en cuarentena
Pregón en masculino
Hoy en día las mujeres van por su papeleta de sitio con una normalidad absoluta que ojalá algún día se alcance en todos los puestos
Hace un año recibía el encargo de informar sobre el Cabildo de Toma de Horas. De aquella cobertura nació una crónica y un artículo de opinión que titulé 'Cabildo en masculino'. La mirada de entonces se había quedado atrapada entre los muros de aquella Capilla ... Real poblada de hombres y con la presencia minoritaria de apenas tres mujeres en representación de las cofradías. Ante aquella evidencia palmaria sobre el desigual papel que tienen las mujeres en los órganos de decisión del universo cofrade, sólo hallé algunas reacciones justificativas ancladas en un argumento poco consistente y manido: si ellas no están es porque no quieren, nadie les cierra el paso. Como si las mujeres hubieran sido capaces de romper el techo de cristal en el mundo académico, de la empresa, la judicatura o la política; pero sin embargo, hubiéramos llegado todas a un acuerdo tácito de no inmiscuirnos en las cúpulas cofrades....Pero, ¿por qué? y ahí es cuando esos argumentos terminan por naufragar.
También hace un año me llegaron mensajes respaldando lo que es una obviedad y ahora que estamos en la víspera del pregón, no puedo más que reafirmarme en la misma idea. Hace seis años de aquel momento histórico como fue escuchar por primera vez la voz de una mujer pregonando la venida de los días mas gozosos para un cofrade de Sevilla. Parecía que la designación de Charo Padilla ponía el punto y final a toda una historia recitada en masculino. Pero lo dicho, ha pasado más de un lustro de aquello y Charo es una excepción a la que no le ha seguido ninguna.
Vaya por delante mi profundo respeto hacia el pregonero que vela armas en estas horas y a todos los que le antecedieron, pero resulta prácticamente imposible incorporar a las mujeres a los puestos más relevantes de la Semana Santa si las niñas de hoy no acostumbran su mirada a ver a sus madres desempeñando esos papeles. Y para eso hacen falta empujoncitos como el que nos dio el eterno Amigo Vallejo cuando ordenó a las hermandades que se dejaran de excusas y que se articularan medidas para que las mujeres saliéramos de nazareno. Yo pertenezco a esa generación que inauguramos la nómina femenina y a la que miraban extrañados no pocos dentro y fuera de la iglesia. Hoy en día las mujeres van por su papeleta de sitio con una normalidad absoluta que ojalá algún día se alcance en todos los puestos. Ni más ni menos.
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