A la misa, además de decenas de vecinos de Aznalcóllar, entre ellos mineros y sus familiares, han asistido el alcalde y exminero, Juan José Fernández, el consejero de Industria, Energía y Minas, Jorge Paradela, y la consejera de Cultura y Deporte, Patricia del Pozo. No ha faltado el cura del pueblo, Ignacio del Rey, quien junto al regidor, de Izquierda Unida, llevan años reclamando el sueño de este municipio sevillano.
«Nuestra celebración tiene lugar en la parroquia del Sagrario, testigo silencioso de tantas noches de vigilia, oración, dolor y dignidad. Aquí, durante más de 270 noches, los mineros de Aznalcóllar y sus familias encontraron no solo un refugio físico, sino también espiritual. La Iglesia les abrió las puertas, porque el corazón de la Iglesia siempre ha estado abierto al sufrimiento del pueblo, como una madre que no abandona jamás a sus hijos. Hoy regresáis a esta misma casa, queridos aznalcolleros y aznalcolleras, no ya con el ceño fruncido por la incertidumbre, sino con el alma henchida de esperanza», ha manifestado el arzobispo durante su homilía.
Con esta misa se cumple lo prometido por el arzobispo y el alcalde, volver a la Catedral a dar gracias una vez el nuevo proyecto de explotación de la corta minera de Aznalcóllar contase con todos los parabienes administrativos, como así ha sido recientemente. El Ayuntamiento ha dispuesto autobuses para la ocasión para que sus vecinos estuviesen presente esta mañana en la Catedral.
Saiz Meneses también ha afirmado que la reapertura de la mina «no es una meta, sino un nuevo comienzo. Un comienzo lleno de retos, de exigencias, de trabajo responsable, pero también de grandes oportunidades. Hoy el pueblo de Aznalcóllar puede mirar al futuro con dignidad recuperada».
Ha tenido un recuerdo para el cardenal Amigo Vallejo por el ofrecimiento que hizo hace 27 años al pueblo de Aznalcóllar, que se encerró en el templo catedralicio 273 días de encierro en el marco del enconado conflicto laboral contra la antigua Boliden-Apirsa derivado del cierre de la corta minera tras el mencionado desastre medioambiental del año 1998.
Además, ha lanzado un mensaje a quienes se oponen a este proyecto: «Se han cumplido, según las autoridades competentes, todos los requisitos para garantizar un desarrollo sostenible. No hay contradicción entre trabajo y ecología, cuando ambos se integran en una visión cristiana de la dignidad humana y la responsabilidad sobre la tierra».
«Hoy habéis venido hasta esta Catedral varios centenares de personas desde Aznalcóllar, y lo hacéis en unidad, sin distinción de ideas, unidos por un motivo noble. Esto es ya un signo precioso del Reino de Dios: ver a trabajadores, autoridades, creyentes y no creyentes, todos compartiendo el mismo banco, rezando a un mismo Padre. Así se construye la paz social, así se edifica una sociedad reconciliada».
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