De Málaga a La Puebla de Cazalla para un vuelco de droga que acabó en un crimen

Desde este martes se sientan en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Sevilla para ser juzgados por un tribunal popular siete personas por aquellos hechos. Cinco de ellos lo hacen por asesinato. Se enfrentan a penas que van desde los 28 a los 36 años de cárcel. Un sexto está acusado de encubrimiento y un séptimo, primo de la víctima, por cómplice en un delito contra la salud público.

Según la Fiscalía, en la tarde del 15 de noviembre de 2019, los cinco principales investigados, Marcos, Alhasan, Cristian, José Antonio y Nicanor, se desplazaron desde Málaga hasta La Puebla de Cazalla, donde habían concertado una cita con el fallecido a fin de «negociar el precio de la venta de una plantación de marihuana» que este último poseía.

Pero «por causas desconocidas», el trato no llegó a concluir ese día, por lo que se citaron ambas partes para el día siguiente en una nave propiedad del primo de la víctima, uno de los siete que se sientan el banquillo. Sobre las 18,00 horas del sábado 16 de noviembre, los cinco investigados se desplazaron nuevamente desde Málaga y se adentraron en el municipio.

Marcos, Alhasan y Cristian llegaron en un vehículo Seat Ibiza que había sido arrendado por el también encausado Joaquín, hermano del primero y acusado de encubrimiento, «quien se encargaba habitualmente de suministrar a los demás el vehículo a utilizar, si bien no tenía conocimiento de la finalidad del uso del mismo ni estuvo presente el día de los hechos», como precisa la Fiscalía en su relato de los hechos.

De su lado, José Antonio y Nicanor llegaron en un segundo coche que había sido arrendado por un conocido del primero de ellos. En primer lugar se adentraron en la nave la víctima, su primo Rafael, quien le ayudó a preparar las bolsas de marihuana y a su posterior pesaje, y José Antonio, quien «inició la negociación y procedió igualmente en el pesaje de la sustancia», asevera la Fiscalía, que añade que este acusado «se presentó» ante el fallecido «como un intermediario, si bien participaba en la compra de la marihuana de forma activa».

Así, «a sabiendas de la intención de los acusados de sustraer la totalidad de la marihuana», este último investigado le pidió al primo de la víctima que abandonara la nave, alegando que los compradores eran muy reticentes a terceras personas, de forma que, una vez el vendedor se encontraba solo en el interior de la nave, José Antonio abandonó la misma y se dirigió a un bar cercano donde se encontraba esperándolo, en funciones de alerta, Nicanor.

En ese momento, y según el relato del Ministerio Público, hicieron acto de presencia Marcos, Cristian y Alhasan, quien, «con ánimo de acabar con la vida» de la víctima y «en ejecución del plan preconcebido por los acusados para facilitar la sustracción de la sustancia estupefaciente y exhibiendo un arma que portaba, comenzó a disparar» al vendedor, llegándole a alcanzar un proyectil en la zona del tórax.

Ante los fuertes estruendos de los disparos, el primo de la víctima corrió para auxiliarle, momento en el que Alhasan, «con ánimo de acabar con su vida, comenzó a dispararle», consiguiendo esquivar dos proyectiles sin resultar lesionado. La llegada del primo del fallecido y de otros vecinos del lugar impidió a los investigados hacerse para sí de la marihuana (74 kilos con un valor en el mercado de más 120.000 euros), quedando la misma abandonada en el interior de la nave. Huyeron rápidamente de La Puebla en un único vehículo. La víctima murió a las seis y media en el centro de salud del pueblo a consecuencia del disparo recibido.

No fue hasta junio de 2020 cuando la Guardia Civil informó de que había ha desarticulado un grupo al que responsabilizaba del crimen de La Puebla y que se dedicaba a robar droga a otras organizaciones . En la operación 'Marpu' fueron detenidas ocho personas, vecinas de Málaga.

Los agentes averiguaron que el grupo criminal estaba compuesto principalmente por tres jóvenes que ejecutaban el «vuelco» de droga, que robaban a otras bandas. Por otro lado, estaban los intermediarios que contactaban con la víctima, se ganaban su confianza y el día del asalto se aseguraban de que estuviera en una situación de vulnerabilidad, solo y en lugar aislado, como apunta la Fiscalía que ocurrió con el vecino de La Puebla de Cazalla.

Alhasan, al que la Fiscalía señala como el autor del disparo, había huido fuera de España, posiblemente a Alemania. Es lo que barajaban los agentes, que conocieron que el 25 de febrero de 2020 este implicado iba a viajar a Madrid para encontrarse con una expareja, por lo que fue seguido y detenido en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz.

Durante la primera sesión del juicio, las partes personadas han expuestos sus alegaciones previas. La representante del Ministerio Fiscal ha sido tajante al describir lo sucedido como un asesinato precedido de un vuelco de droga. Se ha mostrado convencida de que participaron todos los acusados en los hechos que se van a juzgar. «Todos conocían que iban de Málaga a La Puebla para robar la droga. No fue un ajuste de cuentas ni un mal negocio, sino un plan preconcebido».

En este sentido, la abogada de la viuda de Manuel Gómez ha señalado que los seis jóvenes acusados, a los que esta parte atribuye el asesinato, eran una banda organizada dedicada al tráfico de drogas y tenían un plan para acabar con la víctima y robarle.

Las defensas han coincidido en señalar que la víctima era un vendedor conocido de drogas. «Aquí nadie es un angelito», ha llegado a decir uno de los abogados defensores.

«No hay nadie tan ingenuo en el mundo del tráfico de drogas de quedarse a solas cuando está cerrando un trato de venta», ha indicado la letrada de Marcos para cuestionar que la víctima no estaba sola en el momento de los hechos, sino rodeadas de gente de confianza y lugartenientes.

Las defensas apuntan que el disparo fue fortuito, «un accidente», que terminó con la muerte de Manuel, después de las desavenencias surgidas durante la operación de compraventa de marihuana. En este sentido, ha sugerido que «la lógica hace pensar que tres jóvenes, en superioridad numérica, frente a la víctima, una persona mayor, no tienen necesidad de matarlo, podían maniatarlo».

Los abogados de los cinco acusados de asesinato han negado el plan preconcebido y la responsabilidad compartida, pues la muerte fue el resultado de la «emboscada» en la que se vieron metidos los chicos. «Fue una trampa para robarle el dinero». En este sentido, uno de los letrados ha explicado que un día le pidieron 20.000 euros y al día siguiente, otros 20.000 euros.

La defensa del primo de la víctima ha asegurado que su cliente reconoce los hechos que se le imputan: cómplice del delito contra la salud pública. «No voy a pedir que lo absuelvan, sino que lo condenen pero por lo que ha hecho y reconoce. Ha sufrido un castigo más grave, pues vio morir a su primo en sus brazos, y recibió disparos y estuvo a punto de morir. Confesó todo a la Policía, identificó a los autores y a los acompañantes».