Medioambiente

El mago que convierte la basura en energía

David Donoso
PhD en ingeniería industrial

Vídeo ABC

Charo Barroso

Estiércol de animal, biomasa de estaciones depuradoras, restos de microalgas, residuos de la industria del papel, de industrias agroalimentarias… se utilizan para fabricar lo que se denominan biocombustibles avanzados. Algo de lo que sabe muy bien David Donoso, un joven ciudadrealeño de 28 años al que se le daban tan bien las matemáticas como la filosofía y, entre lo uno y lo otro, acabó optando por hacer ingeniería industrial. Eso sí, en su tierra, porque David encarna ese espíritu del ‘made in Spain’ y del apego a las raíces. “Quería estudiar en Ciudad Real, en la Universidad de Castilla La Mancha, y allí hice mi trabajo fin de máster y, de seguido, mi tesis doctoral sobre biocombustibles terpénicos de origen residual para el transporte. Aunque durante un tiempo estuve en Reino Unido en la Universidad de Northumbria”, cuenta este ingeniero quien tiene claro el potencial de estos combustibles renovables para descarbonizar el planeta.

Con muchas horas de investigación a las espaldas junto al Grupo de Combustibles y Motores de la UCLM y en colaboración con el Grupo de Estudios Ambientales de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) estudió cómo los residuos de la industria frutícola, como la piel de naranja, de la industria papelera, como la trementina cruda sulfatada, o de la industria vinícola, como las pepitas de uva, entre muchos otros, pueden transformarse en biocombustibles siendo una alternativa viable en motores actuales. “Estudiamos el uso de biocombustibles avanzados en automoción y aviación, estudiamos su producción, propiedades, prestaciones y emisiones en motor, con el principal objetivo de reducir la contaminación ambiental provocada por el uso de combustibles fósiles en el transporte”, explica.

Estos nuevos combustibles basados en residuos no solo representan una alternativa a la gasolina, el diésel y al queroseno de aviación para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que, además, “son claves para la economía circular, porque permiten retirar miles de toneladas de residuos que hoy suponen un problema ambiental. Además, se pueden emplear como combustibles drop-in en vehículos ligeros y pesados, aviones, barcos actuales e, incluso, en la industria aeroespacial, sin necesidad de hacer ningún tipo de cambio en el motor. Son ya una realidad”. De hecho, el combustible que se suministra en las estaciones de servicio ya contiene más de un 10% de combustible de origen renovable.

Hoy David trabaja como Científico en el área de Product Design para Repsol S.A. en el Repsol Technology Lab de la localidad madrileña de Móstoles. Pero sigue tan arraigado a su tierra como antes, y cada día vuelve a casa, aunque tenga que hacer dos horas de trayecto. No le importa, porque reconoce que le apasiona su trabajo y, aunque va en tren, reconoce que le encanta conducir y que, por supuesto, utiliza combustible renovable”.

Donoso, reconocido fan del programa El Hormiguero y a quien le encanta la investigación y la docencia universitaria, tiene claro el poder de los biocombustibles avanzados: “Vamos a poder utilizar los residuos que generamos como sociedad, sin tener que enviarlos a vertedero. Tenemos la tecnología para volver a utilizarlos. Y, además, rebajar las emisiones de gases de efecto invernadero. Es una gran noticia para el planeta”.

Aunque ya son una realidad, todavía queda un largo camino investigador por delante en este sector. Ya se estudian los combustibles sintéticos (conocidos como e-fuels), de los que existen algunas plantas piloto, o los biocombustibles de cuarta generación, que aún no se comercializan y que van un paso más allá: modifican genéticamente los microorganismos para mejorar la eficiencia en la captación y almacenamiento de CO2. Y es que, a la búsqueda de soluciones sostenibles para la movilidad le quedan, todavía, muchos kilómetros por delante.

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