«La piel del pollo es clave para que no se reseque, sobre todo si lo vas a cocer o asar al horno», explicó. Cristina, que lleva años al frente de la pollería familiar, lo tiene claro: «Mi madre siempre echaba las pechugas al puchero con piel, porque así quedan más jugosas. Luego se la puedes quitar, claro. Pero para cocinar, es fundamental».
Un pollo que ha vuelto «a resurgir como el ave fénix»
Cristina contó que el pollo fresco ha vuelto a tener protagonismo en las cocinas: «Se nota que hay más interés por una alimentación saludable. La gente joven viene al mercado buscando pollo de calidad». Según ella, cada vez se valora más lo artesanal, el trato cercano y el saber elegir bien entre un pollo de corral o uno de granja. «La diferencia está en la alimentación y el estilo de vida del animal. Y se nota en el sabor».
Trocear un pollo: más fácil de lo que parece
En el programa, Cristina demostró paso a paso cómo cortar un pollo entero sin necesidad de cuchillos profesionales. «La clave está en seguir la articulación y tener el cuchillo bien afilado», decía mientras separaba alas, muslos y pechugas con habilidad. «Y no se tira nada», insistía. «Hasta los huesos sirven para un buen caldo».
¿Filetes, horno o barbacoa? Depende de la parte
Además de enseñar a trocear, Cristina ofreció recomendaciones para cada tipo de cocinado: «Las alitas quedan espectaculares al horno o fritas, sobre todo si se les deja la piel, que se pone crujiente. La pechuga es mejor para filetes o plancha, pero siempre más sabrosa si conserva la grasa natural de la piel durante la cocción».
Consejos de conservación y compra: lo que no te dice el supermercado
Cristina también explicó cómo conservar el pollo fresco: «En la nevera, un día como mucho. Si no lo vas a cocinar, mejor congelarlo enseguida». También alertó sobre los productos ultraprocesados: «Un filete de pollo que dura una semana en el frigo, lleva más conservantes que carne. Siempre mejor fresco y sin aditivos».
Conclusión: cocina con piel… y con cabeza
Lo que parecía un consejo de madre, Cristina lo convirtió en regla de oro: la piel del pollo es más útil de lo que creemos. Sea en un puchero, una barbacoa o un asado, ayuda a conservar el sabor y la jugosidad. «Después, si quieres, se la quitas. Pero para cocinar, no la apartes tan rápido», sentenció con una sonrisa esta experta sevillana que cambió las finanzas por los cuchillos… y no se arrepiente.
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