De Triana a Sevilla por la «Salud y Libertad» del pueblo
Una revisión de la interpretación del pasado histórico de la hermandad de Los Gitanos de Sevilla revela el trasfondo político que motivó el abandono de Triana nada más fundarse en 1753, su inmediato traslado a Sevilla y la importante herencia que la idiosincrasia gitana ha reportado a nuestra religiosidad popular
Julio Mayo
Sevilla
Entre los actos religiosos y actividades del primer Congreso Nacional de Hermandades de Los Gitanos celebrado en nuestra ciudad los días 27, 28 y 29 de octubre del pasado año, bajo el auspicio de nuestra hermandad de Sevilla, al margen de la misa flamenca en ... la catedral ante el paso de la Virgen de las Angustias, se programó una mesa redonda en la que se abordaron cuestiones relacionadas con la historia de su hermandad en particular, y el pueblo gitano de Sevilla en general.
Ha quedado sintetizado de un modo muy ilustrativo todo este argumentario en el film-documental 'La hermandad de los Gitanos', dirigido por Carlos Valera con guion de Enrique Casellas. A raíz del intento de exterminio y aniquilación de gitanos y gitanas españoles con ocasión de la gran redada de 1749, de momento afloró en la población gitana un sentimiento de angustia ante la acuciante amenaza del destierro.
La Real Orden de prisión para gitanos contemplaba la expulsión de muchos de los establecidos en Triana, y buena parte De entre los patriarcas no movilizados a galeras por hallarse plenamente establecido en la sociedad de aquel tiempo, se encontraba el vecino de Triana, Sebastián Miguel de Varas y Miranda, un navegante de profundas convicciones religiosas, extremadamente piadoso, que destacaba por su ejemplaridad cristiana.
Junto a otros gitanos del barrio promovieron la creación de una cofradía que reuniese a componentes de la perseguida minoría étnica para la que elaboraron unas Reglas que permitía la pertenencia de estos a diferencia de otras de muchas hermandades penitenciales que impedían precisamente que cualquier gitano pudiera ingresar como cofrade de número.
Para ello, otorgó la preceptiva aprobación eclesiástica el entonces obispo de la diócesis hispalense don Luis de Borbón y Farnesio, familiar del rey Fernando VI bajo cuyo reinado se emprendió la persecución de los gitanos. El piadoso colectivo se estableció en el ya desaparecido convento hospital del Espíritu Santo, regentado entonces por monjes del mismo título y ubicado en las inmediaciones de la calle Troya, en cuyo centro llegó a residir la hermandad de la Esperanza de Triana.
Nada más constituirse, la incipiente hermandad comenzó a rendir culto a una sobrecogedora imagen de Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas atribuida al quehacer de Montes de Oca (con una poderosa zancada que recuerda a la del Gran Poder), y una dolorosa posiblemente tallada también por el mismo maestro escultor con un semblante de dolor desgarrado, hábilmente plasmado en el entrecejo enormemente similar a la Virgen de los Dolores de Villanueva del Ariscal. Muchos gitanos de Triana pasaron de venerar al Cachorro, cuyo Crucificado agonizante imploraron en las décadas finales del siglo XVII e iniciales del XVIII rogándoles por sus muertes, a rendir culto a un Nazareno con la Cruz a cuestas, todavía vivo, que abraza la esperanza de vivir y poder con el peso del dolor.
De Triana a Sevilla
Después de haberse fundado en Triana, en cuyo barrio llegaron a venerarse inicialmente sus primitivas imágenes titulares, la hermandad parece recibir una negativa de los frailes del Espíritu Santo para proseguir en el convento, por lo que se ve obligada a abandonarlo.
Fue en aquella precisa coyuntura cuando la cofradía se planteó abandonar el barrio y emplazar su residencia canónica a la orilla sevillana del río Guadalquivir, terminando con ello estableciéndose en el convento agustino de Nuestra Señora del Pópulo, de la Puerta de Triana. Precisamente, los padres agustinos mantenían vínculos pastorales y espirituales con Triana y algunas de sus iglesias a las que atendían. La hermandad de los Gitanos encontró así la oportunidad de poder efectuar su estación penitencial a la santa iglesia catedral en Semana Santa, en lugar de dirigirse a la parroquia de Santa Ana como inicialmente prescribieron sus Reglas.
Por este motivo la de Los Gitanos comenzó a participar en la Semana Santa antes que todas las demás hermandades trianeras. Gracias a aquella innovación, consiguió introducirse en la vida social sevillana, por lo que el cambio de sede al interior de la ciudad deja entrever una motivación política y social, con independencia de las argumentaciones religiosas e institucionales que lo propiciaron.
