Dido Carrero tiene un nombre que llama la atención, no es habitual en Oviedo, donde nació en 1994. Es el homenaje que hicieron sus padres a la ópera de Henry Purcell que recrea los amores entre la reina de Cartago y Eneas. Con este antecedente, todo hacía pensar en que sus pasos profesionales se dirigirán hacia una carrera de letras, pero tras la selectividad se inclinó por la biología. Hoy es doctora en biomedicina y oncología molecular por la Universidad de Oviedo. Pero la vena cultural la lleva también en la sangre y tiene el grado profesional de piano además de ser licenciada en Arte.
Actualmente trabaja en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en Madrid en un proyecto sobre el cáncer hereditario para investigar las causas genéticas de la enfermedad y poder aplicar tratamientos específicos o consejo genético a estas familias en el futuro.
Poniendo la vista en la próxima década, Dido señala que “es bastante difícil tener una imagen de en qué podría estar trabajando, porque la ciencia es bastante cambiante y poco estable. Pero si pudiera elegir me gustaría seguir trabajando aquí, en el CNIO, en investigaciones para luchar contra el cáncer en la unidad de bioinformática”.
La investigación para combatir el cáncer, según Dido, “va a mejorar exponencialmente, gracias a todos los desarrollos que se han venido produciendo estos últimos años, como puede ser las técnicas de edición o la secuenciación genómica que nos van a permitir aplicar todos esos conocimientos para mejorar la calidad de vida de los pacientes. Esto es probablemente lo que veamos en los próximos diez años”, afirma.
Para Dido, el gran avance de la última década “son las técnicas de edición genómica que posibilitan, no sólo la investigación, sino también una futura aplicación clínica”.
El futuro pasa por la instauración general de la medicina personalizada, explica Dido. Que comenta que permitirá un “tratamiento específico en función de las claves y las características moleculares y genéticas de un paciente, lo que se traducirá en una mejora del tratamiento y el pronóstico”.
Pero Dido destaca que es muy importante difundir lo que hacen investigadores como ella para que “la gente esté esté preparada y conozca bien, qué herramientas tenemos y qué cosas van a ser posibles en los próximos años”.
Dido se muestra optimista y no duda en afirmar que “el cáncer tiene cura y ya se está curando”. Señala que es un mal ligado a la longevidad de la gente y “vemos como lo que era mortal en la Edad Media, como una gripe, hoy no lo es. Creo que simplemente tenemos que investigar cuáles son las causas que provocan el cáncer y ver cómo tratarlo e incluso prevenir la aparición de estas enfermedades”, afirma.
Durante el trabajo de su tesis doctoral en la Universidad de Oviedo, Dido trabajó en la secuenciación del genoma de una medusa inmortal. “Lo que observamos fueron una serie de cambios moleculares genéticos que podrían ser responsables de este fenotipo inmortal. Esto quiere decir que este animal es capaz, no solo de vivir para siempre, sino además de volver atrás en el tiempo de rejuvenecer”, explica.
Sin embargo, Dido lo tiene muy claro cuando le preguntamos si quiere ser inmortal. “Yo no, ni inmortal, ni rejuvenecer, creo que ese no es el objetivo real de nuestras investigaciones. Nosotros no buscamos conseguir la vida eterna, sino mejorar la calidad de vida en estos últimos años de vida y que no aparezcan enfermedades asociadas a la edad”, concluye de forma tajante.
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