25 AÑOS DEL PREGÓN DE JOAQUÍN CARO ROMERO
El teorema de la Macarena
El pregón de Caro Romero se preguntó lo que Sevilla es incapaz de responder:« ¿Cómo está más guapa la Virgen de la Esperanza?»
Ay, Señor, ¿por qué la quiero si yo no soy de Triana?

El pregón de la Semana Santa de Joaquín Caro Romero quedó grabado con letras de oro en la historia literaria de la ciudad por esos versos que dedicó a la Macarena y que fueron «una declaración de amor». Así lo recuerda el ... pregonero ahora que se cumple un cuarto de siglo de aquel Domingo de Pasión, mientras vuelve a recitar de memoria ese piropo que arrancaba diciendo: «No sé cómo está más guapa la Esperanza Macarena». Un romance interminable en el que repasaba la fecundidad del ajuar de la Virgen, deteniéndose en cada uno de sus mantos, enumerando cada una de sus sayas y recreándose en el fajín de general que prende de su cintura «aunque no estuvo en la guerra». La ovación con la que se lo agradeció el público asistente aún resuena en el Maestranza y hasta el mayordomo de la hermandad confesó entonces que ignoraba la magnitud del ropero con una frase para el recuerdo. «No sabía que la Macarena tenía tantos mantos», dijo en un éxtasis de patriotismo macareno.
Un cuarto de siglo después, la duda sigue estando en el aire: ¿cómo está más guapa la Macarena? Eso mismo es lo que se preguntan a diario quienes acuden a rezarle en su basílica o se agolpan en la bulla de su delantera cada Madrugada del Viernes Santo. Pero Caro Romero confiesa que aquellos versos no fueron inéditos, al menos una parte. «Los escribí como cierre del acto de exaltación del cuarto centenario de la hermandad que se celebró el 12 de mayo de 1995 en la basílica». Quince años después, en plena creación de su pregón, asumió que «tenían gancho» y que debían formar parte de su pieza literaria. Eso sí, «los retoqué añadiendo la parte en la que decía 'Y ya en el año 2000, con dos mil locuras nuevas...' para darle actualidad». No obstante, no fue la primera vez que se reciclaron versos el Domingo de Pasión, pues «ya Rodríguez Buzón pronunció algunos versos en el suyo que estaban publicados anteriormente».
Caro Romero utilizó éstos pero podría haber escogido cualquiera de los cientos de poemas que le ha dedicado en estos años a la Macarena. «Es la Virgen a la que más versos le he escrito y todo son declaraciones de amor», reconoce. Sus letras están en el imaginario del barrio, en estampas de recuerdo y en varios pregones pronunciados en la hermandad, como el del centenario de la Concordia con el Gran Poder o el de los 50 años de la coronación canónica. También en un libro titulado '25 poemas de amor', que editó la propia corporación por las bodas de plata de la coronación, y en el Himno a la Virgen de la Esperanza que estrenó en 2001 con música de Abel Moreno.
«La Macarena lo ha sido todo en mi vida», confiesa ahora con la perspectiva del tiempo. A sus años, encierra mil anécdotas relacionadas con la hermandad, como que «he jurado dos veces las Reglas, porque una vez me dieron de baja por impago. La segunda de ellas en el mismo camarín». O también cómo la Virgen le puso en su camino a la que hoy es su mujer, Inmaculada Rodríguez, cuando fue a entrevistarla por ser elegida por las Hermanas de la Cruz para representarlas como madrina de la coronación de 1964. Por eso hoy, como lo hizo entonces, Caro Romero se sigue preguntando «cómo está más guapa Ella». El mismo teorema que Sevilla sigue sin resolver cuatro siglos después de que la bajaran los ángeles.
Pregón de la Semana Santa de Caro Romero
Los versos a la Macarena
Y si Macarena significa «posesión de la felicidad», está claro que, sin Ella, sin la Macarena, no podemos ser felices. Y es que la felicidad no se alcanza sin virtud, porque la virtud es su fundamento. Y esto, antes que los Santos Padres de la Iglesia, lo dijeron Séneca, Cicerón, Plinio. Y es esa «posesión de la felicidad» lo que nos convierte en vasallos de su Reino y de su Corte de Esperanza.
