ENTREVIRALES
¿De qué universo se escapó esta Estrella de nuestra infancia?
La recuperada estética clásica de la dolorosa de San Jacinto fue sin duda una de las imágenes para el recuerdo en este Domingo de Ramos de estreno

A esta es
El palio de Ojeda, las esquinas cuajadas de gladiolos, los tres luceros de su pecho, las velas rizadas y una vida que pasaba por delante nuestra. Qué hermosa iba la Virgen de Triana. Renació aquella dolorosa que tiene un universo propio de piropos y una ... galaxia infinita de la que solo pudo surgir una Madre tan auténtica como ella. Volvió, para quedarse hasta la eternidad, la Estrella de nuestra infancia.
Domingo de Ramos
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La primera puerta. Con el cambio de orden del Domingo de Ramos, el estreno oficial de la jornada se lo disputan cada año la Paz y la Hiniesta. La de la parroquia de San Sebastián ganó este año la batalla de las horas. Diez minutos después de la una de la tarde se abrían las puertas del Porvenir. Sólo dos minutos después lo hacían las de San Julián. La felicidad se repartía a partes iguales por toda la ciudad.
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El Parque verdiblanco. Cuando el palio de la Paz estaba por la Plaza Nueva, en Heliópolis arrancaba el partido del Betis. La coincidencia horaria hizo que muchos aficionados cambiaran el traje de chaqueta por la zamarra verdiblanca. Algunos se dejaron ver en el Centro e incluso en varios puntos de la Carrera Oficial. Aunque, eso sí, al paso de la cofradía del Porvenir por el Parque de María Luisa eran casi una legión.
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El arrojo de las cofradías. La tarde fue de pesadilla para las juntas de gobierno. Puede llover o no, la peor noticia en boca del responsable de Meteorología. Pero las cofradías dieron un paso al frente al salir a la calle asumiendo el riesgo. La Paz y la Hiniesta –y su valentía– provocaron un efecto cascada que dejó un Domingo de Ramos pleno. Fue modélico cómo ninguna se descompuso, ni siquiera cuando la lluvia se hizo más incesante a eso de las diez de la noche. El arrojo de las hermandades, que no la inconsciencia, nos han hecho perderle el miedo al agua.
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El último barrio. La Sevilla tomada por los turistas guarda pequeños reductos de vida que resucitan en Semana Santa. En la época en la que el Centro ha perdido el alma, merece la pena poner en valor el espíritu que renace a la salida de la Hiniesta. Qué barrio, qué cofradía y cuánta emoción. Lo de San Julián debería estudiarse en primero de sevillanía. No hay balcón sin colgadura, ni lágrima que no se escape al son de los xilófonos de Arahal y el Cristo de la Buena Muerte. Todo siempre al azul, el color que como la Hiniesta siempre vence a la nostalgia.
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Una chicotá eterna. Un paso de misterio andando de frente es una estampa que, lamentablemente, escasea en nuestros días por las medidas coreografías de las cuadrillas. Este Domingo de Ramos, el Señor de la Victoria protagonizó una para el recuerdo desde el inicio de la Avenida hasta que arrió junto a la Puerta de San Miguel. Sin correr pero ganando terreno en cada mano. Una joya que completó la agrupación de la Encarnación con un mix de marchas clásicas. Que cunda el ejemplo.
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La marcha de moda. Farfán rompió el molde cuando ideó 'La Estrella Sublime', que este año celebra su centenario. La pieza se convirtió este Domingo de Ramos en la más interpretada. Cuatro veces sonó en Campana, en los palios de la Hiniesta, la Paz, la Cena y la Estrella. Hasta Jesús Despojado se sumó a la fiebre por Farfán con 'La Esperanza de Triana'. Celebrar estas efemérides tiene sentido, pero se echa un falta un poco de originalidad en el repertorio.
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Las túnicas bordadas. No hace tanto se defendía con ahínco que el Señor debía ir con túnica lisa. «Si parece que va andando», decían. La manida frase escondía un enorme desconocimiento. Si hubo una época en las que esto sucedía era porque las economías de las cofradías no daban para más. A Dios siempre hay que sacarlo a la calle vestido de majestad. Un diez para esta jornada en la que apenas se vieron túnicas lisas. La Cena, San Roque y la Paz fueron tres ejemplos de este oportuno cambio.
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El desajuste horario. El caos horario de la jornada hizo que acabara con una hora de retraso. Y mira que las perspectivas eran buenas cuando Jesús Despojado pidió la venia casi 15 minutos antes, pero inexplicablemente el palio dejó diez minutos. El primer parón lo soportaron los nazarenos de la Hiniesta, de a tres en el Duque. La Amargura y la Estrella retrasaron sus salidas más por evitar un parón que por otra cosa. El día acabó metido en el Lunes Santo y eso merece una profunda reflexión.
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Eterna Amargura. Hay cofradías en las que cualquiera pediría que se pare el tiempo. Sucedió ayer cuando la Amargura regresaba a San Juan de la Palma. Su cortejo es la perfecta definición del canon de la Semana Santa, serpenteando por las fachadas de Francos y Placentines. Minutos antes le había caído un chaparrón que no alteró ni un ápice la medida. El Señor besaba las esquinas sin descomponerse al mando de los Villanueva. Y luego la Virgen sublimó la escena. Hay hermandades en la calle que deberían ser eternas.
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Noche de niños. Los primeros nazarenos que vimos volverse a casa sin hacer la estación de penitencia fueron los de la Borriquita. Estos niños blancos de Sevilla tienen un privilegio sobre el resto, el as en la manga de la segunda oportunidad. Salieron de noche, con otras luces, pero con las mismas ilusiones. Como en 2000, 2012 o 2016, el Amor sacó sus tres pasos en un solo cortejo, pero la dimensión es mucho mayor que antaño. Y eso obliga a pensar si el modelo cabe en esta Semana Santa.
Ahí queó: La Semana Santa del Cecop se olvidó de los árboles del Duque

Esta Semana Santa milímetricamente estudiada hasta el extremo no puede permitirse el lujo de fallar en los detalles. Es inexplicable que no se repasara la altura de los árboles de la Plaza del Duque, esas mismas que tuvieron parado al Cristo de la Hiniesta casi 20 minutos porque no cabía. El Ayuntamiento o el Consejo (tanto monta) deben estar más pendientes de estas cosas porque aquí la ciudad también se la juega.
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