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Los caballos del Este alimentan las hamburguesas europeas

Las importaciones europeas han disminuido sospechosamente desde que irrumpió la crisis

Los caballos del Este alimentan las hamburguesas europeas REUTERS

enrique serbeto

La crisis en varios países donde el caballo era un artículo de lujo y la mecanización del campo en los que acaban de incorporarse a las ayudas comunitarias han provocado un declive de la cabaña equina en toda Europa. Esa rápida pérdida de valor de los animales se habría mezclado con la creciente necesidad de rebajar costes en el proceso de fabricación de alimentos a base de carne picada, una industria en la que, según los datos de la Comisión Europea, el caballo no representa ni siquiera un 1% de la producción global, comparado con el 62 % el vacuno y el 33 % el cerdo. Esta es una de las pistas que sigue Bruselas para buscar el origen de la crisis de desconfianza que ha provocado la aparición de carne de caballo en preparados que se vendían como de ternera.

La Comisión ha constatado que el número de caballos se está reduciendo en toda la UE, en parte debido a la mecanización en los países recién incorporados a las ayudas europeas y en parte debido a la crisis en los demás países, donde un sector considerado como un lujo superfluo está siendo dejado de lado. El problema es que, a diferencia de lo que puede hacerse con un tractor o una moto vieja, a un caballo no se le puede dejar en un rincón olvidado. «En la UE había 3,6 millones de caballos en 20112, pero desde 2009 existe una tendencia clara a la disminución, debido principalmente a la mecanización en países como Polonia, Rumanía y Bulgaria, pero también reflejando la situación de un objeto de lujo en tiempos de crisis» afirma Fanny Dabertrand, portavoz del departamento de agricultura del ejecutivo comunitario.

«Es evidente que ha habido un cambio en el mundo del caballo. La crisis se está notando y tener un caballo se ha vuelto cada vez más caro y difícil. Y es probable que eso tenga algo que ver con lo que ha pasado con la mezcla de carnes. Es más, es muy probable», afirma en privado el propietario de un centro de equitación de los alrededores de Bruselas, que se niega a que se publiquen datos que permitiesen reconocerle, «porque por el momento la situación es muy confusa». Los costes de mantenimiento de un caballo han aumentado y el precio de los animales ha bajado, puesto que ahora hay poca gente que invierta en un animal caro de mantener.

Lo más sorprendente es que Europa necesita importar carne de caballo -cada año unas 30.000 toneladas- la mayoría de Canadá, Argentina y últimamente de Estados Unidos. Y lo más sorprendente aún es que esas importaciones han disminuido desde 2009, coincidiendo con el inicio de la crisis y la llegada del grueso de las ayudas a los países del este. José Bove, el cabecilla de los activistas agro-ecologistas franceses, está convencido de que han sido las reglamentaciones europeas las que han contribuido a favorecer «un aflujo extraordinario de carne de caballo en los mercados locales», aunque luego se ha descubierto que el centro de la trama estaba en una empresa de preparados bien francesa, «Spanguero» a la que el propio gobierno de Paris ha señalado retirándole la licencia de actividad.

«En Rumanía hay todavía muchos carros tirados por caballos que circulan por las carreteras» dice el periodista rumano Luca Niculescu, que reconoce sin embargo que la modernización del parque móvil del país ha contribuido a reducir el número de cuadrúpedos. Sin embargo, no siempre esos animales son aptos para el consumo, no solo por su elevada edad, sino porque han estado sometidos a tratamientos veterinarios. Esa es la razón por la que la Unión Europea ha introducido el análisis de Fenilbutazona en las muestras de carne de caballo que se han mezclado de forma frauduilenta. En Gran Bretaña se han encontrado señales de ese analgésico en algunas de las muestras, lo que confirmaría que se trata de animales que tiraron en vida de un carro o que tuvieron una misión deportivo-recreativa.

Si el creciente desinterés por el mundo de los caballos está en el origen de un aumento de la oferta de animales, la complejidad de un mercado más o menos controlado y en el que los productos cruzan varias fronteras en todas direcciones antes de acabar en manos del consumidor, pueden explicar lo sucedido. Para la Comisión Europea, sin embargo, la crisis demuestra todo lo contrario, que, como dice Frederic Vincent, el portavoz del comisario de sanidad, esta crisis «demuestra que los controles funcionan y son efectivos». Para abonar sus tesis insiste en que el de la carne de caballo es un sector minoritario apenas 53.000 toneladas al año, una minucia comparado con el de la carne de vacuno que mueve 8 millones de toneladas.

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