EN CUARENTENA
Te toca
En la ciudad está la emoción por el deber (casi) cumplido y las ganas por llevarle la contraria a Barbeito para que no parezca sino que sea ya la hora
Todo está como si fuera, aunque el condicional le ha concedido ya la venia al presente. No se trata de que venga sino de que es. Lingüística de la certeza que sinonimia la inminencia. Están, por tanto, las cosas en su sitio y los tiempos ... en el tiempo. Está la fe desbordada y la primavera adelantada, capricho del azahar y de ese sol que pica al mediodía para chorrear la cera de un cirial a los agoreros del Twitter. Paso de vosotros y de esa negatividad tan nuestra con más mala baba que la guadaña de la canina. Están ellos y los jartibles, las noches que vuelan y los días a los que le faltan horas para cerrar tantos flecos pendientes. «¿Ya podría durar la Cuaresma una semanita más?», suspiran los priostes y diputados mayores de gobierno en la casa de hermandad. En ellos están los nervios y el agotamiento, pero también la emoción por el deber (casi) cumplido y las ganas por llevarle la contraria a Barbeito para que no parezca sino que sea ya la hora.
Están los ojos clavados en el cancel entreabierto por el que la luz se escapa y los oídos puestos sobre el pestillo oxidado que cae rendido a la fuerza de la cruz de guía. Están los Palcos casi encajados (a falta de su torta de asfalto) y las líneas rojas pintadas sobre el suelo, esas vallas por Inteligencia Artificial de la Semana Santa moderna que ante el «me deja paso, señora» siempre responde lo mismo: «esta calle está aforada». Están las túnicas colgadas de la puerta del armario sin churretes en los dobladillos y los cirios nuevos que guardamos hace un año sin ni siquiera prenderle los pabilos. Están las listas de la cofradía de estreno por las iglesias y el disgusto de aquel que extravió la papeleta. «Niño, ¿dónde ha puesto la medalla? Que luego vienen las prisas», advierte la madre que lleva ya unas cuantas de Madrugadas a sus espaldas. Están ellas, con su prudencia, y el Tussam del que reniegas y que ahora te lleva de Pino Montano a Heliópolis y de Alcosa a Torreblanca porque no te pierdes ni las vísperas.
Están los pasos y las insignias, los silencios y las saetas, la bulla y los piropos, las torrijas y el puchero, el programa de ABC (digital o papel) y el pinganillo en la oreja, los castellanos y los botines, el traje azul que no abrocha y la 'canichaqueta' blanca del Domingo de Ramos. Está Sevilla con sus cosas y las cosas según Sevilla. Pero nada importa porque ahora te toca a ti, sevillano y cofrade, inventor del disloque de sentimientos multicolor al que llamamos Semana Santa. Qué nadie te robe las ganas ni el empacho. Porque todo esto es tuyo. Ya me lo contarás cuando la primera esté en la Campana.
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