Distinguido el belga que devolvió la vida a los Pozos de la Nieve

Dirk Winderickx es ingeniero agrónomo y cuenta con una larga trayectoria profesional. Su trabajo le ha llevado a conocer varios países y, también, a cumplir su sueño de niño: vivir en África . En este continente, durante cinco años, ha gestionado plantaciones y producciones agrícolas con éxito. Motivos personales y nuevas metas le llevaron a decidir un nuevo lugar de residencia.

¿Volver a Bélgica? Demasiado lejos de África. Así que optó por una posición intermedia y así apareció España en sus planes. La localidad de Dos Hermanas acoge desde 1991 a este belga que se enamoró del ser y esencia del sur desarrollando en nuestra provincia sus inquietudes empresariales.

Amigos natales de Sierra Morena y constantes visitas de fin de semana al municipio de Alanís le llevaron a fijar su atención en un pueblo de paso: Constantina . Un edificio abandonado desde hace décadas, a las afueras, y cargado de historia se convirtió en su innovador proyecto empresarial: un alojamiento rural.

En el año 2000 compró el edificio y comienzó la aventura. Proyecto, reformas y mil intentos para conseguir la financiación. En 2007 se puso en marcha este alojamiento rural y volvió así a la actualidad de la comarca este edificio del siglo XVII aportando una mirada diferente al turismo rural.

En 2004 recibió una mención especial con la que Unión Europa Nostra resalta su compromiso con la rehabilitación del patrimonio cultural e histórico. Europa Nostra es la federación que da forma a un movimiento ciudadano internacional nacido con el reto de «proteger y celebrar el patrimonio cultural y natural de Europa». La Reina Sofía entregó esta distinción a Dirk Wonderickx.

Situado a dos kilómetros de Constantina por la salida hacia Cazalla de la Sierra. Este edificio barroco del siglo XVII es bautizado así por los ciudadanos de Constantina haber sido durante siglos una fábrica natural del hielo, con albercas en su pradera y pozos en su interior.

Estos pozos, construidos junto con el edificio en 1696 , con una profundidad de 12 y 14 metros, conservaban desde el invierno hasta verano el hielo que se recogía casi siempre de noche en las albercas exteriores.

Este hielo era un recurso muy preciado por lo que quedó sólo al alcance de pudientes de alta sociedad sevillana. Los carreteros de la comarca, los más valorados de la zona en la época por lo complicado de las rutas que sorteaban, llevaban de noche el hielo hasta la capital.

Además de fábrica natural de hielo, esta construcción ha sido sede de una comunidad religiosa, almacén y matadero. Este último bajo el nombre de «Santa Bárbara», nombre que aún corona la puerta principal. En la fachada se conservan unas lápidas que testifican que en 1684, bajo el reinado de Carlos II, el Ilustrísimo Cabildo y Regimiento de Sevilla compró los pozos y las albercas.

Dirk Winderickh se siente agradecido al pueblo por su acogida. Trabaja para que Los Pozos de la Nieve también sea lugar de encuentro de artistas y referente en eventos culturales. Según este empresario, no hay receta de éxito, sólo creer en uno mismo, confiar en el proyecto y nunca rendirse.

Espera en un plazo no muy largo conseguir que el patrimonio cultural que hoy alberga este alojamiento rural sea conocido y valorado más por vecinos y visitantes. Sabe que ha vencido muchas tempestades, y, a veces, se ha sentido poco apoyado por las administraciones públicas.

Pero no se arrepiente del camino recorrido y va concretando nuevos proyectos de ampliación, difusión y participación sobre la protección y disfrute de este emblemático edificio de la comarca de la Sierra Morena sevillana.