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ENTREVISTA

Wert: «La reforma educativa es imprescindible para evitar un paro elevado en el futuro»

El ministro de Educación asegura a ABC que una ley que no estuviera orientada al empleo «sería suicida»

Wert: «La reforma educativa es imprescindible para evitar un paro elevado en el futuro» JOSÉ RAMÓN LADRA

MANUEL TRILLO

El ministro recibe a ABC apenas tres horas después de que el Consejo de Ministros diera el visto bueno a un proyecto de ley que busca acabar con los pobres resultados del sistema educativo español y acabar con el alto fracaso escolar. Pero, a largo plazo, el objetivo de José Ignacio Wert es evitar que se perpetúe el insoportable desempleo que sufre nuestro país.

-Más que una reforma, este proyecto es un cambio radical que pone patas arriba la educación. ¿Era necesaria?

-Es un cambio profundo, pero no radical. De hecho, es una ley de reforma de la LOE. Hemos modificado los aspectos que más inciden en lo que no funciona del sistema, la formación profesional. En cambio, la reforma sobre la Enseñanza Secundaria Obligatoria y sobre la postobligatoria no es tan importante, no va a obligar a hacer grandes adaptaciones a los centros. Lo que sí es muy importante es que el Estado se configura como garante de que en todas las materias se cumplen determinados mínimos, a través de una nueva configuración de las asignaturas, que pasan a ser troncales, específicas y de libre configuración autonómica.

-Si utilizarámos un término económico de moda, ¿cómo está la prima de riesgo de la educación en España?

«Si la sociedad se conforma con el fracaso escolar, se condena a la mediocridad»

-Hombre, yo no hablaría de prima de riesgo, pero las debilidades son bien conocidas: una tasa de abandono escolar temprano que dobla la media europea, una débil tasa de titulación en formación profesional, una proporción muy baja de alumnos excelentes y una altísima tasa de repetición. A los quince años casi el 40% de los estudiantes ya ha repetido al menos un curso y eso da lugar a mucha ineficiencia económica porque los repetidores es lo que más encarece el sistema. Todo esto tiene una influencia muy determinante en el déficit de empleabilidad de los jóvenes españoles. Esta reforma es imprescindible, porque un país que se acostumbra a un abandono escolar temprano del 25% está proyectando una tasa de paro elevada por falta de capacitación de su población durante mucho tiempo, y a eso hay que ponerle remedio cuanto antes.

-Usted habla mucho de medir resultados en educación. Pero ¿qué objetivos concretos se fija la ley?

-Son evidentes. Reducir el abandono escolar temprano, conseguir mayor flujo hacia la formación profesional...

-¿Pero se puede también cuantificar?

-Esto es como el déficit público, tenemos un objetivo marcado en la Estrategia Europa 2020, que para la Unión es del 10% y para España del 15%. Mi ambición es que lo superemos. En la tasa de alumnos excelentes, hay que aproximarse a las medias europeas en las comparativas. Y más flexibilidad y transitabilidad. Queremos que exista un flujo desde la formación profesional básica a los ciclos de grado medio y superior, y a la Universidad, de modo que no aparezca como una carretera de segundo orden, sino que sea un camino tan digno como el Bachillerato.

-¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué tenemos unos resultados educativos tan pobres?

-Estoy seguro de que quienes hicieron la LOE y la Logse lo hicieron desde la mejor voluntad, siguiendo la orientación característica de los partidos socialdemócratas. Era la filosofía de la comprensividad, que trajo consigo la confusión entre igualdad de oportunidades e igualdad de resultados y el despojar al sistema de toda la cultura del esfuerzo. [El historiador] Tony Judt explicaba cómo en Inglaterra esa confusión dio lugar a que un sistema público excelente se deslizara hacia la mediocridad y a que aumentara la diferencia con el privado. Cuando privas al sistema público de métricas que evalúen su desempeño y de la tensión a la excelencia, en aras de una bienintencionado propósito de equidad, produces un resultado contrario, agrandas la distancia con el sistema privado. Por eso es totalmente infundado que esta ley favorezca al sistema privado. Ni al público ni al privado, se favorece a las dos.

-¿La reforma salva la escuela pública?

