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La Virgen de Loreto de San Isidoro, relacionada con Francisco Antonio Gijón
Vinculan a la talla con la Pastora de Santa Marina, atribuida al imaginero de Utrera
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El último boletín de la hermandad de las Tres Caídas de San Isidoro, en un artículo de Andrés Luque Teruel, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, atribuye a la Virgen de Loreto con fundamento a Francisco Antonio Gijón en 1704 porque tendría rasgos morfológicos vinculados con la Pastora de Santa Marina.
La cronología de la imagen puede fijarse en 1717, en un apunte dado por Guillermo Mira Abaurrea, donde se precisa la cantidad abonada al autor de la titular de la hermandad, fijado en un apunte del libro de mayordomía, pero no indica el nombre del mismo.
Después del estudio realizado por Andrés Luque Teruel, viendo fotografías anteriores a la restauración de Sebastián Santos, que modificó de manera leve a la dolorosa en 1955, ve motivos para afirmar que la Virgen de Loreto fue realizada sobre 1717.

«La asignación tradicional de la imagen al siglo XVIII hizo que fuese considerada anónima por la mayoría de historiadores, que, siguiendo con la tónica habitual para dicha centuria, no se interesaron por su posible autoría, con lo que prácticamente no hubo estado de la cuestión hasta que el citado Guillermo Mira Abaurrea la comparó con la Virgen de la Divina Pastora de Santa Marina, tallada en 1704, e identificada por Jorge Bernales Ballesteros como obra de Francisco Antonio Gijón», apunta Andrés Luque Teruel.
De este modo, el historiador argumentó «la coincidencia en la nariz recta, que consideró de procedencia griega, la caída de los párpados y la tipología redondeada de la barbilla. Aún así, las denominó conjeturas y siguió considerándola una obra anónima».
Por otra parte, Andrés Luque asegura que «es cierto que los análisis morfológicos, formales y estilísticos, son muy complicados con las reformas antes aludidas, sobre todo la de Sebastián Santos Rojas, que incluso cambió su posición, anulando la inclinación original hacia el lado izquierdo; y que en esa situación es muy difícil encontrar un consenso mínimo en torno a una posible autoría; no obstante, eso no impide la reflexión en torno a los elementos originales aún visibles, que pueden deducirse de la comparación con fotografías antiguas, e incluso del estudio directo de las mismas».
Se trataría de la única obra de Francisco Antonio Gijón posterior a 1704. «El recurso expresivo aportado por el movimiento acompasado de los ojos y la boca, tan frecuente en las imágenes pasionistas infantiles del escultor refuerzan la relación. En su contra habría que admitir las diferencias morfológicas y formales con sus obras de plenitud, con las que también difiere la imagen de gloria con la que la comparamos, fechada en 1704 y la única identificada de su producción en esa nueva centuria. De admitirse la atribución, habría que tener en cuenta que sería la única imagen de Francisco Antonio Gijón de la que habría referencia posterior a ese año, con cuanto esto significaría para el estudio y el conocimiento de la evolución final del escultor, que vivió hasta 1720», aporta en el artículo Andrés Luque.
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