Una familia «muy querida» en Guillena que se ganaba la vida con una frutería

Según los testimonios recabados por este periódico, el matrimonio había conseguido salir adelante gracias al negocio particular que regentaban, una frutería. José Antonio, el padre, era propietario de una sociedad dedicada al comercio al por mayor de frutas y hortalizas, que distribuía a diario a otros pequeños negocios de la provincia. Cada día, se levantaba en torno a las dos de la madrugada para acudir al puesto de Mercasevilla del que era titular y en el que también contaba cola ayuda de su mujer y el mayor de sus hijos. Precisamente por su profesión, y por el vínculo que tenía con el municipio, era una persona muy reconocida entre sus vecinos.

Dicen sus allegados que siempre estaba al lado de su mujer, Antonia, a la que llamaban cariñosamente Toñi. Ella ayudaba a su marido en el negocio familiar, pero quienes la conocían aseguran que era por encima de toda una vecina comprometida con las causas del municipio, solidaria, y que nunca ponía reparos a la hora de echar un cable a quien se lo solicitaba. Durante muchos años ejerció como catequista en una de las iglesias de Guillena, lo que le permitió estar cerca de muchos de los niños de la localidad, a los que preparó para recibir el sacramento de la Primera Comunión. Algunos de ellos se acercaban esta mañana hasta su vivienda y dialogaban entre ellos sobre los recuerdos que guardaban de esa etapa.

José Antonio y Toñi habían tenido dos hijos varones. El mayor también se llamaba José Antonio y tenía 20 años de edad, según la información oficial que ha facilitado el Ayuntamiento de Guillena en el comunicado en el que decretaba tres días de luto en el municipio por esta pérdida. Al parecer, el joven se mudó a vivir a Sevilla junto a su pareja y se ganaba la vida en el negocio familiar, colaborando con su padre en el puesto de Mercasevilla. El pequeño, de sólo 16 años de edad, se llamaba Adrián y actualmente estaba cursando sus estudios en El Molinillo, el instituto de educación secundaria de la localidad, en el que era muy popular entre sus compañeros.

Toda la familia tenía una estrecha relación con los vecinos de Guillena y era frecuente verlos participar de las iniciativas y actividades que se ponían en marcha en el municipio. De hecho, algunos allegados que se han acercado esta mañana hasta la vivienda calcinada, confesaban que habían pasado la noche del sábado con ellos, en uno de los bares de la localidad, en el que estuvieron hasta más allá de las dos de la madrugada. Fue ahí cuando regresaron a la casa de la calle Fernando Martín, en la que un incendio cuyas origen está aún por esclarecer acabó por costarles la vida.