-Eso sería arrogante, una ley por sí misma no salva nada. Tiene que ir acompañada de un espíritu de sus destinatarios, que asuman lo que la ley les está pidiendo, en este caso esfuerzo, entender que la educación no es un juego, requiere esfuerzo, compromiso. Una sociedad que se conforma con tasas de retorno educativo como las actuales se está condenando a un futuro mediocre. Quien no tenga una cualificación adecuada tendrá muy difícil encontrar trabajo. Me llama la atención que en un país con un desempleo juvenil del 57% se diga que una reforma educativa es mercantilista. No podría no serlo. No mercantilista, sino orientada a la empleabilidad. Una reforma educativa no orientada a la empleabilidad sería suicida.

-Toda la corriente en contra de la ley, con una huelga el pasado día 9, ¿es por falta de compromiso de ese objetivo de esfuerzo que pide?

-No puedo juzgar las intenciones de cada uno. Pero es muy importante que quienes critican entablen un debate argumentativo, no basado en el prejuicio. Ésta es una ley basada en la evidencia de las debilidades del sistema y propone terapias, que quizás no sean las únicas ni las mejores. Pero eso es lo que hay que debatir, no decir a priori que es segregadora o algo tan insólito como lo que he escuchado a la vicesecretaria general del PSOE, que van a derogar una ley que no se ha llegado a discutir. Eso es negar la función del Parlamento.

-¿Qué margen de maniobra hay para incluir modificaciones en el texto?

«El margen de negociación en el Congreso es amplísimo»

-Por nuestra parte, amplísimo. Es posible que algunos entiendan que en conceptos ideológicos es imposible el acuerdo. Si es así, propondría centrarnos en la arquitectura de la ley, en la reducción de fracaso escolar y el incremento del rendimiento. Sobre eso no hay tanta distancia y es lo esencial de una ley educativa.

Aquí me gustaría una precisión. Se habla de que esta es la séptima ley educativa de la democracia y de que cada vez que cambia un gobierno cambia la ley. No, esta es la tercera y, si se me apura, la segunda. En realidad, sobre la arquitectura del sistema ha habido una ley, la Logse de 1990, una modificación parcial en la LOE y ahora la Lomce, que tampoco la pone patas arriba. No hay por qué considerar irreformable la educación. Ninguna ley educativa puede tener hoy la vocación de durar cien años.

-¿Ha encontrado la fórmula mágica que contentará a los alumnos que quieran Religión y los que buscan una escuela completamente laica?

-Estamos obligados a cumplir los compromisos internacionales, el tratado con la Sante Sede de 1979, además de hacer lo que la inmensa mayoría de los estados de la UE, que contemplan la oferta obligatoria de una asignatura de Religión, con rango evaluable, y quequienes no la cursen deban cursar otra asignatura, de manera que elegir Religión no sitúe a los alumnos en una posición desfavorable. Eso es estrictamente lo que hemos hecho. Puntúa en la evaluación continua y forma parte de la media, como la «asignatura espejo». Pero no entran en las evaluaciones nacionales, como es natural.

-¿Y a la hora de pasar de curso?

-Cuenta como cualquier otra asignatura. Sólo se puede pasar curso con dos suspensos, salvo que coincidan matemáticas, lengua o lengua cooficial.

-El Supremo ampara que se retire la financiación pública a colegios con cducación diferenciada por sexos. ¿Cuál es la postura de la ley?

«La Logse agrandó la distancia entre escuela pública y privada»

-La Lomce recoge la Convención de la Unesco sobre no discriminacón en la enseñanza, según la cual si esa impartión diferenciada no se traduce en una situación discriminatoria para uno de los dos géneros es admisible. Y si no supone discriminación, no se justifica discriminarla a la hora del sostenimiento con fondos públicos. Aquí hay una utilización muy ideológica de algo de importancia menor, estamos hablando del 0,65% de los centros. Se saca de quicio.

-Una cuestión más personal: ¿Ha convencido a su hermano de las bondades de la ley?

-Si algo me disgusta en el ruido social sobre la ley, es que la llamen Ley Wert. No es la Ley Wert. Ha colaborado mucha gente del Ministerio y mucha gente con la que se ha dialogado desde el primer borrador. Los elementos personales tienen que jugar lo mínimo, y lo mínimo idealmente es nada.

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