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Francisco invita a los obispos italianos a reducir el desmesurado número de diócesis

«Los pastores no deben ser funcionarios, clérigos estatales preocupados más de sí mismos que del pueblo de Dios», asegura

Francisco invita a los obispos italianos a reducir el desmesurado número de diócesis reuters

juan vicente boo

El primer encuentro de más de 250 obispos italianos con el Papa Francisco para renovar la profesión de fe ha sido inolvidable por el afecto y, al mismo tiempo, la fortaleza del Santo Padre. El Papa fue directamente al grano invitándoles a reducir las 226 diócesis del país, y recordándoles que «los pastores no deben ser funcionarios».

El desmesurado número de diócesis en Italia es uno de los factores que lleva al «carrerismo» –la obsesión por «hacer carrera»- y al exceso de italianos en el Vaticano, ya que muchos obispos sin demasiado trabajo en su pequeño territorio miran a la Curia romana como una posibilidad de «ascenso».

España, con 45 millones de habitantes, cuenta con 69 diócesis. Según esa proporción, Italia, con 60 millones de habitantes, debería tener 104 diócesis pero, en cambio, suma 226. En sus primeras palabras a los más de 250 obispos, reunidos en la basílica de San Pedro, el Papa reconoció que no es fácil hacer recortes pero renovó su confianza en la comisión que está llevando a cabo esa tarea.

La Iglesia de Irlanda sufre el mismo problema , pues para sólo 6,4 millones de habitantes cuenta con 26 diócesis, sin que sea posible fundir entre ellas las más pequeñas. La resistencia a las llamadas a la reorganización que llegan de Roma es prácticamente el único punto en que están de acuerdo la mayoría de los obispos de Irlanda.

Desde que fue elegido Papa el pasado 13 de marzo, Francisco ha insistido en que la Iglesia no consiste en «estructuras», y menos en «instituciones caducas» que han dejado de tener sentido. Ese mismo mensaje repitió a los obispos italianos diciéndoles que los pastores «no somos expresiones de una estructura o de una necesidad organizativa», al tiempo que les invitaba a no bajar la guardia ante las tentaciones en ese terreno.

«La falta de vigilancia», le advirtió Francisco, «hace al Pastor tibio, distraído e impaciente, lo seduce con las perspectivas de la carrera y el atractivo del dinero». Por si fuera poco, «le vuelve perezoso, transformándole en un funcionario, un clérigo estatal preocupado más de sí mismo, de la organización y las estructuras, que del verdadero bien del pueblo de Dios».

Eran palabras duras, pero no resultaban hirientes pues Francisco les hablaba con gran afecto y les prevenía frente al enemigo común, «el Demonio, que aprovecha para aislarnos en la amargura, en las quejas y el desaliento».

Al final, bajó del presbiterio para saludar personalmente a los 250 obispos. Para cada uno de ellos tuvo una sonrisa, una broma, un abrazo y a veces un par de besos como es frecuente en Italia.

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