En cuarentena
Hoy en una semana
Le vas a dar la última vuelta al calendario de la cuenta atrás de tu esperanza
Hoy vas a besar los pies sobre los que anda la ciudad arrebatada ante la inminencia de su pasión. Vas a besar las manos que acarician la impaciencia infantil que ya te embarga. Vas a pillar a Dios en los preparativos de esta envidia de ... Roma a templo abierto que es Sevilla.
Hoy vas a colgar del pomo más alto del armario la túnica planchada para que presida el particular altar de las insignias de tu devoción. Hoy le vas a dar la última vuelta al calendario de la cuenta atrás de tu esperanza.
Hoy vas a mirar al cielo de los pronósticos pensando en isobaras en clave de sol mayor. Vas a ensayar el primer solo en la campana de los sueños y vas a hacer inventario de partituras en el pulso acelerado del redoble de tu ansiedad. Y silbarás Eternidad bajo la ducha.
Hoy te volverás a hacer la ropa de tu estreno sobre la nuca encallecida del nuevo costalero que añora la voz del viejo capataz. Hoy en una semana te llamará a filas el centurión del imperio para ir a la Gloria.
Hoy saldrás a callejear por el itinerario de la primavera para ver caer los azahares de tu memoria. Hoy te citas bajo el reloj del año nuevo en la plaza vieja que espera el terciopelo. Hoy estrenas la solapa de los escudos, limpiarás el hierro del balcón, quemarás el incienso que te sobre, pedirás a Glovo las torrijas, chatearás en la comunidad de los majaras o pasarás la tarde en el palco del Youtube, probarás si la inteligencia artificial te diseña una ruta cada día de la próxima semana y renovarás el bonobús, pero estarás haciendo lo mismo que de otra forma hicieron tus mayores, consumir el rito de la víspera que ya se agota. Y hablarás de la bulla, de las vallas, de los drones, del programa, de los dos mil nazarenos de tu cofradía, de que 'dónde vamos a parar', de si la Madrugada o la mañana, de dónde comer el Jueves, de dónde quedar el lunes… en el barrio de tu capa o el centro de tu alma de ruan, porque ya no podrás hablar de otra cosa.
Hoy la rampa es de los niños, los versos ya son del pueblo, la luz es como un presagio y la calma un imposible; el olivo es un deseo. Hoy el pregonero pide la venia en el palquillo de la cofradía del amor de la ciudad a su Semana Santa y sólo faltará ver al primer nazareno. La víspera ya es un recuerdo. Los sentidos están puestos. Pide paso a la semana para adelantar los días, que si amén es la palabra el diccionario es Sevilla.
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