EN CUARENTENA
Manu
Por puro amor, el pintor remata un encargo que lo transforma más a él que al propio fruto de sus manos. Su regalo histórico, plasmar el siglo y medio de Las Penas en la candelería de la Virgen de los Dolores
El enésimo audiolibro de Posteguillo dispara, de repente, una frase que le impacta, que le sorprende tanto que le lleva instintivamente a prestar mayor atención. Coincidencias. Guiños del destino. «No iba a ser fácil, nada importante lo es». La esgrime uno de los personajes de ' ... Los asesinos del emperador' y le llega al alma. Le empuja y reactiva. Son más de dos meses ya trabajando de sol a sol en su estudio para la pequeña locura que está trazando sobre cera de abejas. El maullido de su homónima mascota al incorporarse de su letargo sobre una impresionante pila de cirios ya acabados le hace recordar que todo es poco, que no hay esfuerzo baldío. Y coge aire para alimentar media sonrisa.
Por puro amor, de forma absolutamente altruista, el creador sevillano remata un encargo que, en realidad, está transformando al autor incluso más que al propio fruto de sus manos. Por encima de lo que él mismo puede llegar a pensar. El pintor va a regalarle a su hermandad de toda la vida, a su casa, Las Penas, el dibujo del centenar de velas de la candelería de la Virgen de los Dolores para poder celebrar este año los ciento cincuenta de la fundación de la corporación de San Vicente. Una a una, pincelada a pincelada. Contendrá un programa iconográfico completo vinculado a la historia de la cofradía que engloba a papas, obispos o detalles dedicados a otras hermandades del Lunes Santo, de la delantera hacia atrás hasta llegar a las 'marías'. Y en los dos blandones más cercanos a la dolorosa, la Magdalena y San Juan para ultimar este tesoro que pasará a la historia a modo de sagrada conversación pictórica con ese peculiar carácter efímero de todo lo que derrite una llama. Pero al artista ya no le consume la desazón de comprobar que la lumbre va alterando, deformando o hasta acabando con sus creaciones, como le ocurría en sus primeros pasos en esta labor. Lejos queda aquella angustia. Una visión madura le reconforta pues ya es plenamente consciente de que su obra adquiere el sentido definitivo, el más amplio y profundo, cuando se gasta, cuando el fuego la distorsiona y la va cubriendo de chorreones, de cicatrices que sirven para subrayar todo lo que hay detrás de cada bujía. Otra frase del siguiente podcast, de 'La sangre de los libros', le espolea para coronar su legado con los trazos finales dedicados al Evangelista. «La poesía es pintura para los oídos, como la pintura es poesía para los ojos». Con la escobilla más fina y tinta que le emana del mismísimo corazón, firma la vela postrera reteniendo una lágrima. 'Manuel Blanco. Marzo de 2025'.
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