Este es el pueblo más antiguo de Sevilla: tiene miles de años y el mejor pan de la provincia

Gandul, ubicado cerca de Alcalá de Guadaíra en la comarca de Los Alcores, es un yacimiento arqueológico que data de la Edad del Cobre, también conocida como el Calcolítico (3000-2000 a.C.). Este lugar alberga una impresionante necrópolis megalítica, compuesta por dólmenes y tumbas colectivas que nos transportan a las primeras comunidades que habitaron la región. Estas estructuras funerarias, como los dólmenes y cuevas artificiales, reflejan la complejidad social y ritual de aquellos antiguos pobladores.

A pesar de no ser un pueblo habitado en la actualidad, Gandul fue clave en diversas épocas históricas. Desde la prehistoria hasta la llegada de los visigodos, este enclave fue un punto estratégico y cultural que ha dejado una huella imborrable en la historia de Sevilla.

El legado de Gandul no se limita a la Edad del Cobre. Durante la transición al Neolítico, la zona ya albergaba comunidades que dejaron huellas de su paso a través de herramientas, cerámicas y restos arquitectónicos. Más tarde, en la Edad del Bronce y la época tartésica, Gandul continuó siendo habitado, contribuyendo al desarrollo de una de las civilizaciones más antiguas de la península ibérica: los tartessos.

Además, durante la dominación romana y la era visigoda, Gandul mantuvo su relevancia como un enclave de interés estratégico. Aunque no evolucionó como un núcleo urbano como ocurrió con Itálica en Santiponce, su riqueza arqueológica lo convierte en uno de los lugares más fascinantes de la provincia.

A diferencia de otros lugares históricos de la provincia, Gandul se distingue por su antigüedad y la diversidad de épocas que abarca. Mientras Sevilla capital comenzó a desarrollarse como asentamiento en el año 1000 a.C. con los turdetanos, Gandul ya albergaba vida humana más de un milenio antes. Este dato lo convierte en uno de los puntos más antiguos y ricos en historia de toda Andalucía.

Uno de los aspectos más curiosos y menos conocidos de Gandul es su vínculo con la literatura y la gastronomía. En el Siglo de Oro español, el pan de Gandul se ganó una reputación inigualable. Tanto fue así que escritores como Miguel de Cervantes lo mencionaron en sus obras. En su novela Rinconete y Cortadillo, Cervantes describe «las hogazas blanquísimas de Gandul», destacando su calidad excepcional.

La fama del pan de Gandul también está ligada a la tradición panadera de Alcalá de Guadaíra, cuyo gentilicio, 'panadero', honra esta herencia. Y es que hoy en día, aunque Gandul no es un pueblo habitado, su legado sigue vivo en las tradiciones y productos de la región.

Aunque hoy Gandul no figura como un pueblo en los mapas, su relevancia histórica y cultural perdura. Es un recordatorio de cómo las primeras comunidades de la península dejaron su huella en el paisaje que hoy conocemos.