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CRÓNICA VIERNES SANTO SEMANA SANTA DE SEVILLA

Que sólo te quite el sueño lo que te da vida

Sevilla vivió un Viernes Santo pleno en el que El Cachorro se despidió de la ciudad antes de partir hacia Roma

El Cachorro saliendo de su basílica este Viernes Santo Juan Flores Mulero
Santi Gigliotti

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Antes de nada, permitan una aclaración, y perdonen el trabalenguas, pero es que aquí, donde lo extraordinario es rutina, no hay otra forma de explicarse que enredándose: Una cosa es tener sueño, y otra muy distinta dejarse vencer por el sueño. Porque se puede ... estar 'molío', 'agotao', muerto y 'matao' después de transitar por la noche inabarcable de los días, esa en la que se retrasó hasta la eternidad, y no darle chance a la resaca, a la pereza. Porque el que ha muerto de verdad es el que manda, y aún sigue, antes de resucitar, recorriendo este rincón que acerca el suelo al cielo. Porque es tan potente lo que se ha removido en los cimientos de las entrañas que parar, que conciliar algo más que una cabezaíta, suena a error, a traición hacia esa letanía tan nuestra de que nunca se termina lo superior, de que siempre hay hueco para más. Apetito de posteridad. A lo que nos ocurre a los sevillanos todos los Viernes Santo los jóvenes lo llamamos ahora 'Fomo', que por sus siglas en inglés significa 'Fear of missing out'. Miedo a estar ausente. A perderse lo que sucede. A no presenciar los momentos que se paren para ser recordados. Y claro, nosotros que tenemos a lo inigualable doblando todas las esquinas, sin dar tregua, padecemos un fomo de caballo, por hacer el término más de aquí.

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