En cuarentena
Miércoles de ceniza
Qué fácil es encontrar la hipocresía en las hermandades
Programa de la Semana Santa de Sevilla 2025
Antes de la ceniza, el sacerdote habló en la homilía del tiempo que comienza, de la preparación para la Pascua, de esa inquietud que ya ha secuestrado a la ciudad en el umbral de otra primavera. Y nos previno sobre lo que llamó «la fe ... del escaparate». Me quedé con la metáfora, masticándola, pensando en la cuaresma de la ciudad. Y vi a Sevilla encargando flores, haciendo la ropa para el ensayo, sacando parihuelas de los almacenes, ultimando versos de pregones, criticando carteles y ensayando la música en el pentagrama de una noche de lluvia en la Cartuja. Vi a Sevilla buscando al alfayate que le mida su cintura. La vi acaparando cartón para meter sus sueños y pesares en cucuruchos, como si fueran los cartuchos del pescado que cierran los cabildos. Vi a Sevilla comprando el vestido del domingo, limpiando la plata de sus calles, barriendo las casas de hermandades. Vi a Sevilla pegar la nariz en los cristales frente a los dulces de la Campana que toca por nostalgias. Vi a Sevilla silbando marchas, construyendo la rampa para que suban los niños, para que baje Jesús; la vi oreando damascos, armando el 'mecano' de los privilegiados, dando ahogadillas a la cera caliente, retorciendo palmas, buscando atardeceres. Vi a Sevilla haciendo cola en la Alcaicería para alistarse en la intendencia de su penitencia. Vi a Sevilla clavando alfileres en el cielo, pegando puntadas a sus descosidos, pintando su sacristía; mirándose al espejo, esperando visita... preparando el escaparate de su fe.
Y me pregunté qué guarda la ciudad en su trastienda. Y miré alrededor y vi llena la basílica del Señor, como cada domingo. Y vi a los niños de las Esclavas callados como los mayores, comulgando. Y luego he visto en Triana la cola de los paraguas para entrar al besamanos; y los lirios de la renuncia y la resignación en la Macarena, rezando al Señor de la Sentencia. He visto a las mujeres celebrar marzo en San Ildefonso con sus velas moradas y sus plegarias de madre. He visto a los obreros del Tiro desfilar ante el Cautivo. Y he visto ese brillo en los ojos que me explica la esperanza.
Qué fácil es buscar renglones torcidos, versos descuadrados, trazos sin sentido y borrones en la fe de Sevilla. Qué fácil es encontrar la hipocresía en las hermandades. Pero esta ciudad no se puede explicar sin sus cofradías. Por eso es la ciudad de Dios. Si pasas solo ante el escaparate te perderás la verdad que guarda en sus entrañas.
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