Guardas rurales en Sevilla: 24 horas diarias siendo los ojos del campo
El Ayuntamiento de Fuentes de Andalucía mantiene desde hace siete años un servicio de vigilancia que ha reducido al mínimo robos y otras incidencias en el medio rural
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La vereda de Juan Ibáñez en Fuentes de Andalucía conduce al Cerrojín, una atalaya desde la que se pueden ver y vigilar los confines de su término municipal. Es uno de los puntos en los que cada día se paran los vehículos de ... los guardas rurales, dos profesionales que vigilan los campos del pueblo. Se trata de un servicio que se mantiene desde hace siete años y ha conseguido tranquilidad, no sólo para los agricultores, sino para el resto de los vecinos que los tienen como referentes de seguridad.
Miguel Osuna y Cristóbal Peñaranda son los guardas rurales de Fuentes de Andalucía. No sólo vigilan el campo para evitar los robos, también cuidan las veredas para que no haya vertederos ilegales, median en disputa de lindes y padrones entre vecinos, atienden accidentes, incendios o cualquier incidencia que ocurra en las 22.000 hectáreas de terreno del término que no forman parte de las tierras del castillo de La Monclova, una zona con su propia seguridad privada.
El municipio de Fuentes de Andalucía, situado en la Campiña del Bajo Guadalquivir, también sufría robos en el campo y otras incidencias que han disminuido considerablemente desde que Miguel y Cristóbal vigilan el término municipal. Pero no sólo son guardas rurales, con el paso del tiempo se han convertido en referentes de la vigilancia y, dicen, «nos llaman para todo». Una de las últimas veces fue para atrapar una culebra que se había colado en una vivienda del casco urbano.
En siete años pueden contar cientos de historias. Han intervenido en desapariciones y recuerdan especialmente aquella en la que un caballo se escapó por la autovía 4. «Llamamos a la Guardia Civil pero estaban en el puente del Centenario y esa carretera es muy transitada. Tuvimos que intervenir para evitar un accidente grave».
Por esta razón, son un apoyo importante para las Fuerzas de Seguridad porque cubren con su trabajo la escasez de recursos que hay en este sentido. «A veces llamamos, hay una sola pareja y está muy lejos, somos los primeros intervinientes», explica Miguel Osuna, que con 47 años es el más joven de los dos guardas rurales. Cristóbal Peñaranda se jubila en unos meses, y uno de los principales problemas que se plantean es quién lo va a sustituir que tenga la misma disponibilidad y vocación por este tipo de trabajo.
Gracias a este servicio, los fontaniegos se han quitado de la cabeza la antigua imagen del guarda rural al servicio del patrono. Ahora, aunque están contratados por el Ayuntamiento, su disponibilidad es completa y está dirigida a atender a la sociedad fontaniega. «Nos llaman para todo, antes que a la Policía Local o Guardia Civil. Siempre cogemos el teléfono».
Así es como describen Miguel y Cristóbal el servicio de vigilancia, 24 horas, 365 días al año. Se turnan cada dos días pero si hay alguna urgencia, los dos acuden. Van a comer a su casa, a descansar un rato y vuelven a recorrer los campos de Fuentes de Andalucía. En ellos han vivido todo tipo de aventuras y reconocen que aguantan porque el perfil requerido para el trabajo tiene que ser muy concreto.
Colaboración
Entre las características de un buen guarda rural está sin duda la de amar la naturaleza. Es la primera que describen ellos. «Nos gusta mucho cuidar del entorno». La vocación de servicio público mueve cada paso que dan. Ambos están en un grupo de whatsapp creado en colaboración con agricultores y vecinos para vigilar el municipio.
«Todo el que entra en Fuentes tiene que pasar por la gasolinera, en cuanto ven un vehículo raro ya están poniéndolo en el grupo. Igual que si detectan algún tipo de incidencia en el campo», cuentan. Esta colaboración, ha permitido que prácticamente no se den robos en el campo. «Antes de poner en marcha la guardería rural, había oleadas de robos en la campaña de aceituna o el resto del año, se llevaban muchas bombas de riego», explica Cristóbal.
En un principio, de la guardería rural de Fuentes de Andalucía se ocupaba una empresa privada, posteriormente se hizo cargo la Sociedad de Cazadores, después la Cooperativa Nuestra Señora del Rosario y, durante los últimos cuatro años, es el Ayuntamiento el que contrata directamente a los dos guardas rurales, aunque desde el principio ha subvencionado el servicio.
Miguel y Cristóbal recorren caminos y veredas y denuncian vertidos de escombros o basura o cualquier otra incidencia que dañe los bienes públicos de la zona, desde las fuentes hasta las veredas, es la principal función de su contrato. Pero en realidad están al servicio de todos y esto se traduce en tranquilidad para los vecinos que saben que hay cuatro ojos pendientes de lo que ocurra en el campo.
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