El archivero de La Puebla de Cazalla que reinterpretó el Quijote de Cervantes
José Cabello Núñez lleva quince años siguiendo los pasos del autor de la obra más importante de la literatura española como comisario real de abastos por la comarca

El archivero municipal de La Puebla de Cazalla, José Cabello Núñez, ha seguido durante más de 15 años los pasos que dio por varios pueblos de Sevilla y otras provincias andaluzas el escritor Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1626). Gracias a su tesón y ... curiosidad, dispone de nuevos e importantes datos sobre los años que estuvo el insigne escritor como comisario real de abastos para la provisión de las galeras de las Armadas Reales de España y de los galeones de las Armadas que escoltaban a la Flota de Indias, su relación con importantes personalidades de la época e, incluso, con la mujer de un mercader en la que confió su salario. Cada paso que sigue dando en sus investigaciones, le abre una nueva puerta al conocimiento sobre la vida de Cervantes, algunos resultados ya los ha hecho público, otros esperan que el hilo investigador del que tira, basado en documentos oficiales de la época, dé definitivamente sus frutos.
Gracias al trabajo de José Cabello, y a las horas de investigación que ha echado fuera de él, se ha convertido en uno de los estudiosos más relevantes de la vida de Miguel de Cervantes y Saavedra, autor de 'El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha' (1605/1615), la obra más destacada de la Literatura española. Y, lo más importante para la zona en la que trabaja, este investigador local fue el que descubrió por qué y cómo se desarrolla la presencia del ilustre escritor, no sólo en la localidad morisca, sino en su amplia comarca. Unos años después fue más allá, consiguiendo que se cambiara en las últimas traducciones del Quijote al castellano actual, una expresión cuyo significado se había malentendido durante casi cinco siglos.
Pepe Cabello, tal como lo conocen quienes están cerca, trabaja en un pequeño despacho situado al fondo de la preciosa biblioteca municipal de La Puebla de Cazalla, donde hay una zona especial dedicada a Cervantes. El lugar contiene, aparte de su mesa, el ordenador y la impresora, uno de los escasos lectores de microfilm que quedan en la provincia de Sevilla. Debido al resultado de sus investigaciones ha colaborado con el escritor y editor Andrés Trapiello y con José Manuel Lucía Megías, catedrático de Filología Románica y autor de una reciente trilogía sobre la vida de Miguel de Cervantes.
Uno de los últimos descubrimientos del archivero morisco, que ha salido en distintos medios de comunicación y revistas especializadas, ha resuelto una de las expresiones usadas por Miguel de Cervantes en 'El Quijote': 'lanza en astillero'. En 2015 y 2019 figuraba mal interpretada en las ediciones que Andrés Trapiello había realizado del libro, a pesar de estar considerada como una de las mejores traducciones al castellano actual.
Este mismo autor, después de conocer la conclusión a la que había llegado Cabello Núñez, con el que coincidió en una conferencia sobre la obra en Sevilla, cambió el significado, que se ha aceptado como definitivo en la última y más reciente edición. «La expresión lanza en astillero estaba traducida como lanza ya olvidada y es justo lo contrario, una lanza ya preparada, o lanza en ristre, como ahora propone Trapiello. Esta misma expresión de estar en preparación ya aparece en otros textos antiguos con el mismo significado», apunta el archivero.
«Cervantes, en el Quijote, decía de su libro que su historia era tan clara que `Los niños la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran´, así que la expresión estaba clara desde primera hora. Los hidalgos y caballeros de cada lugar, y cuantos vecinos dispusiesen de armamento, debían estar preparados para cuando el Rey los llamase para los alardes o revistas de las armas y caballos existentes para la formación de las milicias y ejércitos, de tal modo que sus lanzas, espadas y ballestas, no podían estar oxidadas ni en desuso».
En la actualidad, el Archivo Municipal de La Puebla de Cazalla cuenta con más de 250 rollos de microfilm. Cada uno de ellos contiene de 1200 a 1500 imágenes de documentación histórica relacionada con La Puebla de Cazalla que abarca desde el siglo XIII hasta finales del siglo XIX.
Documentos que ha localizado en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, Archivo Histórico de la Nobleza en Toledo, Archivo de la Real Chancillería de Granada, Archivo Histórico Militar de Segovia, Archivo General del Arzobispado de Sevilla y Archivo General de Indias. Además de todos los documentos conservados desde 1547 a 1894 en el Archivo de Protocolos Notariales de Morón de la Frontera correspondientes a las escribanías de La Puebla de Cazalla.
A Pepe Cabello aún se le erizan los vellos cuando recuerda el momento en el que se dio cuenta que había descubierto la relación de Cervantes con numerosos pueblos de la comarca, entre ellos La Puebla de Cazalla. «Llamé a mi mujer y a mi hija, las dos únicas personas que lo supieron desde primera hora. Porque después de descubrir el documento concreto, antes de hacerlo público, tenía que seguir tirando del hilo y confirmar que era totalmente creíble y el nombre que figuraba en el mismo se refería al famoso escritor», explica.
