Los testigos de la Madrugada del 2000: «El preste entró con la frente llena de sangre»
Juan Miguel Vega, director de Canal Sur Radio, y Joaquín Delgado-Roig, que era hermano mayor del Silencio, debaten en el podcast de Pasión en Sevilla sobre los hechos y sus consecuencias
'El podcast de Pasión en Sevilla': los testigos de la Madrugada del 2000, 25 años después

La escalofriante Madrugada del año 2000 cumple un cuarto de siglo en 2025. Por este motivo, el podcast de Pasión en Sevilla recibe este miércoles al director de Canal Sur Radio, Juan Miguel Vega, que reedita ahora su libro 'La Madrugá' incorporando un apéndice con nueva información ... al respecto; y al cofrade Joaquín Delgado-Roig, hermano mayor del Silencio entre 1998 y 2004 y, por tanto, máximo dirigente de la hermandad en aquella noche inolvidable –y no en el mejor de los sentidos–. Ambos exponen sus experiencias y debaten acerca de aquellos sucesos cuyo origen sigue hoy sin esclarecerse.
Una Madrugada que comenzó como cualquier otra, sin que se presagiara en qué iba a desembocar más tarde. Así lo recuerda Delgado-Roig: «Discurría por los cauces normales: mucha gente en la calle y las cofradías sin problemas» hasta que los hechos se precipitaron. A su cofradía aquello le pilló ya prácticamente recogida, con la presidencia del palio viendo desde dentro cómo entraba la Virgen de la Concepción: «Escuchamos un griterío y un ruido extrañísimo, que no había oído antes. El palio se tambaleó, se cayó un cirial y, entrando el preste, que era un mercedario, tenía una herida en la frente y estaba lleno de sangre». Cuenta que todos se hacían la misma pregunta: «¿Qué pasa?». Al llamar al Consejo, le contestaron que aquello había sido una «histeria colectiva».
Vega precisa que aquella del 2000 fue una Semana Santa «que tuvo cosas raras desde el principio, con una carga de miedo propia del cambio de milenio». Recuerda también que, pese a ser muy tardía, hizo frío en la Madrugada, que «pese a todo, estaba discurriendo con todo su esplendor hasta que a las cinco y media de la mañana empezaron a pasar cosas». Vega se encontraba en la Campana, epicentro de las retransmisiones de Canal Sur Radio: «Ahí notamos un altercado en el Duque, que no es algo raro en Semana Santa, pero que provocó que la gente saliera corriendo. Aquello se quedó ahí, pero al poco rato nos enteramos de que empezaron a pasar cosas en distintos puntos de la ciudad y, sospechosamente, a la misma hora».
«Gente corriendo descontroladamente»
Delgado-Roig, que recuerda perfectamente las terribles imágenes de «gente corriendo descontroladamente» que vio desde el balcón del hermano mayor que da a la calle Alfonso XII, cuenta que mandaron abrir las puertas del templo, donde «entraron veinte, treinta o cuarenta personas, los que quisieron entrar. Yo bajé vestido de nazareno y les ofrecí estar allí dentro tranquilamente, asiento y agua, que era lo único que teníamos. Lo agradecieron y, una vez tranquilizados, se fueron marchando».
Surgieron muchas teorías acerca de lo que ocurrió aquella noche, pero aún hoy, 25 años después, se han obtenido pocas certezas. Juan Miguel Vega concreta que «lo que pasó fue, efectivamente, un episodio de pánico colectivo, algo muy desagradable. A la radio nos llegó, después de lo del Duque, que estaba pasando en la Magdalena, y lo mismo en la Encarnación, y también en la calle Chicarreros. Se atribuyó a la explosión de una tubería de gas en la calle Jesús de la Vera Cruz, pero, ¿cómo se va a poner a correr la gente en Chicarreros por eso?». En la Campana no notaron nada hasta la llegada de «una auténtica estampida de gente con el horror en sus caras» procedente de la calle San Eloy. «Se había desatado el miedo más terrible que puede sentir el ser humano, que es el miedo a lo desconocido», dado que cada uno atribuía los hechos a algo distinto.
Para el director de Canal Sur Radio, que jamás se haya conocido el porqué de su origen es tan terrible como el hecho en sí, porque desvela el fracaso de la prensa y la sociedad en general: «No estuvimos a la altura», al tiempo que aprovechó para rogar que dejara de utilizarse un término muy común para referirse a los sucesos del 2000: «las carreritas», que muestra la «docilidad» del sevillano, el «aceptar una versión que, a todas luces, no se corresponde con los hechos en sí» y suaviza los hechos «quitando importancia a algo que tuvo mucha importancia». Su reflexión, como la de muchos sevillanos, es clara al respecto: todo de lo que no se sabe por qué ha pasado puede volver a ocurrir. No en vano, se han dado varios conatos y réplicas en menor medida años después, siendo la última hasta la fecha en 2017.
Lagunas de la investigación
¿Cómo es posible que no se averiguara cómo surgieron los hechos de la Madrugada del 2000? «Lo mismo se averiguó y no nos hemos enterado, pero da la sensación de que todo discurre tratando de ocultar una verdad incómoda. El Consejo no hizo ninguna investigación, y el propio delegado de la Madrugada, Manolo Rivera, fue un hombre incómodo, porque exigió en todo momento que se conociese la verdad, como las hermandades más afectadas, a las que no les cuadraba la tesis oficial sacada del endeble informe de la Policía».
Las hermandades, como relata Joaquín Delgado-Roig, tuvieron distintas reuniones a posteriori con el cuerpo policial: «Nos empezaron a visitar con cuestionarios para rellenar con la opinión de los miembros de junta». Pese a todo el papeleo y las repetidas conversaciones, «nada se aclaraba, nada de lo que se decía mostraba la conexión entre todos los hechos y nos quedamos, como todos los sevillanos, sin saber qué pasó». El carpetazo con tantas preguntas en el aire deja la puerta abierta a todo tipo de teorías, como aprecia el antiguo hermano mayor del Silencio: «que se supo y no se quiso decir, que se ocultó parte de la información o que nunca llegó a saberse».
La versión policial difícilmente se sostiene, como se lamenta Vega, puesto que establece que «un hecho que no llegó a saberse nunca cuál fue provocó el pánico en la zona de la Campana y eso hizo que se fuera extendiendo por toda la ciudad», cuando fue al revés: «la Campana no fue origen, sino destino, aunque se replicó en muchos sitios distintos». Parece increíble que, 25 años después, siga habiendo más preguntas que respuestas.
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