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En la piel

La Virgen vuelve a su casa

Si os fijáis en el fondo de sus pupilas, la Victoria tiene ahora un brillo que es especial

Francisco José López de Paz

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Nació aquí al lado. Cuando salió del taller de Mesa que estaba por la Alameda la trajeron a San Pedro donde empezaron a admirar su dolor sereno. La cofradía de los azotes había culminado un peregrinaje que la llevo desde la calle Calatrava a la ... Trinidad, al convento de San Pablo, después a los Mínimos que estaban en la actual calle Jesús del Gran Poder, a San Miguel y finalmente a San Pedro. En 65 años no habían parado de dar vueltas. Pero ahora había recalado aquí, al lado de unas casas donde se manufacturaba el tabaco traído de América. No estuvo mucho tiempo. La hermandad en su vida peregrina se marchó al poco tiempo a la Iglesia de los Franciscanos, de la Orden Tercera que se había levantado un poco más allá. Una iglesia amplia y noble. Con solo una década de interrupción, estuvieron aquí 230 años. Por eso para la Virgen de la Victoria volver a los Terceros es regresar a su casa. Es como cuando vuelves al hogar paterno. Te resulta familiar todo. La luz, los cuadros, los oros viejos de los retablos... Hasta aquel momento del XIX en que un escultor, parece que Astorga, le imprimió ese giro en la cabeza para que expresara un dolor más acusado. El de ahora. Y ya el de siempre.

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