas cosas buenas que habría que recuperar. Por ejemplo, entonces no había duplicidades. No había de todo en todos los sitios pero sí lo mejor para todos. Si un paciente de cualquier rincón de España necesitaba un trasplante tenía la garantía de que se lo iban a hacer en un centro de altísima calidad y gran experiencia. Deberíamos reflexionar si no hemos creado demasiadas unidades de alto coste. Debería haber lo mejor para todos pero eso no tiene que estar en la puerta de casa.

–¿Y esa burbuja la ve solo en asistencia o también ocurre algo parecido con las unidades de investigación de los hospitales?

–No, es enormemente positivo que en todos los hospitales universitarios haya unidades de investigación y sea obligatorio investigar. Cuando el médico no investiga, la calidad asistencial pierde innovación, algo clave.

–¿Hay riesgo de que la sanidad pública se vacíe de expertos de prestigio como usted para refugiarse en la privada?

–No, no lo creo. En realidad, no sé lo que se entiende muy bien por sanidad pública y privada. Yo estoy ahora en un centro que fundamentalmente da un servicio público, donde todos los médicos tienen dedicación exclusiva, el horario se prolonga hasta las siete de la tarde y los médicos tienen que hacer docencia, investigación y asistencia. El Clínic de Barcelona, por ejemplo, es un centro con una gestión diferente al de otros pero hace un servicio público con una calidad asistencial excelente. Yo estoy hablando de una sanidad privada en un hospital que tiene vocación de servicio público. La Clínica de Navarra estaría deseosa de ver muchos más enfermos de lo que se ha llamado la seguridad social.

–Pero su centro, a diferencia del Clínic de Barcelona, es un hospital totalmente privado.

–Sí, pero no por falta de voluntad de atender a más enfermos. Sería deseable que hubiera muchos más conciertos que permitieran atender en Pamplona a cualquier paciente por el mismo coste que tendría en otro centro. Eso sería absolutamente deseable. Como igual de deseable sería que un paciente de Granada, con una patología especial, pudiera ser atendido en el Hospital Doce de Octubre de Madrid.

–¿Defiende entonces un modelo en el que el paciente llega a un centro y es atendido con su tarjeta sanitaria sin preocuparse de si está en un hospital público o privado?

–La verdad es que no he recapacitado sobre esta pregunta, pero no suena mal, siempre que todos los centros ofrecieran la máxima garantía y calidad al paciente y el lucro no estuviera presente. Que el enfermo entre por la puerta y lo único que deba tener presente es que va a recibir una buena asistencia con la cobertura completa.

–Ha destacado que los médicos de la Clínica Universitaria de Navarra tienen una dedicación exclusiva. ¿Debería exportarse ese modelo?

–Sí, sin duda, es el sistema en el que he trabajado siempre.

–Sin embargo, la mayoría de sus colegas son médicos en la sanidad pública de 8 a 3 y redondean su sueldo por la tarde en la privada.

–Creo que el médico debería tener una retribución apropiada para poder trabajar de forma exclusiva y con un horario prolongado en la tarde. Las soluciones como las peonadas o el acúmulo de guardias han sido negativas para el sistema sanitario. Si realmente se necesitan peonadas es que lo que nos hace falta es un horario diferente, por ejemplo, de 9 a 7 de la tarde. Con consultas de mañana y de tarde y con quirófanos funcionando desde primera hora a la tarde.

–Si esto se cumpliera, diríamos adiós al sistema funcionarial para los médicos.

–Yo he sido funcionario y nunca me he sentido funcionario.

–¿Y no cree que habría colegas suyos que se resistirían?

–Puede y sería un error importante. La sanidad perdió una gran oportunidad cuando se generó esa gran bolsa de interinos. Habría sido un buen momento para hacer una nueva organización de los profesionales y crecer en función del trabajo. Lo que no puede ser es que el sueldo sea el mismo para todos los médicos, trabajen o no trabajen.

–¿Se atreve a dar su opinión sobre las últimas reformas que ha realizado el Ministerio de Sanidad, con la eliminación de la tarjeta sanitaria para los «sin papeles» o el copago de medicamentos para pensionistas?

-No sé si estas son las medidas que hacen falta. Creo que las necesarias deberían ser de un calado más profundo, como esa reforma del horario de los profesionales sanitarios de la que hemos hablado o proporcionar un sueldo digno sin necesidad de hacer peonadas… O fortalecer muchísimo la atención primaria. Nuestro sistema sanitario debe pivotar en la atención primaria y la enfermería. Hay que conseguir que el paciente vaya mucho menos al hospital. También apostaría por un modelo de medicina ambulatoria. El médico de familia no es el facultativo que hace las recetas, es el que resuelve todos los problemas para que el paciente vaya solo al hospital cuando tiene un problema serio.

–¿Qué oferta tan tentadora le han hecho en Navarra para que renunciara a 37 años de trabajo en la sanidad pública?

–Pues simplemente, ponerme delante un reto que he defendido durante toda mi vida profesional. Siempre he creído que en los hospitales universitarios debe conjugarse la asistencia con la investigación y la docencia. Y eso no debe ser una teoría sino una realidad. El médico debe tener la obligatoriedad y el tiempo para investigar y analizar sus resultados.

–Usted ya lo hacía en el Clínico de Salamanca

-Yo sí pero hay compañeros de enorme valía que no tenían esa opción. Desde luego no me voy a Navarra por el sueldo porque voy a ganar exactamente lo mismo que en Salamanca. Si somos capaces de unir en los médicos que trabajan en un hospital universitario la docencia, la asistencia y la investigación creo que meteremos en la cabeza de los médicos la innovación. Quiero intentar si esto es posible y sueño con extrapolarlo a todos los hospitales.

–Uno de sus objetivos es crear un centro de mieloma, el tipo de cáncer de la sangre al que ha dedicado su investigación. ¿Sigue en pie?

–Sí, además de gestionar, voy a mantener mi actividad médica con una consulta de mieloma y seguiré investigando.

–No perdemos entonces un médico investigador para ganar un gestor

–No, sin duda. Creo que si dejara de ver enfermos de mieloma y de investigar no podría seguir soñando con este proyecto.

–En los últimos meses se han conocido varios avances prometedores en mieloma. ¿Estamos entrando en una edad de oro para este tumor?

–No sé si estamos entrando en una etapa dorada, pero sí puedo decir que estamos en un momento muy esperanzador para esta enfermedad.

«Los pacientes deben tener acceso a lo mejor pero no en la puerta de su casa»

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