El Papa denuncia el daño que causan a la Iglesia los «carreristas y trepas»
Francisco pide un aplauso para la Virgen de Luján en la fiesta de la Patrona de Argentina
Juan vicente boo
“¡Un aplauso a la Virgen de Luján! ¡Más fuerte, que no oigo!”, pidió el Papa en plena audiencia general de los miércoles a más de ochenta mil fieles que desbordaban la capacidad de la plaza de San Pedro. El resultado fue un aplauso atronador.
Antes de saludar a los peregrinos, Francisco había depositado un ramo de flores ante una imagen de la Virgen de Luján colocada especialmente en el estrado. El santuario de Luján, cercano a Buenos Aires, fue visitado por Juan Pablo II en 1982, y es muy conocido desde entonces en Roma.
Durante su catequesis, el Papa habló del Espíritu Santo, añadiendo una y otra vez comentarios espontáneos que enriquecían mucho el texto escrito. Al final, volvió a insistir con otro comentario justo antes de dar la bendición: “Debemos escuchar al Espíritu Santo dentro de nosotros. ¿Y qué nos dice? ¡Que Dios es padre! ¡Que Dios nos ama! ¡Y que Dios nos perdona siempre!”.
«Madres, no solteronas»
Con el mismo entusiasmo había hablado de la maternidad justo antes de la audiencia general, en un encuentro con 800 superioras de órdenes y congregaciones religiosas femeninas de todo el mundo, reunidas estos días en Roma.
En un comentario al margen del discurso les dijo que “la mujer consagrada es madre. ¡Debe ser madre, y no solterona! ¡Perdonadme!”, e insistió en que “esta maternidad es importante. Sois madres como figura de María y de la Iglesia madre. Sois la imagen de María y de la Iglesia”.
Con la misma claridad denunció “el daño que causan al pueblo de Dios los hombres y mujeres de Iglesia carreristas y trepadores que usan al pueblo, la Iglesia, los hermanos y las hermanas –a quienes deberían servir- como trampolín para sus propios intereses y ambiciones personales”.
Como despedida de las religiosas, les manifestó, emocionado, “mi gratitud personal por vuestro trabajo, que no siempre es fácil. ¿Qué sería la Iglesia sin vosotras? Le faltaría la maternidad, el afecto, la ternura y la intuición de madre. Yo rezo por vosotras. ¡Rezad también por mí!”.
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