Aquella fue una fórmula magistral con la que la hermandad logró cosechar el reconocimiento de la ciudad y sus estamentos oficiales, toda vez que ya contaban con el del barrio de origen de sus cofrades fundadores. Varios años después de residir ya en el Arenal, realizó su primera procesión de Semana Santa a la catedral, en 1757, con la ayuda inestimable de la hermandad de las Tres Caídas de Triana que le cedió un buen número de enseres.
Sus hermosísimos titulares se convirtieron de inmediato en imágenes devocionales de gran calado pues se ganaron el fervor y la admiración de un importante número de seguidores. La advocación del Cristo de la Salud del Pópulo hacía honor al lema puramente gitano de «Salud y libertad», autodeterminación anhelada por los gitanos fundadores. Permaneció en la iglesia de aquel convento del Pópulo hasta su cierre en 1837 tras la exclaustración de sus frailes promovida por Mendizábal.
Cambios de sedes
En el transcurso del siglo XIX, esta hermandad peregrinó de modo errante –carácter nómada de los gitanos– por templos de distintos barrios sevillanos. Del Pópulo pasó a San Esteban, en cuyas inmediaciones existió cierta población gitana avecindada debido al eje comercial trazado con la Puerta de Carmona, por donde entraba y salía de la ciudad un volumen importante de mercancía. El recuerdo del antiguo Nazareno de la Salud lo mantiene vivo en el barrio el Cristo de la Salud y Buen Viaje de la hermandad de San Esteban. Pero en 1860 tuvo que mudarse a San Nicolás, barrio por el que se penetraba al centro desde la Puerta de la Carne y en el que también había empadronadas familias gitanas.
El año 1880 nuevamente se vio obligada la hermandad a alterar su residencia, en esta ocasión a la iglesia de San Román de la Puerta Osario, sector en el que residían numerosas clases populares y un núcleo importante de gitanos en la calle Artemisa, conocida también como la 'Cava Chica'. Allí permaneció muchísimos años hasta alcanzar un importante prestigio y experimentar cierto auge cofradiero. Sus antiguas imágenes titulares quedaron completamente destruidas en el incendio que sufrió este templo en 1936. Mientras se reconstruyó San Román, la hermandad permaneció un largo periodo en Santa Catalina. Volvió a asentarse en San Román, donde ha residido hasta establecerse en el actual Santuario.
Este recorrido desde el barrio del Arenal hasta la Puerta Osario describe la dispersión domiciliaria de la población gitana en aquella Sevilla del siglo XIX, periodo histórico en el que las vías de comunicación terrestres se sobrepusieron a la vigencia aglutinada por el río Guadalquivir antaño. La presencia de la hermandad de los Gitanos en cada uno de los barrios enumerados constituyó para la Iglesia de Sevilla un instrumento pastoral bastante útil para moralizar a los gitanos y acercarlos a los preceptos de la fe al hacerlos copartícipes de las costumbres y tradiciones católicas.
Hechuras trianeras
Esta de los Gitanos es la cofradía más trianera de Sevilla. En primer lugar, porque lleva impregnado el barrio de Triana desde su nascencia y ser el lugar natural de residencia de la mayor parte de la población gitana de Sevilla. Antes de la Guerra Civil, un gran número de hermanos eran trianeros (Moreno, Serrano, Vargas, de Los Reyes, Heredia, Vega, etc.), razón por la que la hermandad nunca perdió su vínculo con el arrabal de Santa Ana, parroquia en la que se encuentra la 'Pila Gitana' en la que se han bautizado el mayor número de hijos de esta misma raza.
Pero también por el estilo artístico de elementos tan importantes como el propio palio de la Virgen de las Angustias, concebido por el ilustre farmacéutico de Triana don Ignacio Gómez Millán y bordado por José Caro. Una meritoria pieza artística diseñada por quien trazó el Simpecado del Rocío de Triana, aunque en este caso ampliada la idea a Paso de Palio con la imagen de Santa Ana en la Gloria del techo tal cual está representada en el retablo mayor de la parroquia trianera.
Angustias, tú eres el orgullo de nuestra raza
Mario DazaLa Virgen de las Angustias peregrinó a la Catedral para presidir la misa flamenca del primer congreso nacional de hermandades de Los Gitanos de España
La religiosidad popular sevillana ha incorporado en el transcurso de estos siglos numerosas prácticas heterodoxas propias de la tradición gitana que se apartaban demasiado de la doctrina oficial como la superstición, la milagrería, la promesa, la alegría o el desmedido y acérrimo fervor. Peculiares formas de conductas humanas que también han influido bastante en la definición del carácter popular sevillano y andaluz por antonomasia y de la que ha bebido la Semana Santa de Sevilla, una gran conmemoración religiosa y festiva que podría haber sido muy distinta a la que conocemos hoy si no hubiese existido la hermandad de los Gitanos.
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