Gracias, bendita Madre de la Esperanza, por habernos permitido llegar hasta este atril para cantarte. Gracias, Lucero vespertino, Estrella matutina, Rosa mística, Casa de Oro, Vida, Dulzura y Esperanza Nuestra, suprema expresión de la guapura más gallarda, perfecta y bienaventurada; Salve hecha carne, Letanía hecha repique, razón de nuestra fe y Causa de Nuestra Alegría, que con la fe y la esperanza reparte la caridad a manos llenas. Hace más de cuatro siglos, cuando se aprobaron las primeras Reglas de la Hermandad, Tú no habías nacido, pero ya presentíamos tu existencia, soñábamos con tu hermosura, adivinándote y adorándote. No llegamos tarde ni temprano, sino a tiempo. De generación en generación, siempre una misma Esperanza y una misma fe de enamorado. De enamorado que hoy y aquí declara su amor de esta manera:
No sé con qué está más guapa
la Esperanza Macarena,
si con el manto granate,
el de malla o el de hebrea,
el negro o el de tisú,
el blanco, el verde botella
o el que en terciopelo verde
bordara Esperanza Elena
para aquel glorioso mayo
de coronación y fiesta.
No sé con qué está más guapa
la Esperanza Macarena,
si con saya de volantes
o saya azul de princesa,
o saya de eucaristía,
o saya como banderahecha
con tela de novia y taleguilla torera.
Con medallas y rosarios
el cristal y el mármol sueñan
con latines en el coro,
incensarios y navetas.
El alfiler y el espejo
y el peine con que se peinase
están preguntando siempre
cómo está más guapa Ella:
si en el camarín mirando
al que la mira y le reza,
o entre la jardinería
de su paso en primavera,
o bajando a recibirnos
en el besamanos puesta.
No sé cómo está más guapa
la Esperanza Macarena,
si un sábado por la tarde
o un domingo de cuaresma,
si en la Madrugada grande
por la calle Ancha la feria
con fajín de general
aunque no estuvo en la guerra,
o cuando suena la Salve
en la Basílica llena.
Se va un siglo y viene otro,
pero Ella siempre se queda.
Y nosotros preguntando
con qué está más guapa Ella.
Y nadie sabe decirlo,
ni aproximarse siquiera
al concepto, a la medida,
al gusto y al teorema,
que todo lo que se pone
lleva su hermosura impresa.
Y vuelve loca a Sevilla
y con Sevilla, al planeta,
que la locura a su lado
es locura sin fronteras
y sabe que a la Esperanza
no hay nadie que no la quiera.
Se va un siglo y viene otro,
pero Ella siempre se queda.
Y nosotros preguntando
y soñando con la Reina.
Madre de los macarenos
un sueño de madreperla,
un sueño de guardabrisa,
de entrevarales y cera;
un sueño de amor y gloria,
un sueño de cielo y tierra,
un sueño de Madrugada
cogido a la manigueta,
un sueño de avemaría
dentro de la parihuela.
Sé que, si la sueño yo
es porque todos la sueñan,
como la soñó José
camino de Talavera,
como Muñoz y Pabón,
como Rodríguez Ojeda
o Inmaculada Rodríguez,
que le puso en la cabeza
todo el oro de los ángeles
que Sor Ángela fundiera.
Se va un siglo y viene otro,
pero Ella siempre se queda,
que alumbró hace dos mil años
al Señor de la Sentencia
y parece que fue ayer
el parto de la azucena.
Y ya en el año 2000,
con dos mil locuras nuevas,
que la lengua no se cansa
de pregonar su belleza,
sigo diciendo lo mismo,
lo que otros antes dijeran
y lo que dirán también
los que mañana la vean:
¡No sé cómo está más guapa
la Esperanza Macarena!
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