Miguel Saldaña, médico cirujano: «No recomiendo dejar de fumar antes de una operación»

Su postura no tiene nada que ver con defender el hábito de fumar —él mismo reconoce que dejar el tabaco es beneficioso—, sino con explicar por qué hacerlo a última hora puede complicar más que ayudar.

Saldaña señala que, cuando una persona abandona el tabaco de golpe, aparecen dos efectos de manera casi inmediata. El primero es el síndrome de abstinencia, que suele venir acompañado de nervios, irritación y una sensación constante de inquietud. Esto, sumado a la tensión natural que genera una operación, puede convertir los días previos en un periodo especialmente incómodo.

No es raro que, cuando se acerca una cirugía, el paciente ya llegue con cierto nivel de preocupación. Añadir un cambio brusco como dejar de fumar en ese mismo momento solo contribuye a aumentar el estrés.

El segundo punto que menciona el cirujano es quizá el más importante. Tras dejar de fumar, el cuerpo comienza a «limpiar» los pulmones. Esto hace que, durante varias semanas, aumenten las secreciones y aparezca una tos que, aunque normal, puede ser muy molesta.

Y es ahí donde está el problema, ya que esa tos puede complicar notablemente el postoperatorio. Cualquier intervención que implique puntos, cicatrización o sensibilidad abdominal o torácica se ve afectada cuando el paciente no puede evitar toser con frecuencia. Según Saldaña, esa tos incrementa el dolor y puede entorpecer la recuperación.

Lo que Saldaña quiere decir es que si vas a dejar de fumar, debes hacerlo con tiempo, no pocos días antes de una cirugía. Abandonar el tabaco sigue siendo una de las decisiones más saludables que se pueden tomar, pero como explica Saldaña, el momento elegido influye directamente en cómo se vive la operación y la recuperación.

Por lo general, muchos especialistas recomiendan dejar de fumar entre cuatro y ocho semanas antes de una intervención. Con ese margen, el cuerpo ya ha pasado por la fase de tos y el nivel de ansiedad se ha estabilizado, permitiendo que el paciente llegue a quirófano en mejores condiciones.

Pero la recomendación más segura es siempre consultar directamente con el cirujano o el anestesista. Cada caso es distinto, y hay operaciones en las que la indicación puede variar. Lo importante es no tomar decisiones sin orientación profesional.