Suscríbete a
+Pasión

semana santa 2024

Viernes de Dolores: Los barrios piden la venia de la Semana Santa

Pino Montano fue un año más el exponente de la madurez de las cofradías de vísperas, que han alcanzado la excelencia en el Viernes de Dolores

La zona sur vivió su día grande con cofradías en Heliópolis, Bellavista y el Polígono Sur, que por primera vez visitó la parroquia de Santa Genoveva

El Viernes de Dolores, en directo

Todas las galerías de fotos del Viernes de Dolores

Descarga «El Programa de ABC» de la Semana Santa de Sevilla 2024 en PDF

El misterio de la hermandad de Pino Montano a la salida de su parroquia
El misterio de la hermandad de Pino Montano a la salida de su parroquia Maya Balanya

Las hermandades de vísperas hace tiempo que dejaron de ser las teloneras de la Semana Santa Sevilla para convertirse en un espejo de la autenticidad cofrade de la ciudad. Este Viernes de Dolores volvió a certificarse su buen hacer, el mismo que les ha llevado a alcanzar una excelencia que se sostiene en un patrimonio sumamente cuidado, en unos cortejos que cada vez son más amplios y en la fortaleza que les da el arraigo en sus barrios, verdadera razón de ser de este arranque de la pasión. Así lo demostraron las cinco hermandades y las dos agrupaciones parroquiales que regalaron los primeros nazarenos, arropados por el fervor de unas calles abarrotadas de público que sorteó el bochorno de los 30 grados de temperatura y admiró las imágenes inéditas del cielo gris plomizo que se apoderó de la tarde.

En Pino Montano saben bien dónde reside la fórmula de esta comunión entre barrio y cofradía. Desde primera hora, sus calles eran una mezcla entre los niños que regresaban del último día de colegio y los primeros nazarenos que se dirigían hacia la parroquia. El ambiente de fiesta se apreciaba también en los bares, donde era imposible encontrar una mesa, y entre los vecinos más madrugadores que buscaban el mejor hueco sobre el paisaje de vallas que rodeaba la salida. Apoyada sobre una de ellas había un grupo de mujeres que por sus edades parecían ser tres generaciones de una misma familia. Medalla al cuello, no pudieron contener la emoción cuando se abrieron las puertas del templo para dejar paso a la cruz de guía.

La Virgen del Amor de Pino Montano cumple este 2024 las bodas de plata de su bendición Maya Balanya

El barrio estallaba en gozo con la salida de su cofradía. En la plaza no cabía nadie más, tampoco en los balcones del mercado, adornados con imágenes de la Virgen del Amor en el 25 aniversario de su bendición. El paso de los casi 800 nazarenos del cortejo despertó un bullicio que sólo se calmó en el momento en el que los ciriales del misterio cruzaron el dintel. Llegaba el Señor de Nazaret, aquel en el que ven a Dios en Pino Montano, y que este año estrenaba una túnica morada bordada en oro gracias a las aportaciones de sus vecinos. El misterio atravesó la plaza con la fuerza de la emoción de las primeras veces. Todo era barrio y así se sentía. El mismo que recibió con una lluvia de pétalos al paso de palio, mientras la banda de La Puebla del Río -el otro estreno de la tarde- entonaba una salve a la que pusieron voz un grupo de hermanas. «Rosa de Pino Montano, Macarena se siente a la vez«, cantaban a la Virgen, la suya, que en esos momentos se entregaba a Sevilla.

En Heliópolis se agolpaban multitudes esperando a la salida de sus nazarenos, los de la cofradía de la Misión. Un muy nutrido cortejo de jóvenes del Claret con antifaces azules antecedía a otro misterio del pasaje de la calle de la Amargura. Este año se culminaba la talla del paso con el estreno de los respiraderos, singular obra de los Hermanos Caballero bajo diseño de José Manuel Bonilla Cornejo que continúa la línea artística del resto de las andas. Además, el Señor de la Misión se mostraba a los fieles por primera vez con potencias en una imagen que realza la unción sagrada de la talla.

Los sones clásicos magistralmente interpretados por la banda de las Cigarreras y el gran público asistente a los alrededores de la avenida Padre García Tejero sumergían a los cofrades completamente en una hermosa tarde de Viernes de Dolores que también tuvo su nota extravagante con una saeta a dúo que se cantó mientras el paso se encontraba detenido frente al colegio Nuestra Señora de las Mercedes, instantes después de la salida.

Galería. El Cristo de la Misión recorre los primeros metros de su itinerario por el barrio de Heliópolis MARÍA GUERRA

La jornada se completaba en el eje sur de la capital hispalense con la salida del Dulce Nombre de Bellavista. Todo estaba a punto. La gran cantidad de balcones engalanados con colgaduras de sus imágenes titulares indicaba que el rincón más meridional de Sevilla, prácticamente un pequeño pueblo en los límites de la ciudad, vivía su día grande. El paso de misterio del Señor de la Salud y Remedios atraía a su paso todas las miradas, sobre todo las de los más pequeños. Los que no figuraban en el cortejo, claro, ya que la mayor parte de los tramos de la cofradía, especialmente los de Virgen, estaban formados por nazarenos jóvenes.

