Aparece el pergamino más antiguo de Los Palacios en un archivo de Toledo

De un original de otra confirmación efectuada por el rey Enrique IV, casi un siglo más tarde (1452), tomó precisamente la información de las prebendas inicialmente adjudicadas el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Sevilla, Manuel García Fernández, quien la dio a conocer en un estudio sobre la repoblación de la campiña sevillana durante el siglo XIV, publicado en el año 1988. El profesor sevillano consultó entonces el documento en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, antes de que pasara a formar parte del Archivo de la Nobleza de Toledo, donde se custodian ahora numerosos documentos de pueblos y ciudades que pertenecieron en el pasado al Ducado de Arcos. No olvidemos que a aquella jurisdicción señorial regentada por la familia Ponce de León perteneció Los Palacios durante varios siglos, con anterioridad a la unión definitiva con Villafranca de la Marisma en 1836.

Sin embargo, había pasado bastante desapercibido para archiveros e investigadores un pergamino original de fecha muy cercana al inicio del proceso colonizador. Hace pocos días, la directora Aránzazu Lafuente y el técnico encargado de la sección Osuna, Ismael Mora, nos alertaron a los integrantes de la embajada, encabezada por el alcalde de Los Palacios, Juan Manuel Valle, que visitamos el Archivo de la Nobleza a propósito de la conmemoración del 650 aniversario de nuestra carta puebla, del hallazgo de un original del privilegio rodado datado en 22 de septiembre de 1373, en la ciudad de Toro. Este pergamino, que inicialmente se guardaba como el documento primero del legajo número 176 de aquel archivo, estuvo prácticamente ilegible hasta que fue minuciosamente restaurado en 2005, año en el que pasó a ser catalogado dentro de la carpeta número 75 del fondo Osuna.

Respecto a su análisis codológico referir que está articulado en castellano antiguo, con letra cortesana propia de los documentos de la Edad Media, trazada en varios colores (sepia, azul, dorado y rojo para las letras capitales). En esta pieza, que posee aproximadamente unos 695 milímetros de alto por 500 milímetros de ancho, resalta policromado y estampado sobre papel el sello real, redondo, propio del rey Enrique II, junto a dos columnas de confirmantes, ambos trastamaristas y enemigos de Pedro I. El documento debió llevar también sello pendiente como lo evidencian los restos de hilos adheridos al propio soporte documental.

En el último tercio del siglo XIV se vivió en toda esta zona del bajo Guadalquivir una aguda crisis demográfica a consecuencia de distintas epidemias y numerosos embates contra musulmanes. Los cincuenta vasallos, que en total podrían representar una cifra de unos doscientos vecinos, quedarían exentos de todo tipo de gravámenes fiscales, por lo que el privilegio franqueaba a unos vecinos que, por lo general, solían provenir de núcleos poblacionales de realengo al resultarles mucho más beneficiosas las condiciones que daban los señores de este tipo de pueblos con respecto a los elevados tributos reales que pagaban en otros sitios.

Este antiquísimo manuscrito arroja luz sobre las concesiones dispensadas por la corona a Fernán González, en este caso también fundador del nuevo núcleo urbano, a quien el Rey adjudicó la jurisdicción civil y criminal sobre los nuevos vecinos, así como la capacidad de crear mayorazgo sobre una heredad. Recoge, además, una exigencia interpelada al señor propietario: que mantuviese siempre bien reparados estos palacios (entiéndase unos pabellones de refugio para la cacería y la pesca de este enclave eminentemente marismeño) para que no se perdiesen. La cita denota que en lo antiguo pudo haber existido ya una construcción previa, de mayor o menor rango, sobre la que pudo haberse forjado la creación de la villa de Los Palacios.