Ramón Charlo, el pintor de Los Gitanos que se inspiró en Triana: «Fanal de gracia morena»
Comentario de texto
El sevillano fue autor de exitosas obras de teatro por toda España y compaginaba su experiencia en lides como la pintura o la literatura más popular
El acróstico de Antonio Murciano al autor del Cachorro: «El Señor está expirando / y Sevilla es la oración / que el poeta va rezando»
«Dicen que la Virgen quiere / vestirse la toca blanca / y quedarse con nosotras / a vivir en nuestra casa»
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Se subió a un atril en Sevilla tan sólo una semana después de que Antonio Rodríguez Buzón saliera a hombros del San Fernando. De hecho, fue a quien nos referimos quien dio el aldabonazo de la fiesta el Domingo de Pasión. La hermandad de Los ... Gitanos de la que él formaba parte había organizado en 1956 un recital poético en el teatro Álvarez Quintero en el que iba a participar como la estrella que era Ramón Charlo Rodríguez (1902-1996), uno de esos trovadores olvidados por la pátina del tiempo y la mala baba. Nadie hoy recuerda acaso que fue uno de los dramaturgos hispalenses más clarividentes de la ciudad a lo largo de todo el siglo XX, máxime por su intención de convertir lo local en universal, como el propio habla andaluza, a la que llevó pronto a tablas de Cataluña, ni su contribución buenamente cofrade en versos de toda estopa, independientemente de la cofradía o a la advocación a la que se aludiese. Sus inicios se dieron en el colegio jesuita del Inmaculado Corazón de María, y a raíz de la petición de su padre, el político Ramón Charlo, continuó la saga familiar para licenciarse en leyes en la Universidad hispalense, aunque nunca de sus seis hermanos, éste nunca llegó a ejercer como abogado y pasó a defender otras normas igual de morales como son las de la literatura. Menos ley y más orden.
Según recoge la Historia Hispánica, Ramón Charlo hijo gozó de plena libertad creativa durante toda su trayectoria por haberse topado su padre con una extraordinaria fortuna que le permitió hacer y deshacer a su antojo. Este artista sevillano no fue de los más aplaudidos dentro de la Generación del 27 de la que muchos le excluyen, pero tuvo tiempo para cultivar tanto prosa como poesía, y también tuvo conexiones más que directas y cuasi divinas con la pintura, esbozando con su pincel todos los ocres de la gitanería de los dos primeros tercios del siglo anterior al que presenciamos, aunque su primer y último amor se lo iba a entregar a los guiones de teatro. Tanto fue así que su primera representación, titulada 'Caenas: poema gitano en tres momentos', fue todo un éxito en taquilla en el Teatro Español de Madrid merced a su vez al buen hacer de la compañía de Niní Montián, y a razón de ello Charlo fue produciendo por y para las generaciones venideras. Lo recuerdan especialmente quienes a través de la tradición oral han tenido el placer de escuchar aquel recital cofrade que iluminó tan amplísimo recinto. Un año antes había escrito su primer poemario, 'Sevilla es sueño' (1955), donde este sevillano articulaba todas y cada una de las razones por las que Sevilla sigue siendo más que un paraíso perdido, un paraíso en el que encontrarse.
Y él mismo se perdía y se reencontraba a cada rato por las cofradías. Navegó entre romances, redondillas, seguirillas y décimas para, siempre con las metáforas de la marinería a cuestas, y con esa voz nacida de lo popular y costumbrista, dedicar buena parte de su obra a lo que él mismo denominó, ya en los años 60, toda una 'Evocación poética de la Semana Santa de Sevilla', quizá de las más demandadas hoy en las librerías de segunda mano, en la cual deslizó versos como los dedicados a la mariana titular de la hermandad de la Exaltación, que guardan con mimo en su patrimonio literario: «Las Lágrimas de María, / son rocío redentor, / son manantial de poesía, / son mansa lluvia de amor, / son… lágrimas de María». Otros de sus títulos más preciados, más allá de su propia antología, fue 'Ensueño gitano', o 'La madrugada más famosa de Sevilla', en ese lapso de tiempo que va del Jueves Santo por la noche a la amanecida del Viernes Santo. Fue en su ópera prima poética, 'Sevilla es sueño', donde Ramón Charlo compuso tres décimas lapidarias que bien pueden servir para celebrar los 41 años cumplidos desde que la Esperanza de Triana fue coronada canónicamente. Quien mejor conoció las negras entrañas de aquel vetusto arrabal, con el pecho dorado por el almizcle, la canela y el clavo de quien anduvo por bulerías en San Román, le canta a la que suspira tres veces en Pureza. ¿Es o no es Sevilla cualquier sueño plateado de Ramón Charlo?
'Sevilla es sueño' (1955), poemario de Ramón Charlo. Décimas dedicadas a la Esperanza de Triana
«Esperanza de Triana,
peregrina nazarena,
fanal de gracia morena
envuelta con filigrana.
Virgen pura, Soberana
de los sueños marineros
lucero entre los luceros
de resplandor más brillante,
barca entre un mar delirante
de corazones trianeros».
«Eres morena y hermosa
como un sol de mediodía,
como un jardín de poesía,
como una encendida rosa.
Aunque tu carne gloriosa
está limpia de pecado,
en tu pecho, traspasado
con un puñal de dolor,
por reflejo, se han juntado
las llagas del Redentor».
«Horizonte siempre verde
en nuestro negro camino,
Espejo del bien divino
Madre que nunca se pierde.
Todo el que sufra, recuerde,
que en ella está la fontana
de agua santa y sobrehumana
que cura cualquier dolor.
¡Que es una fuente de amor
la Esperanza de Triana!».
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