Seis españoles, entre los miembros de una secta detenidos en México

Catorce extranjeros –entre ellos, seis españoles– y diez mexicanos han sido detenidos en el norte del país acusados de pertenecer a una organización delictiva que, bajo el paraguas de una secta, se dedicaba al secuestro y a la extorsión. En la redada, llevada a cabo por personal del Instituto Nacional de Migración, el Ejército y la Policía Federal, los agentes allanaron una casa en Nuevo Laredo (Tamaulipas) donde se hacinaban los integrantes del culto, incluidos varios menores, que vivían en condiciones insalubres.

Además de los seis españoles, entre los miembros no mexicanos de los llamados Defensores de Cristo hay dos brasileños, dos bolivianos, dos venezolanos, un argentino y un ecuatoriano. Su captura fue posible gracias a las denuncias contra «un grupo de extranjeros que se dedicaban a cobrar el pago de diezmo» y privaban de la libertad a personas de distintas edades, a las cuales exigían realizar trabajos forzados para pagar la cuota convenida. A cambio, la secta prometía la salvación eterna, viajes astrales y la sanación de enfermedades (desde el alargamiento del pene a la cura del cáncer).

Aunque el diario «El Mañana de Nuevo Laredo» y diferentes estudiosos de las sectas sostienen que el grupo estaba liderado por el español Ignacio González de Arriba, un asturiano que asegura ser la reencarnación de Jesucristo, las autoridades apuntan al venezolano José Arenas Losanger Segovia como jefe de la banda. Arenas, que entró al país con visa de turista en 2006, dirigía las empresas Centro de Bioprogramación de Market 2000 y Corporación Fénix INC, además del culto Defensores de Cristo, firmas que no cuentan con registro en la Subsecretaría de Población, Migración y Asuntos Religiosos. Aunque no han trascendido los nombres de los otros españoles, en diversas páginas de internet se menciona a Encarnación Cantón y Tito Chukri Mohamed como parte de su camarilla.

La prensa local detalla la denuncia de una de las víctimas de la secta, Olivia, quien se unió a la organización hace cuatro años cuando buscaba ayuda para superar la muerte de su hijo de pocos meses. Un amigo le habló del Centro de Bioprogramación, donde se enseñaban técnicas para “evitar el dolor físico, mejorar la autoestima, las relaciones familiares, desarrollar habilidades de comunicación”, según la publicidad que el grupo insertaba en los medios. Olivia pagó 2.500 pesos (unos 145 euros) por el primer curso. «Desafortunadamente, me gustó lo que escuché», y la joven siguió asistiendo a cursos hasta quedar aislada de su familia y sin un centavo en los bolsillos.

Es en esos cursos de «bioprogramación» donde se escoge a quienes después formarán parte de los Defensores de Cristo: a esos «elegidos», los «puros de corazón», se les promete enseñarles los preceptos para el «doctorado en metafísica teológica» que permite usar «la energía piramidal para hacer milagros». El «óbolo» es de 180.000 pesos (casi 10.500 euros). Para poder pagar dicha cantidad, Olivia se puso a trabajar en el Centro.

Los integrantes del círculo más cercano al líder, unas veinte personas, son llamados apóstoles. Una vez dentro de la secta, los incautos debían tener relaciones sexuales con los apóstoles y sus esposas, además de buscar mujeres para que tuvieran sexo con el «maestro». Olivia asegura que uno de los seguidores del gurú llegó a vender un riñón para pagar su cuota y varias mujeres practicaron la prostitución. «La verdad, no te das cuenta de lo que haces. Es tanto el daño psicológico, el control que logran en ti, que te vas sometiendo». En septiembre de 2010, la joven sufrió un accidente automovilístico que la tuvo en cama varios días, apartada del grupo: «Eso me salvó».

De momento, sólo tres «defensores» han sido presentados ante el juez , entre los que está González de Arriba. Aunque la embajada de España en México derivó cualquier información a la Oficina de Información Diplomática, en Madrid, fuentes oficiales aseguran que los otros cinco españoles están siendo interrogados a la espera de que las autoridades decidan si proceder contra ellos (por el momento no están detenidos, sino en condición de «presentados») o expulsarlos del país, al haber vencido sus permisos migratorios. La Justicia podría encausarlos por los delitos de inducción a la prostitución, fraude y asociación ilícita.