Las sevillanas romanas de Aquilino Duque por las que expira el Cachorro: «Eres Trastévere en Roma / y eres Triana en Sevilla»
Comentario de texto
«Y miras el mismo río / detrás de la misma orilla. / En Trastévere vivo. / Nací en Triana. / Roma y Sevilla juntas / salen del agua», firmó en 1979 el poeta, como si fuera a ver al Crucificado este mismo sábado
Aquilino Duque y las cofradías, mucho más que el puente en que murió el Cachorro
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Si en vez de este mismo sábado el Cachorro hubiese procesionado por Roma alguna tarde desde 1969 hasta 1975, Aquilino Duque lo habría visto dar muerte a su propia muerte sin necesidad de salir de su casa, como hizo siempre en Sevilla, puesto que ... fue destinado a la ciudad eterna como funcionario internacional esos seis años. Nadie señala ahora la trianera calle Betis en la que nació, la misma desde la que imaginó y trazó los versos maestros de aquel poema inmortal, sino la Ripa Lungotevere desde la que se ve cómo fluye ese río Tíber que a él le supo a Guadalquivir. Dos ríos y una misma orilla a la que se asomaba el Premio Nacional de Literatura. Una estampa inexcusable de la capital italiana desde la que se erigirá subyugado por su imponencia barroca en la Gran Procesión del Jubileo de las Cofradías el Cristo de la Expiración, que dará un rodeo por el Circo Massimo y será ahí cuando se dé tanto sentido a las más altas cotas de la literatura. Porque para el poeta que nos dijo que así mueren los hombres todo cobrará su razón de ser cuando Roma parezca Sevilla y Triana se asemeje al Trastévere. O que el puente de Triana tenga reflejos del Palatino a través del cual el escritor perfile la silueta definitiva en esas que fueron todas sus noches de la nostalgia.
Aquilino siempre tuvo claro a qué puente se refería, porque suyo era y siempre será el Viernes Santo. Pero fue tal la huella que dejó el centro de la cristiandad en la voz poética del literato sevillano que éste no pudo resistirse y tomó prestado de Federico García Lorca aquella celebérrima elegía, en su segundo capítulo, el de 'La sangre derramada', en el 'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías', en la que el universal granadino esculpía sobre mármol que: «No hubo príncipe en Sevilla / que comparársele pueda, / ni espada como su espada / ni corazón tan de veras. / Como un río de leones / su maravillosa fuerza, / y como un torso de mármol / su dibujada prudencia. / Aire de Roma andaluza / le doraba la cabeza / donde su risa era un nardo / de sal y de inteligencia». Ese 'Aire de Roma andaluza' inspiró a Duque hasta el punto de publicar éste una obra con dicho nombre e incluir en ella unas sevillanas romanas que por vez primera se reproducen en un medio de comunicación por bondad de su hijo Adriano Duque, medievalista e investigador en Pennsylvania.
«Roma tiene su plaza / del Altozano / y enfrente la columna / del gran Trajano. / Y en la columna / un San Pedro de piedra / que se derrumba», es por ejemplo una de ellas, por las conquistas en Dacia. Al Capitolio se dirigía así: «Altozano de Roma / qué bien pareces, / con gansos que te guardan / de los franceses». En todas esas sevillanas hacía Aquilino paralelismos desde todos los primas posibles, exponiendo las mayores analogías estéticas entre esos dos puntos cardinales que incardinaron su vida. Siempre haciendo gala del humor, firmando menciones concretas a quien le fue sirviendo de musa, como la propia historia romana entrelazada con la de Híspalis: «Si César (Borgia) llega a ser césar / y César se lo propone / ahora tuviera Roma / la mejor plaza del Orbe. / Si se lo propone César / hoy sería el Coliseo / la Maestranza de Roma / Santa Sede del toreo». Sublime es sin duda el remate de la rogativa con la que suplicaba que se pusiese fin a la extrema sequía: «Que llueva, Madre, que llueva / que llueva y vuelva a llover / a ver si el Tíber se limpia / y el Betis vuelve a correr. / Lloran secos como están / los ojitos de los puentes / porque el Tíber se envenena / y el Guadalquivir se muere. / Qué pena que no viniera / un diluvio universal / y se ahogara del alcalde / al último concejal». Es la cuarta de las sevillanas del libro 'Aire de Roma andaluza' en la que Aquilino, como si fuera a revelar quién fue a hacerle «interminable el tránsito» al Crucificado, cuando el poeta parecerá asomarse este mismo sábado a la ventana de su casa en la Ripa Lungotevere —su calle Betis romana—, y cantar esta composición que lleva por título 'El Trastévere y Triana'. Si esto no es acaso una ilusión que baje el Cachorro y lo vea.
Sevillana IV de 'Aire de Roma andaluza', por Aquilino Duque (1979)
«Eres Trastévere en Roma
y eres Triana en Sevilla
y miras el mismo río
detrás de la misma orilla.
En Trastévere vivo.
Nací en Triana.
Roma y Sevilla juntas
salen del agua.
Bajan del cielo.
La llave de mi puerta
se cayó al suelo».
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