La doctora Sara Marín deja claro cuáles son los alimentos que no debes tomar si tienes migrañas: «Cambia el tamaño de los vasos sanguíneos y puede dispararlas»

La doctora Sara Marín, conocida en Instagram como @uncafecontudoctora, ha explicado en uno de sus últimos vídeos que el dolor de migraña no se produce únicamente por la dilatación de los vasos sanguíneos. «Aunque durante la migraña sí ocurre vasodilatación, ese no es el origen real del dolor», aclara. Según Marín, el verdadero desencadenante es un proceso inflamatorio dentro del cerebro que activa de manera anormal ciertas neuronas del tronco del encéfalo y del nervio trigémino. Es decir, la migraña es una respuesta compleja del sistema nervioso, y la alimentación, los hábitos de sueño y el estrés juegan un papel mucho más importante de lo que solemos pensar.

No todos los alimentos afectan a todas las personas de la misma manera, pero existen algunos que con frecuencia se relacionan con crisis de migraña. Los productos que alteran el tamaño de los vasos sanguíneos o que contienen compuestos inflamatorios suelen ser los más problemáticos. La doctora Marín señala que el queso curado, por ejemplo, «tiene tiramina que cambia el tamaño de los vasos y puede disparar la migraña». De forma similar, el vino y los embutidos contienen sustancias que pueden favorecer la vasodilatación, y los refrescos con aspartamo pueden activar las neuronas del dolor en personas sensibles. Incluso el café, si se consume en exceso, puede empeorar las crisis, aunque en pequeñas cantidades puede incluso aliviarla.

Afortunadamente, existen alimentos que pueden ayudar a reducir la inflamación y proteger los vasos sanguíneos, contribuyendo a prevenir las migrañas. Espinacas, aguacate, salmón y frutos secos aportan nutrientes como magnesio, grasas saludables y antioxidantes, que favorecen la relajación de los vasos sanguíneos y protegen el sistema nervioso. Otros alimentos como el kiwi, el brócoli o el pimiento rojo también ayudan gracias a su alto contenido en antioxidantes y vitaminas.

Más allá de la alimentación, ciertos hábitos cotidianos pueden influir de manera significativa en la frecuencia de las migrañas. Mantener horarios de sueño regulares ayuda a equilibrar los ritmos cerebrales y reduce la probabilidad de crisis. La hidratación constante es clave, ya que una deshidratación leve puede alterar la presión dentro de los vasos cerebrales y activar el sistema del dolor. La exposición a la luz natural por la mañana contribuye a regular la producción de serotonina y melatonina, dos hormonas implicadas en la migraña. Además, técnicas sencillas como aplicar frío en la cabeza y calor en los pies o manos pueden redistribuir el flujo sanguíneo y aliviar temporalmente el dolor.

Es por eso que la doctora Sara Marín subraya que las migrañas son el resultado de un proceso complejo en el cerebro en el que intervienen tanto la alimentación como el estilo de vida. Evitar ciertos alimentos que alteran los vasos sanguíneos y apostar por opciones nutritivas y antiinflamatorias puede reducir la frecuencia y la intensidad de las crisis. Como ella misma afirma: «Ya sabéis que está todo conectado».