Los últimos días de Francisco I
jesús lillo
A Francisco I le quedan cuatro días mal contados para darse a conocer. Como Eurovisión , la final de un «Gran Hermano» pasado de rosca y edredón o el sorteo extraordinario de Navidad, siempre muy repartido, la elección del Papa ha situado a la Iglesia ... en el centro de un vistoso escaparate que de manera progresiva se irá apagando para dejar al Obispo de Roma a dos velas, o cirios. La biografía del nuevo Papa, sus dichos y hechos, aficiones y hábitos, pecados y milagros , son la comidilla pasajera de quienes acuden de higos a brevas a la iglesia, como el que asiste a un teatrillo, para comentar el montaje e ignorar la obra, mayormente por incómoda. Por Dios.
Al Papa Francisco le quedan cuatro telediarios para darse a conocer
Al Papa argentino le quedan cuatro telediarios y dos retransmisiones en directo, conectamos con la casa, para dejar en el público universal, extramuros, una impresión más o menos fija, una estampa que en adelante y tras el apagón informativo, por llamarlo de alguna manera, va a tener que soportar la suma y la carga de la escandalera con que la Iglesia suele reaparecer en los medios cuando cae el telón del espectáculo: vatileaks, abusos sexuales, camarillas, dineros opacos, preservativos y cosas así, el Evangelio contado a los niños, sin complejidades teológicas. Por peteneras.
Se estrena Francisco I en Semana Santa, pascua mayor de una Iglesia que, entendida como pueblo, no ha sido capaz de asimilar la crudeza expresiva y sin concesiones de Benedicto XVI y que ahora apuesta, entendida como institución, por la comercialidad de un argentino que desde el primer momento ha dado muestras de sus dotes para la interpretación. Predicar con el ejemplo resulta más llevadero que hacerlo desde el conocimiento, elemento en retroceso, pero los oficios del ya inminente ciclo pascual van a poner a prueba, a ver si queda alguien en el patio de butacas para contarlo, la verdadera dimensión del nuevo Papa, obligado a sobrevivir en una escena informativa que exige gestos y aspavientos, pero cuyas formas teológicas van a ser la clave del papel que, fuera de los medios, para el que ha sido elegido, ha de representar. Para la audiencia, para el público que se alimenta de sensaciones , Francisco I tiene que permanecer en cartel a través de la anécdota, género para el que parece sobrado, pero quien se la juega aquí es la Iglesia, esa Chiesa susurrada que en tiempos de Benedicto XVI hablaba en latín. Al nuevo Papa se le entiende bastante bien, pero la que tiene que comunicar es la Iglesia. Por Dios.
Los últimos días de Francisco I
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