El documento concreto era una Carta de Obligación del año 1593 que se conserva en el Protocolo Notarial de Morón de la Frontera. Y en ella exponían la entrega de 974 fanegas de trigo y 174 fanegas de cebada a Miguel de Cervantes. El escrito forma parte del rollo 60 de todos los microfilmados. Y en la misma época, aparecen otros hechos históricos como varios testamentos en los que se citan a hermandades moriscas del siglo XVI y a otros proveedores de galeras que llegaron a la localidad por trigo antes que lo hiciera Cervantes. Esto confirma que era una actividad frecuente y propia de la época.
«Incluso encuentro la historia de un condenado a 30 años en galeras, Juan de Carmona, que está en la cárcel de La Puebla, y una venta de esclavos el 3 de marzo de 1593. El documento siguiente, fechado el 5 de marzo de este mismo año, es la Carta de Obligación del Ayuntamiento con Miguel de Cervantes, comisario real de abastos», cuenta Cabello.
En este primer documento, se descubre la relación que tenía Cervantes con Cristóbal de Barros y Peralta, considerado el mejor constructor de navíos de guerra del reinado de Felipe II (1527-1598). Por lo que el archivero cambiaría su pequeño despacho en La Puebla de Cazalla por el Archivo de Indias, centrándose en la documentación que se conserva sobre la Armada de los Galeones de la Flota de Indias. En ellos sigue encontrando información acerca de la labor del escritor que fue nombrado comisario real de abastos para la provisión de las galeras de España. Su primer encargo lo establecía en Écija y su entorno, incluyendo Las Ramblas y Castro del Río, ambos municipios de Córdoba, como lugares de trabajo.
La cara de Pepe Cabello contando las vicisitudes de los últimos 15 años de investigación hasta llegar al día de hoy es un ir y venir de emociones. Desde el momento que descubre ese primer documento, no deja de indagar, principalmente en sus ratos libres, y acaba encontrando (el 17 de diciembre de 2013) entre los libros de cuentas de la Armada lo que cobró Cervantes por el servicio prestado entre febrero y abril de 1593. Un total de 19.200 maravedíes fue su salario.
«La provisión de 19.200 maravedíes por su salario de 48 días que se ocupó en sacar 99 fanegas de trigo para provisión de la Armada, a razón de 400 maravedíes al día», dice el texto exactamente. Y lo más curioso, que en uno de estos legajos se afirma que la encargada de recoger este dinero fue 'Doña Magdalena Enríquez', bizcochera sevillana, mujer del empresario que surtía de bizcocho (un pan doblemente cocido) a los navíos de la Armada. Este pago se realizó el 9 de noviembre de 1593.
Cuentas de Felipe II
«Las cuentas de la monarquía de Felipe II eran tan detallistas que cualquier cosa que se compraba se anotaba con todo detalle, por eso puedes encontrar documentos que añaden luz a la investigación donde menos se espera». El investigador sigue tirando del hilo para averiguar qué relación hay entre Cervantes y Cristóbal de Barros. También la vinculación que tenía el escritor con Magdalena Enríquez o su relación con Jerónima de Alarcón que aparece como arrendadora de una vivienda en cuyo contrato Cervantes figura como su fiador (Carta de arrendamiento de Gonzalo Ruiz Bermúdez a Jerónima de Alarcón como principal y a Miguel de Cervantes Saavedra como fiador).
El investigador no sólo confirma datos históricos de la vida de Cervantes, sino que los interpreta para llegar más allá. Ha seguido la vida entera de Magdalena Enríquez para poder saber más sobre su relación con Cervantes y, aunque aún no tiene datos definitivos, al menos de momento, asegura que «entre ellos hubo una relación más allá de la comercial, incluyéndose en el círculo de sus amistades más íntimas en Sevilla».
De cada documento extrae varias hipótesis sustentadas en detalles de la vida de la bizcochera sevillana que «no sabía ni leer ni escribir» y que, después de conocer al escritor, acaba aprendiendo. Además, vivía en la calle Bayona (actual Federico Sánchez Bedoya, en pleno centro de Sevilla), donde también residía un buen amigo y valedor de Cervantes, Tomás Gutiérrez, posadero y autor de comedias. Ha llegado a localizar más de 70 documentos relacionados con la vida del escritor y, puntualiza, que «todavía me queda mucho por hacer».
De hecho, para reafirmar lo que todavía es una sospecha, Cabello Núñez cuenta que «en el poder notarial que Cervantes da a esta mujer (Magdalena Enríquez) para cobrar su salario no dice, en ningún momento, el motivo por el cual se lo otorga, si fue la devolución de un préstamo o de una fianza que ella hubiera depositado en su nombre, o a cambio de bizcochos para su posterior reventa por Cervantes. No indica causa alguna que lo justifique. Simplemente le confió el cobro de ese dinero. Era una mujer acostumbrada a negociar con jueces y oficiales de la Casa de Contratación, y estos no solían exigirle fianza como, en cambio sí hacían con otros proveedores, mostrando así su total confianza en ella», explica.
La investigación del archivero abre una enorme puerta al conocimiento de la vida del insigne escritor que fue comisario real de abastos de los antiguos Reinos de Jaén y Sevilla durante, al menos, diez años. Y con ello se prueba también su estancia en Osuna, Morón de la Frontera, La Puebla de Cazalla o Villamartín (Cádiz) en 1593. No obstante, el archivero sigue tirando de un hilo que parece interminable. Asegura, con una sonrisa, que ya este hilo ha dado sus frutos, pero aún no están preparados para hacerlos públicos.
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