Una juventud, común denominador de las cofradías de vísperas y en particular de las de estas latitudes, que garantiza el futuro de una hermandad totalmente asentada en su barrio. Tan asentada que sigue creciendo pese a haberse quedado sin parroquia y encontrarse en otro templo, y tan asentada que no puede dejar de visitar a todos sus vecinos. Prueba de ello fue la vuelta completa que dio el paso de palio en el cruce de las calles Ávila y Asencio Toledo. La Virgen del Dulce Nombre en sus Dolores y Compasión arrancaba aplausos con cada marcha de parte de unos sevillanos cuya brújula no es otra que la dolorosa de Álvarez Duarte.

Romanticismo

La caída de la tarde trajo consigo estampas pintadas con el ocre de los viejos pinceles. En Triana tañían a duelo las campanas del colegio salesiano para recibir al crucificado de Pasión y Muerte. Todo en su cofradía está en su justa medida. Un cortejo escueto pero lleno de simbolismo, la cera al cuadril, el esparto que ceñía el hábito negro, y hasta la zancada abierta de su cuadrilla que ganaba el pulso al silencio. El Señor pisaba las mismas calles que en unas horas serán un canto al jubilo del barrio, ese que hoy se mostraba con otras luces para recibirlo en una estampa diferente, con la corona de espinas y potencias que vestían de majestad la portentosa talla de Navarro Arteaga buscando la calle Evangelistas.

Imagen principal - Las cofradías del Cristo de la Corona y de Pasión y Muerte pusieron el contrapunto a la emoción desbordada que se vivió desde primera hora de la tarde en los barrios de la ciudad
Imagen secundaria 1 - Las cofradías del Cristo de la Corona y de Pasión y Muerte pusieron el contrapunto a la emoción desbordada que se vivió desde primera hora de la tarde en los barrios de la ciudad
Imagen secundaria 2 - Las cofradías del Cristo de la Corona y de Pasión y Muerte pusieron el contrapunto a la emoción desbordada que se vivió desde primera hora de la tarde en los barrios de la ciudad
Silencio Las cofradías del Cristo de la Corona y de Pasión y Muerte pusieron el contrapunto a la emoción desbordada que se vivió desde primera hora de la tarde en los barrios de la ciudad TAMARA ROZAS / JUAN JOSÉ ÚBEDA

El romanticismo de aquella estampa cruzaba el río para detenerse en el corazón de la ciudad. El Cristo de la Corona es también espejo de esa otra Sevilla que se gusta en el ruan. Cruzó el paso el entorno de la Catedral para desembocar en el andén del Ayuntamiento, otrora lugar emblemático para las cofradías en el que ahora reposa la memoria. Llegó el Señor abrazando la cruz que se clavaba sobre el monte de lirios. Allí lo esperaba la corporación municipal, presidida por primera vez por José Luis Sanz como alcalde. En nombre de la ciudad, hicieron entrega de un centro de flores que reposó a los pies de la imagen. Así, con la misma calma rotunda con la que llegó, se marchó buscando la sombra de las fachadas del Arenal. Era ahora pero podía ser antaño, pues hay cofradías que se escapan del ayer para renovarse cada año. La Corona es sin duda una de ellas.

Los primeros nazarenos

La Semana Santa comenzó a las cinco de la tarde en el Polígono Sur. Los cofrades de Bendición y Esperanza, con los ilusionados sones de los chavales de la agrupación musical del Proyecto Fraternitas, fueron los encargados de inaugurar las estaciones de penitencia con la que presumiblemente fue la última sin nazarenos en el periférico barrio obrero. La agrupación parroquial visitó esta vez la parroquia de Santa Genoveva en el Tiro de Línea, donde se congregó buena parte del público. Sin embargo, el misterio del Señor de la Bendición en el Encuentro y la Virgen de la Esperanza estuvo arropado por gente de su barrio desde el momento de su salida. Gente humilde que se ríe de aquellos que dicen que la Semana Santa es una fiesta elitista o dominada por las clases altas. Allí entienden a la perfección que es una cuestión de corazón por encima de todo lo demás.

Galería. El misterio de Bendición y Esperanza en las calles del Polígono Sur JUAN FLORES

La tarde también se visitó de cofradía en Rochelambert, donde un año más se puso en la calle la agrupación parroquial de Paz y Misericordia. Allí saben a la perfección el mérito de cada paso al frente, poco a poco y sin correr, como anduvo su paso de misterio para deleite de sus vecinos. Fueron el enésimo ejemplo de la fuerza los barrios en este arranque de la Semana Santa. Un Viernes de Dolores que consumió la primera de las velas de esta candelería que está empezando a llenar de esperanza a la ciudad.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación