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De capa | sábado santo

Nadie se toma en serio a la Canina

Pepe Peregil durmió en el cuartelillo por cantarle «qué peasso de tibia» al paso del Triunfo de la Santa Cruz

Lucas Haurie

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Algún compartimento recóndito del inconsciente colectivo sevillano guarda la información de que la Semana Santa termina cuando entra en San Lorenzo el paso de la Soledad, sí, pero el Viernes Santo, como ocurrió hasta 1955. Por lúgubre que resulte el cortejo del Santo Entierro e ... impresione la Piedad de Los Servitas, el Sábado Santo empieza a poner zumbón al personal, quién sabe si embriagado por los aromas del albero maestrante, regadito ya para acoger el primer paseíllo de la Feria. Nadie se toma en serio a la Canina, por ejemplo. Pepe Peregil, que crio a varias promociones de futuros periodistas en su taberna Quitapesares, vecina la vieja facultad de Gonzalo Bilbao, aseguraba haber pasado una noche en el cuartelillo porque, achispado y todavía en vida de Franco, se arrancó delante del paso del Triunfo de la Santa Cruz: «Qué peasso de tibia, / qué peasso de peroné / te voy a cantar una saeta / con la leche que mamé».

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