En la piel

Déjame que te cuente

La Trinidad es el espejismo. Cuando se mueven sus caídas parece que esto nunca termina

Nada termina. Nada empieza. La vida es una línea continua pero no es recta. Tiene sus cimas y también sus simas. ¿Hoy estamos en la cima o en la sima? Déjame que te cuente. El Sábado Santo es una de las cumbres de esta celebración ... que reserva para el final los días más acogedores, con la medida perfecta, sin muchedumbres. Hay años en los que hace falta sol y otros que piden viento para mover los sudarios y para menear la pena que tienen los que se duelen porque esto está a punto de acabar. Los cuerpos andan derrotados y los bolsillos llenos de estampas y lazos. La chaqueta lo mismo tiene varias gotas de cera y los zapatos el arcoiris que han ido dejando los cirios de colores.

Déjame que te cuente. El Sol lo puedes ver en un suspiro que si quieres dura una eternidad. Ser diferente no es ser distinto. Y este año la cofradía va buscando espacios en los que empastar mejor con la ciudad que lo ha visto nacer. Los Servitas es la cofradía que entró para siempre en el túnel del tiempo. Sin tener apenas nada ahora lo tiene todo. Y tiene lo más difícil de conseguir. Carácter. Nos gusta porque todos los años es la misma, desde que sale la Virgen con la música fúnebre de Edvard Grieg hasta que vemos alejarse el palio mientras las corcheas de Font de Anta se ponen a bordar el manto. ¿No os habéis dado cuenta de que Los Servitas es la cofradía a la que nunca dejamos de ver marchar? Hay que verla venir, claro, pero sobre todo hay que verla cómo se va. La Trinidad es el espejismo del Sábado Santo. Al ver los flecos de sus caídas moverse como mantones llegamos a creer que la Semana Santa nunca termina, que nos encontramos al principio pero está llegando el final. Cuando el Santo Entierro pasa es que la Semana Santa ha comenzado su funeral. Y cuando la Soledad, veloz, presurosa, sin detenerse regresa camino de San Lorenzo somos nosotros mismos que vamos buscando el lugar donde hibernar para aguardar a que llegue la del año que viene. El año que viene. Dios quiera que llegue pronto para volverla a sentir.

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