SEVILLA Y AMÉN
Domingo de Amarguras
El agua fue, como mucho, bautismal. Y si se analiza el Domingo aplicando solo la brújula cofrade, Sevilla fue un esplendor
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La media hora de la Borriquita fue un nubarrón en los cabildos. La meteorología falló, las cofradías no. Pero entre los guiris con troleys en la bulla de Arfe, los de la equipación futbolera en la Avenida, los de la chaqueta clara de martes de ... Feria y las de las suelas de esparto rocieras, había una llovizna espiritual alejada de los cánones del Domingo de Ramos de Sevilla. Gracias a Dios, que es todo Amor al anochecer, la Paz y la Hiniesta atravesaron el muro de la incertidumbre al mediodía y dieron la venia al resto en la Campana. El agua fue, como mucho, bautismal. Y si se analiza el Domingo aplicando solo la brújula cofrade, Sevilla fue un esplendor. Pero no. Había una rareza en el ambiente de bomberos podando, bullas extranjeras, corredores a la vera del Señor de la Victoria, sol de tormenta, bochorno frío y tabernas cerradas que es difícil de explicar. Los cortejos largos, de a tres y hasta de a cinco, los cirios apagados de noche, los horarios cambiados, la Borriquita a oscuras, los hachones de San Julián dando chispazos de cera en las levantás, la Paz a tambor por el parque, la Palmera de Heliópolis antes que la del Salvador y la brisa insinuando una mojada repentina nos tuvieron dispersos todo el día, como a los chubascos. Pero entonces llegó la Amargura andando por encima de los siglos y todo encajó. Funcionó como la llave maestra de Sevilla. Y ganó media hora de eternidad en nuestras vidas. Hasta que venga la próxima tormenta.
Hay una nostalgia en el aire que es difícil de describir. Demasiada gente que pregunta 'perdone, esta cuál es'. Algunos viendo la pelota en el teléfono mientras pasa el palio. Otros de espaldas en el bar ante Cristo. No sé, perdonen la desazón, pero aquí está pasando algo nuevo. El costumbrismo ha cambiado de costumbres. El crucificado en la rampa es quien mejor lo sabe. La media hora de la Borriquita y la lluvia de telediario son coyunturas. Él no. Sevilla se transforma alrededor, nunca en sus entrañas. Manolo Villanueva delante del Herodes. Siempre de frente. Las Amarguras del Domingo duraron media hora. El tiempo justo de la Sagrada Entrada de Jesús en nuestra memoria.
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