SALUD
El nutricionista Pablo Ojeda explica el motivo por el que comer rápido engorda: «Hay una zona del cerebro…»
Según el nutricionista sevillano, la velocidad al comer influye en cómo digerimos los alimentos
Seis alimentos que el nutricionista Pablo Ojeda recomienda tomar para mejorar nuestro estado de ánimo: «Son claves para tu salud»
«Comemos muy rápido y no disfrutamos en absoluto de los sabores y de la comida»
Pablo Ojeda durante su intervención en el programa 'Las Mañanas de Kiss'
El nutricionista sevillano Pablo Ojeda (@pabloojedaj82) ha participado recientemente en el programa Las Mañanas de Kiss, de KISS FM, para hablar de algo que muchas veces pasamos por alto en nuestro día a día: la velocidad a la que comemos. Y ... es que, según explica, comer rápido puede hacernos engordar, y no solo por comer más cantidad, sino por lo que ocurre en nuestro cerebro cuando lo hacemos.
¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando comemos con prisa?
Ojeda lo deja claro desde el principio: «Comer rápido engorda». Pero la clave está en entender por qué. Cuando comemos deprisa, solemos hacerlo con cierta ansiedad o tensión, algo que activa una zona muy concreta del cerebro: el cerebro primitivo, también llamado cerebro reptiliano.
Esta parte del cerebro es la que se encarga de los instintos más básicos, los que nos han ayudado a sobrevivir desde los inicios de la humanidad. Y entre esos instintos, hay uno muy claro: acumular energía para tiempos difíciles.
Así que cuando comemos con ansiedad o sin parar, este sistema interpreta que estamos en una situación de «alerta» y hace todo lo posible por retener calorías y almacenar grasa. Es su forma de protegernos, aunque en realidad, hoy en día, no necesitamos comer así para sobrevivir.
Comer despacio: el cambio que puede marcar la diferencia
Además de este mecanismo cerebral, hay otro factor importante: cuando comemos rápido, no damos tiempo a nuestro cuerpo a decirnos que ya ha tenido suficiente. La señal de saciedad, que es la que nos avisa de que estamos llenos, tarda entre 10 y 15 minutos en llegar al cerebro. ¿El resultado? Cuando comemos deprisa, es muy probable que acabemos comiendo más de la cuenta sin darnos cuenta. Y eso, con el tiempo, se traduce en un aumento de peso.
Frente a esta costumbre tan extendida, Pablo Ojeda propone algo tan sencillo como poderoso: aprender a comer más despacio. No se trata solo de una cuestión de educación o estilo, sino de salud. Al comer con calma, damos tiempo al cuerpo a procesar mejor los alimentos, la digestión mejora y, sobre todo, la sensación de saciedad llega en el momento justo, lo que evita excesos. Además, comer tranquilo reduce el estrés, mejora el bienestar y nos ayuda a estar más presentes en el momento.
Algunos consejos fáciles para empezar a comer despacio
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Mastica bien cada bocado, no tengas prisa por tragar.
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Evita comer con pantallas delante, ya que distraen y hacen que comamos sin darnos cuenta.
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Haz pequeñas pausas durante la comida, baja los cubiertos entre bocados.
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Presta atención a cómo te sientes, y no esperes a estar lleno para dejar de comer.
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Respira, relájate y disfruta del momento.
Y es que muchas veces solemos pensar que el problema está en lo que comemos, pero Pablo Ojeda nos recuerda que el cómo comemos también importa —y mucho—. Comer rápido, con ansiedad o de forma automática puede llevarnos a ganar peso sin darnos cuenta, mientras que comer despacio, con atención y sin prisa, puede ayudarnos a mantenernos en equilibrio y sentirnos mucho mejor. Así que la próxima vez que te sientes a la mesa, recuerda el consejo de Pablo: come despacito... y sin estrés.
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